La visita del papa Francisco al Perú se ciñó al libreto esperable, y fue acompañada por políticos ávidos de aprovechar algo de su popularidad, como PPK y Cipriani.,El papa arribó a Lima luego de una mala experiencia en Chile, donde la cercanía con el obispo Barros, destacado encubridor del cura violador de niños Fernando Karadima, le valió un fuerte repudio. Fernando Karadima, bautizado en Chile como “el Señor de los Infiernos” fue amigo personal de Pinochet y protegido del cardenal Sodano, por entonces Nuncio en Chile, y fue condenado por la Santa Sede por violación de varios niños en su parroquia de El Bosque. No es el único caso. Una investigación del diario La Tercera concluyó que en los últimos 15 años, 80 sacerdotes y religiosos católicos fueron acusados por abuso sexual en Chile. De ese total, 45 fueron condenados por la justicia civil o canónica y de ellos 34 tenían como víctimas a menores de edad (ver: http://bit.ly/2DyDDP3). Barros es uno de los discípulos de Karadima y está acusado de haber jugado un papel clave en el encubrimiento de sus fechorías. Contribuyó a agudizar el conflicto el hecho de que los fieles de Osorno rechazaran su nombramiento como obispo de esa parroquia el año 2015, y que el Vaticano no hiciera caso a sus protestas. El papa tuvo una destemplada reacción ante las críticas. Calificó de “calumnias” las acusaciones contra Barros y dijo que creería en ellas el día en que le presentaran una prueba, dando de esa manera por cerrado el incidente. La reacción de la sociedad chilena fue tan negativa que un subordinado suyo, el cardenal Sean Patrick O´Malley, presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores del Vaticano, se vio obligado a declarar que las palabras del papa fueron “una fuente de gran dolor para los supervivientes de abuso sexual por parte del clero o cualquier otro perpetrador (…) Las palabras que expresan el mensaje ‘si tú no puedes probar tus alegaciones, entonces no serás creído’, abandonan a quienes han sufrido reprobables violaciones criminales de su dignidad humana y relegan a los supervivientes al exilio desacreditado” (ver: http://bit.ly/2rwx3Td). La visita del papa Francisco al Perú se ciñó al libreto esperable, y fue acompañada por políticos ávidos de aprovechar algo de su popularidad, como PPK y Cipriani, que no se separaron de él durante los tres días que duró su visita. Los discursos de Francisco contuvieron una fuerte condena contra la desigualdad social y económica, la codicia, la corrupción, la destrucción del medio ambiente, los abusos y la trata de personas, la defensa de la cultura e identidad de los grupos amazónicos, amenazados por la expansión de las actividades extractivas. Lamentablemente, varias de las autoridades que lo recibieron están comprometidas en la comisión de los delitos que él condena. La parte social del mensaje papal fue acompañada nuevamente por un ominoso silencio sobre las acusaciones por abuso sexual de sacerdotes contra menores. Destacó la presencia en Trujillo, dando el discurso de bienvenida al Papa, del arzobispo José Eguren, integrante de la dirección del intervenido Sodalicio, de quien la periodista Paola Ugaz señala que está acusado de tráfico de tierras en Piura, además de “encubrimiento a los abusos sexuales y físicos en la organización católica”. De acuerdo a una nota de La República, una denuncia ampliatoria que exmiembros del Sodalicio presentaron en octubre del 2015, señala a Eguren como “victimario en los presuntos delitos de secuestro, lesiones graves y asociación ilícita para delinquir” (ver: http://bit.ly/2DsNktV). El paralelo entre Chile y Perú muestra un triste nivel de tolerancia en nuestro país frente a la violación de niños, que contrasta con la fuerte reacción chilena. La diferencia está no sólo en el nivel de conciencia de derechos de los ciudadanos sino en el avance de la secularización: en el Perú quienes se declaran católicos constituyen un 80% de la población, mientras que en Chile son el 40%, y otro 40% se declara ateo. En la rueda de prensa en su vuelo de retorno a Roma, Francisco insinuó que Fernando Figari podría ser condenado pronto por sus crímenes, aludiendo lateralmente a la falta de interés de las autoridades judiciales peruanas por extraditarlo. Éstas tendrán que enfrentarse a la fracción de la jerarquía católica que se juega por el encubrimiento. El Poder Judicial debe realizar los trámites para demandar al Estado italiano la extradición de Figari, para que éste pueda, finalmente, ser juzgado por sus crímenes en los tribunales civiles peruanos.