Los cuerpos hablan Aquí las conclusiones forenses que se desprenden de los protocolos de necropsia y el Informe Antropológico Forense elaborado por la Unidad de Investigación Forense de la Comisión de la Verdad y Reconciliación: * Las víctimas murieron como consecuencia de disparos de arma de fuego efectuados cuando se encontraban a una distancia cercana como para disparar en el tórax, la cabeza y las extremidades inferiores. * Los disparos fueron dirigidos con intención homicida y con la finalidad de asegurar la muerte de las víctimas, pues se efectuaron varias descargas, en promedio cinco a siete por cada víctima. * Los disparos habrían sido efectuados mediante ráfagas de armas automáticas -fusiles de guerra-, por varios tiradores que se hallaban probablemente en una misma posición respecto de las víctimas * Las ubicaciones y trayectorias de los disparos en todos los casos permiten afirmar que las víctimas probablemente se hallaban tendidas en el suelo en posición decúbito ventral con las manos atadas hacia atrás, en situación de indefensión. * El análisis del conjunto de los aspectos anteriormente señalados permite presumir razonablemente la existencia de un patrón de ejecución compatible con un fusilamiento. Por Amanda Gonzales Unidad de Investigación La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) entregó ayer al Ministerio Público su informe final sobre una de las fosas exhumadas en el distrito de Totos, provincia de Cangallo, ubicada en el corazón del departamento de Ayacucho. En ella fueron enterrados hace veinte años los cuerpos de cuatro campesinos asesinados por un destacamento comandado por el llamado "capitán Chacal". A este personaje se atribuyen además otras matanzas, como la de Chuschi. Hasta hoy es recordado en la zona por su brutalidad. Gracias al testimonio excepcional de un sobreviviente, la CVR ha reconstruido el caso de Totos, en un documento que La República condensa en esta edición. Érase una vezÖ A comienzos de abril de 1983, un número indeterminado de helicópteros aterrizaron en Totos, se posaron sobre el campo abierto del colegio del pueblo e instalaron allí su base de operaciones. Durante la jornada hicieron varios viajes transportando un contingente de 60 efectivos. Días después se sumó un destacamento de 16 "sinchis" (comandos antisubversivos) de la policía. El día 5 del mismo mes los militares convocaron a una asamblea con el pueblo. Muchos pobladores no concurrieron por temor, algunos abandonaron sus casas. El oficial del Ejército conocido con el seudónimo de "capitán Chacal" advirtió a los presentes que debían empadronarse si querían ser protegidos de las acechanzas de Sendero, y les pidió que avisaran a los demás. Así comenzó la historia del Comando Unificado de Lucha Antisubversiva de Totos. Historia que terminó con más de 30 pobladores desaparecidos, y la proliferación de fosas alrededor del poblado. Según testigos, los restos escondidos pertenecerían a gente de otros lugares de Ayacucho trasladados en helicópteros hasta allí para ser ejecutados. Inicialmente, (la base de Totos) estuvo al mando de un oficial conocido únicamente como "capitán Chacal" -se lee en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)-. "Capitán Chacal" habría permanecido en Totos hasta junio de ese año, oportunidad en que fue relevado por el "teniente Hiena". Es probable que el "capitán Chacal" haya regresado a Totos el mismo 1983, si se tiene en cuenta que el personal de dicha base rotaba cada dos o tres meses su lugar de servicio en la zona. El sello de Chacal Al igual que en la matanza de Sillaccasa (distrito de Chuschi) -atribuida también a un destacamento comandado por el "capitán Chacal"-, las ejecuciones extrajudiciales de Totos dejaron un sobreviviente, que se ha constituido en pieza clave para la reconstrucción de los hechos. Su nombre se mantiene en reserva. Apenas se instaló la base de Totos, los efectivos emprendieron operativos en la zona y detuvieron a los profesores de la localidad que no se habían empadronado. Los vieron como sospechosos de tener contactos con Sendero. Meses atrás, el movimiento subversivo había incursionado en el pueblo y se temía que hubiera dejado infiltrados. El sobreviviente de los hechos que sobrevendrían luego, a quien llamaremos Mario, tuvo la mala idea de ir a interceder ante los militares de la base por uno de los detenidos. Ante su insistencia, uno de los guardias decidió incluirlo en la expedición de exterminio preparada para los "sospechosos", forzándolo a entrar en la base. Las esposas de los detenidos pudieron verlos brevemente, y darles comida y abrigo para que pasaran la noche. Permanecieron detenidos nueve días, sin agua ni alimento. Mario estuvo allí junto a tres profesores de la escuela comunal y a los cuatro agricultores cuyos cadáveres fueron hallados posteriormente en una de las fosas de Totos. Pero entonces, cuando los familiares de los detenidos fueron a averiguar por ellos a la base, "los efectivos militares y el propio "capitán Chacal" les respondieron que los detenidos habían sido trasladados a Huamanga y Lima. Les sugirieron que indagaran en esos lugares, o de lo contrario esperaran su regreso dentro de una semana". Es lo que Mario ha contado a la CVR. Pero nunca salieron de Totos. El testigo asegura que en ese trance vio cómo los militares violaban a las esposas de los maestros, que también permanecían en la base. La fuga de Mario, el testigo Al final de la segunda semana de abril de 1983, se ordenó una "limpieza" en