Así comienza uno de los grandes poemas de Borges: El Otro Tigre. En estos días, en el Perú, ese felino que “alarga en la pradera una pausada sombra”, apellida Gareca. Es una gran tristeza que en vez de poder dedicarnos a saborear los frutos de su estupenda labor, tengamos que arremangarnos de nuevo para detener la arremetida de Fuerza Popular contra nuestra precaria democracia. Sea o no premeditada esta ofensiva autoritaria, sea o no fruto de un plan, el hecho es que está ocurriendo. Leo que Semana Económica interpreta los hechos que estamos presenciando, amenazando a nuestras instituciones, como “reacciones tan torpes que más bien sugieren la desorientación de un liderazgo inmaduro que aún no resuelve cómo utilizar el enorme poder que se le ha confiado.” La torpeza y la desorientación son admisibles. Los mamarrachos como la acusación de Daniel Salaverry, lo demuestran. Pero eso de que aún no resuelve cómo utilizar su enorme poder, no resiste el menor análisis. Lo están utilizando para socavar el trabajo de la Fiscalía, amenazando al propio Fiscal de la Nación y a los magistrados del Tribunal Constitucional que no les son afines. La investigación contra Joaquín Ramírez los ha llevado a disparar hacia todos lados. Desde el Ministro del Interior hasta el diario El Comercio. A nadie sorprendería que la próxima presa de ese tigre rabioso sea el Presidente de la República. Paradojas de la vida peruana, mientras esto escribo se conmemora la renuncia de Alberto Fujimori hace diecisiete años, por fax, desde el Japón. Queda claro que hay tareas de corto plazo en defensa de la democracia: eso es ahora. Pero las de mediano y largo plazo atañen a los trabajos de memoria y análisis. Eso que en Psicoanálisis se conoce como resignificación del pasado y elaboración del presente y el futuro. Otra de las propuestas del fujimorismo va en ese sentido… contrario. Están proponiendo que se enseñe en las escuelas una versión idealizada del papel del Presidente Fujimori, preso por una serie de crímenes, en la lucha contra el terrorismo (al que ya no se podría llamar Conflicto Armado Interno, según esa propuesta de relato hegemónico y partidario). Más bien, es una necesidad enseñar en la escuela lo que ocurrió en esos años aciagos. Pero esto supone un desafío enorme, tal como lo demuestra el libro “Atravesar el Silencio: Memorias sobre el conflicto armado interno y su tratamiento en la escuela”. Sus autores son Francesca Uccelli, José Carlos Agüero, María Angélica Pease y Tamia Portugal. Ya habrá oportunidad de comentar ese valioso aporte, que tuve el privilegio de presentar en el IEP, responsable de la edición del texto. Ahora nuestra prioridad es impedir que ese relato hegemónico se transforme en una edición, corregida para el siglo XXI, del periodo de megacorrupción y autoritarismo de los noventa. Ante el letargo del Gobierno, hay que activarse o seremos devorados. Eso que en Psicoanálisis se conoce como resignificación del pasado y elaboración del presente y el futuro.