Jorge Muñoz, alcalde de Miraflores, se ha enrolado en Acción Popular para competir por la alcaldía de Lima el próximo año. La movida va contra el tráfico político de estos tiempos. Manuel Velarde, alcalde de San Isidro, se apeó hace poco del PPC para entrar a la misma competencia. Enrique Cornejo y Julio Gagó competirán al margen de sus partidos originales. Tal vez Cornejo y Gagó hubieran ido con el Apra y Fuerza Popular respectivamente si los partidos los hubieran apoyado. Pero que vean posibilidades de ganar como candidatos despartidarizados es significativo. Como es significativa la confianza de Muñoz en la conveniencia de ir con un partido de tamaño intermedio como AP. A estas alturas los partidos mismos todavía no han decidido si les conviene o no participar en la campaña de Lima. Pero es un hecho que no están entusiasmados. Quizás porque una derrota limeña en el 2018 puede crear nuevos problemas para el 2021, para cuando todos esperan tener resueltos sus actuales problemas internos. Un partido de regular tamaño e historia es un activo en cualquier campaña. Tiene militantes y simpatizantes. Tiene una gráfica reconocible. Tiene figuras conocidas que pueden sumarle al candidato. Incluso antes del cálculo político, hay un cálculo de costos que aconsejaría subirse a un carro partidario. Pero esa no es toda la historia. El municipio de Lima ha sido predominantemente coto de los partidos y sus dirigentes establecidos. La única excepción real fue el triunfo de Ricardo Belmont en 1990, al que podría atribuirse haber iniciado una racha de independentismo en la política nacional. Para un caso similar hay que remontarse a los inicios del siglo pasado. Ninguna de las figuras que hoy figuran como precandidatos en las encuestas tiene un lugar muy establecido entre el electorado urbano. Es decir recordación del nombre, una propuesta en circulación, o una intención de voto por encima de 10%. A un año de la elección decir que todavía es temprano es una explicación inconvincente. A la vez es evidente que los electores están esperando alguna otra cosa. Muñoz parece pensar que esperan el ingreso de los partidos a la contienda. Quizás es un fenómeno de abulia, con los electores esperando que la plaza se caliente.