Escribo desde muy lejos. Hace más de una semana que salí de Lima para tener unas cortas vacaciones. No ha sido fácil. La catarata de noticias no ha parado, pero visto desde lejos, lo que ha pasado en estos días es simple de entender. La estrategia del fujimorismo y del aprismo ha sido atacar, distraer, confundir, amenazar. ¿Motivo? La inminencia de la verdad. La oscuridad teme la luz, como la mentira teme su descubrimiento. Así de claro. Plantear, en pocos días, la destitución de cuatro miembros del Tribunal Constitucional, del fiscal de la Nación y del ministro del Interior con acusaciones constitucionales endebles, sumado a una exigencia de interrogatorio al Presidente que es inconstitucional, no solo es un despliegue de poder amedrentador. A la larga, esta semana será un hito en las torpezas cometidas por Keiko Fujimori. Ella –al igual que García y Humala– sí sabe y siempre supo la verdad. Ante la confirmación pública de esta, estos hechos serán recordados de la misma forma en que otros similares se cometieron en los noventa por su propio padre. Flaco favor se hace si cree que esto la acerca a un triunfo el 2021. Salvo que ya haya descartado esa opción y se trate solo de salvar un barco que se hunde. El testimonio de Marcelo Odebrecht es todo lo claro que puede ser. A todos los candidatos con opción se les financió sus campañas el 2011, AG es Alan García y “aumentar 500” es dar 500,000 dólares adicionales a la campaña de Fujimori. La confirmación de lo obvio, sin embargo, negado de todas las formas posibles por sus protagonistas. ¿Mentirosos? Sin duda. Ambos tienen procesos abiertos, la pregunta es, ¿qué sigue? Reiteraré lo que vengo explicando desde hace un par de años. En el Código Penal no existe delito por recibir fondos de campaña ilegales. Es decir, la entrega de dinero fuera de las normas establecidas constituye una falta administrativa para el partido, sancionada por la ONPE, mas no hay pena establecida para el candidato u otros representantes de la agrupación política. ¿Por qué? Porque ningún Congreso ha modificado el Código Penal para que así sea. Utilizar el tipo penal de lavado de activos no va a servir para condenar a los Humala, García o Fujimori. No calza con la conducta de los candidatos porque no son testaferros de Odebrecht. Por lo menos, no en este caso. Decir la verdad, desde el principio, les hubiera hecho un mejor servicio. Sin embargo, si la prisión preventiva de los Humala establece un precedente, esto supone dos cosas. La primera, para el juez y el fiscal sí existe delito por recibir estos fondos y la segunda que presumen peligro de fuga. Si hay predictibilidad y consistencia en el sistema de administración de justicia, ambos supuestos se aplican a Alan García y Keiko Fujimori (y por extensión a sus cónyuges, supongo); por tanto, debe dictarse contra ellos prisión preventiva de inmediato y esperar los mismos meses que esperan en prisión los Humala, a ver si algún día algún fiscal los acusa de algo. Esa situación es injusta y por lo tanto inaceptable en una democracia. Sin embargo, esta ha sido provocada por los que ahora serán sus propias víctimas. Así de dura y salvaje es la política peruana. Lo que promueves para otros, tarde o temprano te cae encima si tienes tremendo rabo de paja. Sin embargo, hay que lamentar que el interrogatorio a Marcelo Odebrecht no haya incidido en otros asuntos que sí son delictivos, como por ejemplo la banda de testaferros en Andorra, todos vinculados al gobierno de Alan García. O, tal vez, el detalle de cómo se hicieron negocios en los gobiernos de Fujimori, Toledo, García y Humala. Si el sobrecosto estándar es de 3% ¿cómo y a quiénes se repartió? Odebrecht reitera la declaración de Barata respecto de las constructoras peruanas y reafirma un “trato especial” para Graña y Montero. Pero no se sabe más. Estas investigaciones son las relevantes para encontrar el dinero de coimas –como se encontró en el caso de Toledo, con el aspirante a colaborador eficaz Josep Maiman– y de otros delitos conexos en donde sí es posible probar lavado de activos. La fiscalía ha empezado por aquello que causa escándalo político, pero, que a la larga no es delito. El error reputacional cometido con los Humala es grave y va a marcar los procesos futuros, probablemente, para mal. Si tienes a Marcelo Odebrecht delante y no le preguntas por Olmos, por el Metro de Lima, por la Interoceánica o por el gasoducto sur, ¿para qué vas? No conozco el íntegro de las cuatro horas de interrogatorio, pero al parecer, nada de esto se incluyó. Como con la selección peruana de fútbol, la pequeñez de lo obtenido no impide el alivio de saber que aún estamos en el juego. Conocer la verdad es así. Sabemos poco, pero sabemos cada día más. Lo que importa hoy es que aún falta un partido importante que no se ha jugado. Cuando este se juegue podremos celebrar el verdadero triunfo.