Entre el acoso, rechazo y prejuicios: lo que enfrentan las mujeres con la lactancia
A propósito de la Semana de la Lactancia Materna, cuatro mujeres cuentan sus vivencias, que involucra violencias y presiones sociales ante su elección de dar o no de lactar.
Se suele escuchar que la leche materna es el mejor alimento para las y los bebés, una afirmación respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, las presiones sociales y prejuicios alrededor del tema son múltiples, lo que convierte a esta experiencia tan íntima entre las madres y sus bebés en una práctica que puede producir rechazo, acoso y hasta culpa.
Esas pequeñas gotas han generado debates tanto en la comunidad médica o afines, como entre las propias mujeres entorno a la obligación que recae en ellas de dar de lactar. Por un lado existe una presión porque den de mamar a los infantes; por otro, hay un prejuicio y demonización hacia quienes no pueden o decidieron que no amamantarán a sus criaturas. Lo que no se apoya, finalmente, es la libertad que deberían tener las mujeres para poder decidir lo que hacen o no con sus cuerpos.
A propósito de la Semana de la Lactancia Materna, celebrada entre el 1 y el 7 de agosto para crear conciencia y estimular la acción sobre temas relacionados, cuatro madres cuentan sus experiencias entorno a un acto tan natural como el de darle la leche materna a un bebé.
Culpa y miedo ante la ausencia de lactancia
Tefy Malasu no tuvo la elección de poder elegir si dar de lactar a su pequeña hija de 8 meses, por lo cual menciona haber sido juzgada no solo por el personal médico de la clínica a donde acudió, sino también por su propio entorno más cercano. “La leche que yo producía era mínima. Las enfermeras me decían de muy mala manera ‘no tienes leche, tienes que darle fórmula o tu hija va a bajar de peso’. Me estaban metiendo miedo, pero yo quería insistir con esto porque para mí era una meta alimentar a mi bebé”, cuenta.
Incluso, el pediatra encargado le dijo que debía darle el sustituto artificial de la leche materna porque su hija estaba bajando de peso. Pero Tefy señala que lo que no le indicaron en ese momento fue que es normal que los bebés bajen hasta en un 20% de peso los primeros 15 días de su existencia. Al sentir miedo por la salud de su hija y la constante presión de enfermeras y doctores, accedió a darle la fórmula. “Me dieron marca del biberón, marca de la leche, y fue ya después que me di cuenta que ese es un negocio”, relata.
Sin embargo, ella quiso dar de lactar a su pequeña, por lo que contrató a una asesora de lactancia. “Más que sentir que me ayudaba, sentí que era una persona más que me juzgaba por no darle de lactar y sentía que estaba haciendo todo mal”. Pero no solo eran los trabajadores de salud quienes expresaban comentarios negativos hacia la madre, sino que sus mismos familiares la tildaban de “mala madre” por no poder darle leche materna a la recién nacida.
“Yo sentía culpa conmigo misma. Me ponía a llorar porque, por más que me sacaba leche todo el día, era muy poco. Cuando me di cuenta que me estaba enfermando y deprimiendo, decidí parar de intentar. Ahora mi hija está sana y fuerte”, expresa.
Ese mismo juzgar lo vivió Vanessa Elías, una joven que tuvo claro desde el primer momento que no quería dar de lactar a sus dos bebés. “Nunca tuve esas ganas de dar de lactar. Me parecía que podía suplirse perfectamente con un biberón. Siempre lo tuve claro, pero cuando estuve embarazada muchas personas asumen que lo vas a hacer y, cuando les decía que no lo haría, trataban de convencerme de intentarlo. Simplemente no me nacía y no creo que sea algo que todas debamos hacer”, comenta.
A Vanessa, además, le decían que si no daba de lactar “no tendría una conexión con su hijo”, que “no estaría para él cuando más la necesitaba”. Tras las críticas y señalamientos, llegó a pensar que en algún momento su decisión podría hacerle daño a sus hijos, pero afirma que ambos se encuentran bien y recalca que esta elección solo la debe tomar cada mujer.
La leche de fórmula es la opción para aquellas madres que por diferentes motivos no pueden, o no desean, dar de lactar a las y los recién nacidos. La OMS indica que recomienda que los bebés sean alimentados exclusivamente al pecho durante los seis primeros meses de vida. Sin embargo, los que no son alimentados de este modo “necesitan un sucedáneo apropiado de la leche materna, por ejemplo, una preparación para lactantes”. La entidad recalca que las preparaciones en polvo para lactantes no son estériles, por lo que brinda pautas para una preparación y conservación correctas.
La doble moral entorno al cuerpo de las mujeres: rechazo y acoso hacia las lactantes
Lucía Llanos Borda comenta que en la clínica donde realizó el parto le dijeron que debía darle fórmula de leche al recién nacido bajo el pretexto de que era una madre primeriza y que había pasado por una cesárea. “Me presionaban diciendo que si no le daba fórmula a mi hijo se le iba a bajar la glucosa, pero yo sentía que no era por la preocupación hacia el bebé, sino que me presionaban para que compre una marca en específico”, detalla.
Tras la insistencia, Lucía se negó y pudo dar de lactar a su pequeño, y con ello vendría una de las violencias más comunes que viven las mujeres en Perú: el acoso. “Estaba sentada en una combi y empecé a dar de lactar a mi bebé. Me coloqué un tul encima y delante mío se sentó un hombre. Fue tan incómodo porque sentí que quería penetrarme con su mirada, así que tuve que bajarme para tomar un taxi. Me hizo sentir asqueada en un momento de privacidad que tenía con mi hijo”, narra.
No es la única vez que ha pasado por ello, pues le sucedió un episodio similar en un centro comercial, donde nuevamente la perseguían las miradas lascivas. Stefanie Medina cuenta que también ha pasado por este tipo de acoso que sufren las lactantes, pero sobre todo le tocó vivir aquellas miradas que juzgan a las mujeres por dar de lactar en público.
Stefanie se encontraba en un café amamantando a su hija cuando de pronto empezó a sentir que alguien la observaba desde la otra mesa. “Me miraban como si fuera algo no natural, como si fuera algo que debería esconder. Un señor me miró, me señaló y empezó a cuchichear con un trabajador del local. Felizmente no pasó nada”, refiere.
“El tema es cómo te observan, muchas veces los bebés reclaman, a ellos no les importa si estás en la calle o no. Me ha pasado lo mismo muchas veces cuando he ido a malls. Pasaban personas y me miraban raro, o cuchicheaban”, expresa Medina.
Ambas madres coinciden en que la lactancia debe normalizarse en la sociedad, aquella en la que los cuerpos de las mujeres están tan hipersexualizados que un acto natural como el alimentar al bebé con leche materna es incluso visto como una acción sexual para los hombres.
Datos
En Perú, la Ley N° 29896 señala que toda institución del sector público o privado donde trabajen 20 o más mujeres en edad fértil, debe contar con un espacio digno, exclusivo, cómodo y saludable para la extracción y conservación de la leche materna durante el horario de trabajo.
Al 2019, un 75,3% del sector privado cuenta con un lactario, mientras que en el sector público esta cifra alcanza el 25%, según estadísticas de la Dirección General de Derechos Fundamentales del Ministerio de Trabajo (MTPE). Del total de centros de lactancia, el 66% está concentrado en Lima y el 34% en las demás regiones.