Con el inminente fallo del Tribunal Constitucional, el Congreso recupera parte de su normalidad. Termina una modalidad de servidumbre política. Los grupos de parlamentarios desafectos podrán formar tienda aparte de sus membretes originarios. Recuperan un derecho, pero enfrentan el desafío de evitar la banalidad personalista. En principio hay en el hemiciclo una cola de a dos para adecuarse al cambio en lo que todavía formalmente es el Frente Amplio, hoy partido, y en lo que todavía se llama la bancada oficialista. Ninguna de estas divisiones afectará por sí misma la aritmética del Congreso, aunque en un mundo de alianzas nunca se sabe. La verdadera posibilidad de cambiar las cosas está en Fuerza Popular, donde hay orígenes políticos, grupos de interés, y estilos cada vez más claramente diferenciados. Ellos hicieron el cambio de reglamento para curarse en salud, y mantener a la bancada intacta. Aun así ya tuvieron dos disidentes, venidas de otras tiendas. Quien realmente podría cambiar la topografía del Congreso es Kenji Fujimori. Si el hermano discrepante logra formar una nueva bancada de, digamos, unas 20 personas, modificaría la contabilidad del poder en el fujimorismo, y hasta podría jalar simpatizantes de fuera. Daría cambios en de la gobernabilidad del país. Siempre hay la perspectiva de que la sola posibilidad de una división en FP calme las aguas y obligue a la cúpula a negociar con Kenji Fujimori. Lo cual obligaría a este último a precisar qué es exactamente lo que quiere en la política, además de volcar la fuerza del partido hacia la excarcelación de su padre. Otra novedad, por así llamarla, que podría producirse es el surgimiento de bancadas sumamente mixtas, formadas con individuos descontentos en diversas agrupaciones actuales. Por ejemplo, no es fácil imaginar a los actuales oficialistas enfrentados al Ejecutivo manteniéndose juntos de aquí a la eternidad. Un asunto de personalidades fuertes. En todos los casos el retorno a la antigua regla hará que los 130 parlamentarios avancen hacia una imagen más real de la representación legislativa. Lo cual es un valor en sí mismo. Mayor respeto de las cúpulas a bases con posibilidad de dirigirse hacia la puerta. Por último más voz para los planteamientos heterodoxos. Los estamos esperando. Siempre hay la perspectiva de que la sola posibilidad de una división en FP calme las aguas y obligue a la cúpula a negociar con Kenji Fujimori.