Sin comunicación. Dirigentes de los agricultores de la zona cocalera más grande del país afirman que en el 2014 entregaron al gobierno de Humala un plan técnico para la reducción de los cultivos ilegales de hoja de coca, pero no han recibido respuesta. Ante la eventual reducción forzada de los cocales responden: "Vamos a defender los cultivos con nuestras vidas"., Al no haber erradicación de cultivos de hoja de coca, el narcotráfico todavía manda en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). Esto ha permitido que en el Vraem se concentre el 67.8 por ciento de producción de hoja de coca en todo el Perú, según datos recientes de las Naciones Unidas. Por eso el Vraem es como un “paraíso” para las mafias de la droga, porque les asegura el insumo para la elaboración de pasta básica y de clorhidrato de cocaína. Pero los dirigentes de las organizaciones de agricultores cocaleros del Vraem saben que la situación cambiará en cualquier momento. Así como en el valle del Alto Huallaga los cultivos de hoja de coca se han reducido de 13 mil 025 hectáreas a 1,555 hectáreas, entre 2010 y 2014, los dirigentes cocaleros del Vraem están seguros de que en el corto plazo les tocará el turno de afrontar la destrucción de los cultivos de hoja de coca que alimentan al narcotráfico. Pero los dirigentes hacen una advertencia. “Si se aplica una erradicación forzada de los cultivos de hoja de coca, nos opondremos con nuestra vida. El pueblo se va a levantar. Será una catástrofe. Habrá mucha violencia”, aseguró el secretario general de la Federación de Productores Agropecuarios del Vraem (Fepavraem), Próspero Ayala. El Fepavraem es una de las organizaciones más fuertes de la región. En el Vraem, en 2010, se registraron 19 mil 723 hectáreas de hoja de coca, y en 2014 Naciones Unidas contabilizó 18 mil 845 hectáreas. Prácticamente nada ha cambiado, a diferencia del Alto Huallaga. Por eso los narcos se sienten en el Vraem como en un “paraíso”. Los cocaleros están dispuestos a negociar la erradicación de los cultivos de coca. La lógica del narco “El agricultor cocalero mayormente trabaja su coca y la vende al narcotráfico, esa es la verdad”, reconoció Próspero Ayala. “Al cocalero no le queda otra porque la Empresa Nacional de la Coca (Enaco) paga un precio demasiado barato por ella y no justifica la canasta familiar del campesino. Además, Enaco no compra cualquier tipo de hoja de coca. Siempre busca un producto de muy buena calidad. Los otros (los narcotraficantes) te compran lo que sea, a ojo cerrado”, explicó por su parte el dirigente cocalero del distrito de Samugari, Palomino Cárdenas Toribio. Samugari es un distrito de La Mar (Ayacucho). Efectivamente, los dirigentes cocaleros consultados expresaron que aceptan la conversión de los cultivos de hoja de coca por otros productos alternativos pero a partir de una hectárea hacia arriba. Incluso no se oponen a que los agricultores por su iniciativa se acojan a los programas gubernamentales de sustitución de cultivos. “Si quieren la reconversión, se puede hacer a partir de una hectárea. Menos no es posible porque no funcionará. Los campesinos que tienen menos de una hectárea no podrán sobrevivir sin el ingreso que les da la hoja de coca”, apuntó el dirigente Ayala. “Lo primero que pedimos es sentarnos a dialogar con el gobierno. Ahora, si el agricultor cocalero quiere reconvertir sus cultivos de hoja de coca en este momento, ya es su problema. Nosotros como dirigentes no lo defenderemos. Si gana o pierde ya es cuestión suya”, aseguró el líder del Fepavraem, Próspero Ayala. El 2014, los dirigentes cocaleros presentaron a la Presidencia del Consejo de Ministros una propuesta técnica para reducir los cultivos de hoja de coca: limitación de la producción de hoja de coca por agricultor a 100 arroba; que Enaco duplique el precio que paga por la arroba de hoja de coca; y empadronamiento de los agricultores cocaleros. Palacio de Gobierno no les ha dado una respuesta. En el Vraem la mayoría de agricultores cocaleros son minifundistas; esto quiere decir que solamente cuentan con una o dos hectáreas de hojas de coca, o media hectárea, un cuarto de hectárea, un octavo de hectárea y hasta menos. Pero en comparación con otras cuencas cocaleras, en el Vraem se registran hasta cuatro cosechas al año de hoja de coca, lo que representa una altísima productividad. La República comprobó que en las zonas cocaleras los narcos pagan por una arroba de hoja de coca (equivalente a 11 kilos aproximadamente) alrededor de 100 soles. Si por cada hectárea se producen 100 arrobas de hoja de coca, un agricultor al año podría obtener 40 