A través de un libro, Joseph Ratzinger explica detalles poco conocidos de su salida. ,Benedicto XVI, el primer pontífice que renuncia en el último milenio explicó algunos detalles de una decisión que quedó en la historia de la Iglesia Católica. Con afirmaciones que se encuentran plasmadas en un libro, el papa emérito asegura que no se fue por escándalos en el Vaticano como se había especulado por un tiempo. PUEDES VER: Madre Teresa de Calcuta es declarada santa por el Vaticano A sus 89 años, Joseph Ratzinger explica que tomó tal decisión del verano de 2012 tras regresar ‘muy cansado’ de su viaje a Cuba y México. Asimismo, niega que el escándalo Vatileaks, aquellas luchas por el poder y el dinero entre los altos representantes de la curia, cause esa drástica decisión, según reporta El País. Esta y más explicaciones están plasmadas en el libro titulado ‘Últimas conversaciones’ escrita por el periodista Peter Seewald tras una larga entrevista con Benedicto XVI. “No, no es cierto en absoluto. Al contrario, las cosas ya estaban claras. Uno no puede dimitir cuando las cosas no están bien, pero sí cuando todo está tranquilo. No se trató de una retirada bajo la presión de los acontecimientos o de una fuga por la incapacidad de hacerles frente”, señaló. Pese a ello Ratzinger sí admite que existió momentos duros en su pontificado, los mismos que en un momento provocaron ser muy cuestionado. “Basta pensar, por ejemplo, en el escándalo de la pederastia, el caso Williamson (obispo británico al que Benedicto XVI levantó la excomunión a pesar de que había negado el holocausto judío) o también el escándalo Vatileaks”, resalta. Por otra parte se refirió a la elección de Jorge Mario Bergoglio. Él asegura que a un comienzo estaba inseguro pero que luego cuando vio cómo hablaba por una parte con Dios y por la otra con los hombres, lo puso muy feliz. “La manera en que rezó por mí, el momento de recogimiento, después la cordialidad con la que saludó a la gente…”, añadió. Benedicto XVI, quien desde su renuncia vive ‘apartado del mundo’ reflexiona y hace un examen de conciencia. “Un punto débil es tal vez mi poca determinación para gobernar o tomar decisiones. El gobierno práctico no es mi fuerte y esto es ciertamente una debilidad, pero no me considero un fracaso”, explica.