El avance de Alternativa para Alemania, APA, ha sido llamado el retorno de los nazis. La descripción es obviamente exagerada, pero la preocupación que transmite es comprensible. De un lado hay rasgos comunes, como la virulencia de sectores de la población. De otro hay temor sobre hasta dónde puede radicalizarse una extrema derecha alemana. Pero aun si se descarta un peligro propiamente nazi, la APA es parte de un sostenido crecimiento de la extrema derecha europea. Es cierto que en las pasadas elecciones el Frente Nacional francés sufrió un revés, pero el peso político y simbólico del 13% obtenido por la APA en Alemania compensa largamente esa derrota de la extrema derecha en Francia. Ahora los parlamentos y las calles de la Unión Europea están sembrados de personas que se proclaman antisemitas, antimusulmanes, antiliberales, antiizquierdistas, antieuropeos y defensores de valores sociales ultramontanos. Un cóctel que está enfrentado a todo aquello que Europa ha representado a partir de 1945. No es una casualidad que los baluartes electorales de la APA estén ubicados en el este alemán, donde luego de medio siglo de estalinismo la población parece más fácil de seducir con propuestas autoritarias. Quizás también haya cierto proceso de socavamiento del liberalismo anclado en capas históricas de nostalgia. Pero los inmigrantes no quieren ir a esas zonas, donde hay más desempleo y más neonazis (violentistas muy a la derecha de la APA). No deja de ser irónico, entonces, que la votación más reaccionaria esté en la zona de Alemania donde hay menos inmigración. Quizás porque la competencia por puestos de trabajo es allí más fuerte. Como advierte el análisis de Stratfor, “[Ángela] Merkel no podrá gobernar sola, ahora que el SPD [social-demócratas] ha anunciado su paso a la oposición. Muchos esperan que la canciller forme una coalición con el FDP [liberales] y los verdes. No es una alianza natural, pero excluye a los partidos de los extremos”. Una coalición de discrepantes ideológicos en un contexto de incertidumbre económica trae recuerdos de la ingobernabilidad que marcó a la infausta República de Weimar (1918-1933), que le abrió las puertas al nacional-socialismo. Como dijimos al inicio, también esta comparación es excesiva, pero la preocupación es comprensible. Pero los inmigrantes no quieren ir a esas zonas, donde hay más desempleo y más neonazis (violentistas muy a la derecha de la APA).