A pesar de un entorno económico internacional positivo, por lo menos en el corto plazo, el crecimiento del PBI del 2017 solo sería de 2.5%, por debajo de la meta del 2.7%. Y bastante lejos del 4% del 2016. Para el 2018, el BCR pronostica un crecimiento de 4.2% del PBI, pero ya ha comenzado a revisarse a la baja. La cifra que interesa no es solo el PBI total, sino el PBI no primario (PBI-NP, manufactura, servicios, electricidad, pesca), pues allí se generan los empleos. Del 2003 al 2013, el crecimiento promedio del PBI-NP fue 7.3%. En el 2014 y 2015 bajó 3,6 y 2.4%. En el 2016 y 2017 decreció 2,4 y 2.5%. Esta es la madre del cordero: se está creciendo a menos de la mitad que en la década pasada. El MEF proyecta un crecimiento del PBI-NP del 4.1% para el 2018. Difícil. En consecuencia, el empleo está en caída desde hace buen tiempo. Según el Ministerio de Trabajo (1), el empleo en el Perú Urbano de empresas privadas formales de 10 y más y trabajadores cayó todos los meses: en julio, -0.2%; en agosto, -0.4%; en setiembre, -1.2%; en octubre -1.0% y en noviembre, -0,9%. Eso es lo que la gente siente y se refleja en las encuestas. Lo anterior se explica por la caída sistemática de la inversión privada desde el 2014. Recién el 2017 se espera una ligera recuperación pues se crecería 0.6%. De su lado, la inversión pública ha sufrido recortes innecesarios, como el ajustón del Ministro Thorne del IV Trimestre del 2016. Pero esa pequeña recuperación no lleva a la inversión pública por encima del 4.7% del PBI para el 2018, según el Reporte de Inflación (RI) de diciembre del BCR. Lo cual es paupérrimo. Este es un punto clave: está probado que la inversión pública tiene un efecto reactivador grande en el conjunto de la economía, a diferencia de la reducción de impuestos, sobre todo a la renta: quienes los defienden dicen que si en los bolsillos de los empresarios hay más dinero, entonces invertirán más. Esta “teoría” se ha probado falsa allí donde se ha aplicado –como acá, en el periodo de Segura en el MEF– pero sigue teniendo adeptos. De su lado, la recaudación ha caído: del 2012 al 2017, según el RI del BCR, los ingresos del gobierno general han bajado del 22.8 al 18.1% del PBI, o sea se ha dejado de recaudar 4,7% del PBI (US$ 9,400 millones). Parte de esa pérdida tiene que ver con el fin del súper ciclo, pero otra parte es responsabilidad de malas decisiones de política fiscal, lo que incluye la poca voluntad de reducir la evasión del impuesto a la renta y del IGV. Por eso, aun si los precios de los minerales se vienen recuperando desde principios del 2016, su impacto en la recaudación casi no se ha sentido. En el 2016 los ingresos mineros fueron S/ 4,230 millones pero las devoluciones de impuestos al sector (entre ellos del IGV) fueron S/ 5,053 millones, lo que dejó un saldo neto negativo de S/ 823 millones (2). En el 2017 los ingresos y los egresos fueron 6,278 y 5,650 millones de soles, lo que dejó un saldo apenas positivo de S/ 628 millones. Esto debe corregirse. En ningún caso los aportes netos del sector minero debieran ser negativos. Si esto sucede, las devoluciones deberían espaciarse. Pero ese tema pareciera ser tabú, porque ni se le menciona. La reactivación no llegará si prevalecen los “halcones”, que ya están diciendo que el incumplimiento de la meta del déficit fiscal del 2017 (era 3% pero terminó en 3.2% del PBI) es la “prueba” de un mal manejo fiscal. Y añaden que la meta del 2018 de 3.5% del PBI de déficit fiscal no hará otra cosa que agravar los problemas, pues ya se comenzaron a usar los recursos del Fondo de Estabilización Fiscal y los ahorros del MEF. Por eso, el déficit fiscal “debería reducirse, ya, ahora”. En síntesis, si bien el entorno externo ha mejorado (por lo menos hasta ahora), no se aprecia el impacto positivo en el crecimiento económico. Y este podría variar negativamente si aumenta aún más la tasa de interés en EEUU. El gobierno confía en que el aumento de la inversión por la “reconstrucción con cambios” y los Panamericanos revierta la situación. Pero los problemas políticos por la corrupción del Lava Jato –que han afectado directamente a la Presidencia– han minado la confianza empresarial y los nuevos destapes de corrupción en el sector construcción la afectarán aún más. A lo que se agregan las elecciones regionales y locales dentro de unos meses, lo que podría impactar negativamente en la inversión pública. En síntesis, si no hay una decisión real de relanzamiento de la inversión pública, la situación económica seguirá la senda del estancamiento actual, lo que puede juntar la cuerda económica y la cuerda política. 1) Encuesta Nacional de Variación Mensual del Empleo del Ministerio de Trabajo, Noviembre 2017. 2) www.cooperaccion.gob.pe