Es un choque que quizás Nicolás Maduro no se esperaba. La semana pasada, al suscribir un contrato petrolero con una empresa de los EEUU, le había pedido a Donald Trump un encuentro “cara a cara” para mejorar las relaciones. Esta semana Trump lo ha amenazado con “fuertes y prontas” sanciones económicas si Maduro impone su constitución. Hasta aquí las sanciones de Washington han sido a altos funcionarios específicos. Trump parece estar apuntando a sanciones al régimen entero. Los EEUU son un importante cliente del petróleo venezolano, y mantienen un intercambio comercial en otras áreas. Se trataría, pues, de bloqueos o embargos parciales en áreas sensibles. La teoría ha sido que todo lo que complique la economía de Venezuela complicará también las cosas a Maduro. La robusta protesta popular contra el gobierno tiene tantas raíces en la penuria económica como en la indignación política. En cambio, la ayuda de Washington, con Barack Obama o con Trump, ha sido deleznable. Hace unos días el gobierno cubano, considerado clave para definir la suerte de Maduro y el chavismo, le habría dicho al presidente colombiano Juan Manuel Santos que seguirá apoyando al régimen de Caracas. Con lo cual Trump tendrá que imaginar algunas medidas de fuerza eficaces para influir en los dos países. Una respuesta de Raúl Castro al endurecimiento de la actitud de Washington frente a Cuba ha sido declarar que la apertura económica de estos años ha sido un error, que ha traído pocos beneficios. Lo cual es una amenaza directa a la expansión de la inversión extranjera en la isla, y de paso al crecimiento de las PYMES locales. De otra parte, los laudables esfuerzos de algunas democracias de América Latina por influir en un desenlace positivo hasta aquí no dan real fuego. La iniciativa de la OEA se ahogó en un mar de petróleo regalado. A los diálogos patrocinados desde Europa no les ha ido mucho mejor, sobre todo a los del Vaticano. Todo esto confirma que el destino de la dictadura venezolana hoy está casi íntegramente en manos del movimiento de resistencia cívica de los propios venezolanos. Un movimiento en expansión numérica y en profundización estratégica, con fuerte convicción de una victoria disponible en poco tiempo.