Después de la ceremonia del Óscar debo reconocer mi sana envidia con Chile y México.,Después de la ceremonia del Óscar debo reconocer mi sana envidia con Chile y México. Los chilenos nos llevan varios lustros de adelanto en temas políticos, económicos, educativos y culturales. Tienen dos premios Nobel de Literatura y ahora un merecido Óscar a un film que aquí habría provocado protestas de #conmishijosnotemetas. Pero a los chilenos los percibimos “distintos” mientras que tenemos muchas similitudes con los mexicanos: Ambos países somos cuna de civilizaciones. Ambos fuimos los virreinatos más importantes de América. Hasta compartimos un mestizaje y una herencia viva de culturas originarias. México también tiene un pasado prehispánico portentoso que saben cohesionar con su influencia hispana. Incluso, muchos refugiados de la “España Peregrina” que escapó de la derrota republicana en la Guerra Civil, tuvieron un refugio en México e influyó en su séptimo arte. México también tuvo una Revolución que generó una nueva situación geopolítica: “Estamos lejos de Dios pero cerca a Estados Unidos”, dicen con su inteligente humor. Y el premio Nobel Octavio Paz explicó así la nueva interpretación de su historia nacional: “No se puede reducir la historia al tamaño de nuestros rencores”. Aquí, en cambio, nuestra historia oficial mantiene un sesgo parricida con los hispanos mientras nos creemos hijos putativos de EEUU. Ver las danzas, escuchar sus discursos y saludos en español y ver alzarse las estatuillas ganados por mexicanos en la ceremonia del Óscar me llenaron los bolsillos de envidia. Sólo espero que algún día los peruanos sabremos querernos con tanta pasión y creatividad.