la base de Totos. Pero antes había que fabricar pruebas que vincularan a los sospechosos con Sendero Luminoso. "...Habían puesto armas y habían puesto una bandera roja, nos han hecho parar ahí y nos han hecho tomar fotos a toditos; con los ojos vendados; eso nos han tomado sin preguntarnos nada si sabíamos algo, nada, y luego nos devolvieron... (...) como me taparon con una telita delgada nomás, yo veía todas esas armas, habían tarros también, qué cosa habrá habido en esos tarros, habían fusiles", dice el relato de Mario. Al noveno día, los Sinchis entraron en la celda improvisada de la base; "ahora les toca descansar", les dijeron. Les ataron las manos, y los sacaron custodiados por 15 a 20 efectivos, que cargaban picos y palas. Mario sólo recuerda la voz ronca del oficial que comandaba el grupo. Fueron camino arriba hasta el paraje de Ccarpaccasa, donde los echaron boca abajo. Algunos uniformados comenzaron a cavar, mientras el líder realizaba el interrogatorio sumarísimo. Preguntaba a los detenidos si conocían a las personas designadas como autoridades por Sendero, "Entonces dije: ësí conocemos a esas personasí, eran como las autoridades", narra Mario. Pero explica también que cuando Sendero tomó el pueblo antes de la llegada del Ejército rebautizó como "milicianos" a todos los pobladores: "ÖA esas autoridades les dijeron "tú eres miliciano", entonces ellos no son culpables porque a la mayoría le decían lo mismo y les cambiaban el nombre a cada uno (...) Mientras nos preguntaban, estaban cavando..." Fue en esas circunstancias que una luz distrajo a los efectivos que cavaban la fosa, y Mario aprovechó la oportunidad para escapar y ocultarse en una cueva cercana, detrás de unos matorrales. Desde allí pudo escuchar los gritos de las víctimas y los disparos, que siguieron inmediatamente a su fuga. Un extraño helipuerto La CVR ha confirmado también la existencia de un helipuerto en las afueras de Totos, junto al camino que conduce al distrito de Vilcanchos, cerca del campo deportivo de la comunidad de Veracruz. Los pobladores cuentan que allí aterrizaban periódicamente helicópteros del Ejército con detenidos de otras localidades, que luego eran internados en la Base Militar de Totos. La gente de Totos asegura también que los prisioneros eran sacados de la base generalmente de noche, llevados por patrullas que portaban picos y palas, pero no retornaban a este centro de detención. El uso de recursos tan escasos y preciados de las Fuerzas Armadas como helicópteros son un claro indicio de que Chacal no actuó solo o por cuenta propia. Tal y como publicó La República el 23 de enero pasado, un ex guía del "capitán Chacal" confirmó a la CVR que la base de Totos era visitada por oficiales del Ejército de alta graduación y que el propio general Clemente Noel Moral -entonces Jefe Político Militar de Ayacucho- tenía cabal conocimiento del funcionamiento de esa base y trataba personalmente con el "capitán Chacal". Confirmó también que el jefe de la Base Militar de Totos comunicaba por radio a sus superiores acerca de las operaciones militares que realizaba, así como de sus resultados. Las víctimas Teófilo Julio Godoy Bellido: Agricultor natural de Totos, 24 años, casado con Irma Puchuri Vega, un hijo. Fue intervenido en su chacra de Uccllahuanca mientras se encontraba descansando después de una larga jornada. Alrededor del 10 de abril de 1983 fueron detenidos también Marceliano Zamora Vivanco y Primitivo Tucno Medina, presumiblemente por "Sinchis", luego de acudir a empadronarse en la Base Militar de Totos. Roberto López León: Agricultor de Totos, 30 años, casado con Marcelina Cconislla Cárdenas, dos hijos. Fue dirigente comunal. Detenido en Ccarpaccasa, cuando laboraba en su chacra. Primitivo Tucno Medina: Natural de Totos, 33 años, casado con Gertrudis Ccarhuaz Cabrera. Tenía cuatro hijos, se dedicaba a la agricultura y fue también dirigente comunal. Fue detenido cuando acudió a la Base Militar de Totos para empadronarse. Marceliano Zamora Vivanco: Nacido en Totos, 30 años, casado con Fausta Pariona Huamán. Tenía tres hijos. Agricultor. Fue presidente de la Junta Comunal. También lo detuvieron cuando fue a empadronarse en la Base Militar de Totos. Perros salvajes Las viudas de los ejecutados no se resignaron a ver los cuerpos de sus maridos en la fosa cuando los encontraron. Intentaron sacarlos, pero no todas pudieron. Marcelina Cconislla Cárdenas -viuda de Roberto López León- quiso darle cristiana sepultura a su esposo pero sólo logró extraer el cráneo. Luego de tenerlo un tiempo en su casa, lo enterró en el cementerio de Totos. La viuda de Marceliano Zamora Vivanco, Fausta Pariona Huamán, sí lo desenterró entero: "Cuatro personas había en el lugar (en la fosa). Como no pude sacar a mi esposo, me fui a mi casa y me puse a llorar. Después de tres años, pensé que no era justo dejar a mi esposo ahí y pedí que me ayudaran a sacarlo. Lo sacamos y lo llevamos al panteón. Entonces yo descubrí que todos los cadáveres estaban unos sobre otros, por eso no pude sacarlo la primera vez. Esto lo hice porque yo estaba como loca pensando que mi esposo no podía estar allí, hasta que los perros se comieran sus huesos..." Y es que en la época de la guerra contra Sendero, jaurías de perros salvajes rondaban las innumerables fosas donde yacían los cuerpos de personas ejecutadas extrajudicialmente. No era raro ver a estos caninos llevando en el hocico huesos humanos, al punto que la población llegó a acostumbrarse al escalofriante cuadro.