Lo peor que se puede hacer con ella es incumplir la ley.,La libertad de Martha Huatay tras veinticinco años de cárcel produce legítima intranquilidad por haber integrado el alto mando de Sendero Luminoso, pero peor sería que se quiebre la ley al impedirle quedar en libertad al término de su condena, pues, en última instancia, lo que diferencia a los terroristas de quienes no lo son debe ser el respeto cabal de la legalidad y del estado de derecho. Huatay fue, en efecto, a diferencia de otros miembros de Sendero Luminoso que han salido recientemente de la cárcel, como Maritza Garrido Lecca, dirigente de ese movimiento terrorista. Específicamente, ella fue jefa del Comité de Socorro Popular. Dicho comité fue responsable de algunos de los más terribles atentados terroristas que causaron la muerte de muchas personas, como los perpetrados en Canal 2, el Centro Comercial Camino Real, la residencia de la embajada de Estados Unidos o el edificio principal de la Sunat. Veinticinco años después de su detención, en 1992, a los 74 años de edad, y aunque no haya pagado la reparación civil establecida en su sentencia, Huatay debe dejar la cárcel porque eso es lo que señala la ley: las sentencias se cumplen hasta el último día salvo que ocurra alguna gracia presidencial que se justifique. ¿Saldrá de la cárcel arrepentida? ¿Tendrá la intención de retomar una actividad terrorista? ¿A los 74 años, y tras un cuarto de siglo en prisión,le quedan fuerzas para persistir en ese proyecto lamentable? ¿Significa su libertad un riesgo para la sociedad? Quién lo sabe, pero lo relevante ahora es que se cumpla la ley con su salida de la cárcel tras cumplir su condena, y que no se construyan artificios como nuevas acusaciones para impedirlo. Eso no debe impedir, en modo alguno, que se apliquen esquemas de seguimiento a quienes se sospeche que representan una amenaza potencial para la sociedad, pero siempre en el marco de la ley. Las democracias deben saber defenderse de quienes, como los terroristas, buscan destruirlas, pero deben hacerlo en el marco de la ley, y lo peor que podrían hacer es justificar métodos ilegales para lograrlo. Cuando una democracia cede a ese atajo, la sociedad se envilece y acaba empleando mecanismos inválidos que mellan su legitimidad. Porque, en última instancia, lo que diferencia a los terroristas de quienes no lo son es el cumplimiento de la ley y la protección del estado de derecho que Sendero Luminoso quería destruir a punta de bombas, asesinatos y la implantación del terror.