mil soles. Pero de ese total el agricultor debe descontar la mitad que gasta en la contratación de mano de obra, con lo que quedan 20 mil soles. Pero a este monto se le deben descontar 6 mil soles más o menos que representa la compra de pesticidas y otros productos químicos que requiere el agricultor. Al final la ganancia líquida sería de 14 mil soles. Ahora, si el cocalero además procesa la hoja de coca en pozas de maceración, como suele ocurrir en algunas zonas del Vraem, por cada kilo de pasta básica puede conseguir 3 mil soles. Si por cada 100 arrobas de hoja de coca se producen alrededor de 7 kilos de pasta básica, al año el campesino conseguirá sacar 28 kilos, lo que implicaría un ingreso de 84 mil soles al año. Una ganancia seis veces superior respecto a lo que obtiene vendiendo solamente hoja de coca. Pero eso no es todo. Algunos campesinos cocaleros coordinan con traficantes de droga para que éstos saquen el producto ilícito del país. Un traficante gana por pasar 1 kilo de pasta básica de cocaína del VRAEM al extranjero (por ejemplo Chile) unos 3000 dólares, dándole al campesino que le da la droga una comisión de 1000 dólares o hasta la mitad, 1500. Por 10 kilos el traficante gana hasta 30000 dólares líquidos. Y el campesino 10000 dólares o hasta la mitad, 15 000 dólares. Esta es la lógica de la economía del narcotráfico. Como los cocaleros quieren aumentar sus ingresos, no son pocos los que también se dedican a la maceración de la hoja de coca. Guerra avisada Fuentes de la Dirección Antidrogas del Vraem explicaron a La República que la mayor parte de los cultivos de hoja de coca y de las pozas de maceración se ubica en los alrededores de las localidades de Llochegua, Sivia, Santa Rosa, Esmeralda, Mayapo y San Martín de Pangoa. En el norte del Vraem. “Entramos, golpeamos y salimos. No es un trabajo constante porque los pobladores de esas localidades son el primer enemigo de la interdicción. Toda la población está en contra de la Policía o del Ejército. Los agricultores salen con armas, o salen con los niños y las mujeres adelante para defender los insumos químicos o la droga. Cortan las vías de acceso, destruyen los vehículos oficiales. Entonces, para evitar el costo social, las interdicciones son esporádicas”, indicaron fuentes antinarcóticos. En la mayoría de pueblos de los distritos del Vraem existen de 2 a 3 pozas de maceración para elaborar pasta básica de cocaína, según fuentes antidrogas y ex narcotraficantes consultados por La República. Algunas pozas están escondidas a lo lejos de una chacra de cultivo de coca, otras a pocos metros de la entrada. Aproximadamente un treinta por ciento de niños, adolescentes y jóvenes, hijos de cocaleros, son incentivados por los narcos a trabajar en las pozas a cambio de dinero. Todo el tiempo circulan camionetas 4x4 por territorios realmente pobres. Algunas cargan bolsas enormes de hoja de coca, otras no llevan placa, algunas están estacionadas a pocos metros de las chacras. El Vraem se mantiene como el epicentro de la elaboración de droga, siendo el narcotráfico un poder real y esclavizador. “Yo no quiero que mis hijos crezcan en estas condiciones, cerca de los narcotraficantes, yo quisiera poder vender nuestras hojas de coca a otros, pero ellos son los únicos que compran. Nuestras hojas de coca alimentan, visten, educan a nuestros hijos, son nuestra única canasta familiar, nuestro único sustento”, dijo un campesino cocalero del distrito de Sivia. Haz clic en la infografía para verla extendida "Éxito de reconversión dependerá de un cambio en el campesino" El gobierno anunció que este año se iniciaría la erradicación de coca, pero hasta ahora no se ha aplicado. Carlos Figueroa Hinostroza, especialista de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida Sin Drogas (Devida), dijo a La República que no descarta esa medida. Señaló que esta institución no se dedica a la erradicación, lo hace el Ministerio del Interior a través del Proyecto Especial de Control y Reducción de la Hoja de Coca. "La fecha de erradicación o el lugar donde se vaya a hacer, obedece a un plan, y este no se puede hacer público por seguridad", dijo. Respecto a las dudas de los dirigentes por el éxito de la reconversión dijo el especialista: "¿Cuál es el sustento técnico que tienen los dirigentes cocaleros para decir que la reconversión productiva no va a funcionar? Siempre los gremios cocaleros encontrarán excusas para no entrar a la legalidad", indicó. Reconoció que el éxito de la reconversión depende de que el campesino cocalero cambie de cultivo. En otras palabras, que deje de alimentar al narcotráfico.