Querido Mirko: La rendición de Breda o de Brexit. En el Museo Del Prado está uno de los cuadros más famosos de Velásquez, La rendición de Breda, donde se ve a un general de Felipe IV recibiendo con honor a los rendidos. No pude sino recordar esa imagen al ver a la primera ministra Theresa May llegar a Bruselas para entregar al presidente de la Comisión Europea las líneas rojas de su posición, aquellas que había tenido que saltear para conseguir un Brexit suave. Si algo tuvieron claro los europeos en su negociación fue que esta debía ser, como el asedio de Breda, una adecuada mezcla de firmeza, serenidad y paciencia para enfrentar a una lideresa que con el paso de los días se hacía más débil políticamente. Los tres grandes temas, la factura económica a pagar, las condiciones de los tres millones de europeos en Gran Bretaña y la relación de Irlanda del Norte con su hermana del sur, miembro de pleno derecho en la UE, se resolvieron bastante más en los términos planteados por la UE que por May. Así, Gran Bretaña pagará 45 mil millones de euros y no los 20 mil millones que ofreció. Ello no descarta que la factura crezca por la aparición de nuevos contingentes. El segundo contencioso se refería a los europeos viviendo en la isla. En esto, que fue lo que gatilló el Brexit, nada ha cambiado pues se mantienen todos los derechos tanto los cívicos (permanencia, etc.) como los sociales (salud, empleo, entre otros). Más aún, estos derechos seguirán siendo protegidos por el Tribunal Europeo de Justicia, cuya disolución reclamaban los soberanistas británicos. Y en cuanto a Irlanda del Norte se supedita su relación con la República de Irlanda a un llamado “pleno alineamiento reglamentario”. ¿Pero con quién es el alineamiento? Con la UE, no con Gran Bretaña. Y como si esto fuera poco para los soberanistas británicos, la señora May ha aceptado un periodo de transición de dos años en que Gran Bretaña aplicará legislación europea pero sin voz ni voto en el proceso de formularla y decidirla. Todo esto lo ha envuelto la Comisión Europea en un lenguaje que disimula bien la capitulación. Por ello es que recuerda a esa otra, la de Breda. ¿Será que la historia se repite sin cesar? José Antonio