Emilio Candela: “Lo que debería primar es llegar a acuerdos mínimos para lograr cierta estabilidad”
Emilio Candela Jiménez es historiador, Catedrático en la PUCP y en su momento fue secretario Ejecutivo del Instituto Riva Agüero. Durante una entrevista para La República, Candela Jiménez, recuerda las últimas crisis políticas que se han vivido en el Perú y cuáles son los pedidos, por parte de la población, para una salida rápida ante la coyuntura nacional.
El historiador Emilio Candela hace una comparación entre la polarización de la década de 1930 en que se generaron actos de violencia por temas políticos. Dice que definir de una vez cuándo serán las elecciones ayudará a bajar la tensión. Señala que es poco viable que se dé un golpe de Estado como los muchos que hemos tenido.
— Usted ha investigado los años 30, en que hubo gran polarización política y de violencia; con la diferencia que hay ¿podría decirse que se está repitiendo el escenario del año de la barbarie, como lo llamó Guillermo Thorndike?
— Ha habido mucha violencia sobre todo desde diciembre, pero en los 30 fue mucho más cruento en cuanto al número de muertos. Solamente en la rebelión de Trujillo, de 1932, se dice que a la semana siguiente hubo juicios sumarios, y algunos hablan de mil fusilados. Entonces, a nivel de violencia fue mayor, pero lo que sí es similar es que ha habido una polarización muy fuerte y violencia por temas políticos. Las demandas ahora son la renuncia de la presidenta, el cierre del Congreso y que se convoque a una asamblea constituyente, es decir, son temas netamente políticos.
En los años 30 también eran temas políticos, y entonces era que el Apra se había enfrentado al Gobierno de Sánchez Cerro. Otro símil es que el Gobierno y sectores afines sindicaban al Apra también como un grupo subversivo, terrorista. Ahora pasa algo similar, pues el Gobierno dice lo mismo de la gente que está en las protestas.
— Por entonces, Benavides buscó una salida política, diferente, a la par de mayor atención a los pobres, pero tampoco logró pacificar al país. Ahora, ¿qué podría ayudar a bajar las tensiones si han muerto ya casi 60 personas?
— Efectivamente, después de Sánchez Cerro y la época tan violenta, llega Benavides e intenta atenuar un poco la represión con algunas medidas sociales, pero, si bien la represión disminuyó, no desapareció. En la época de Odría también hubo mucha violencia. En la coyuntura actual estamos en una situación en que lo que debería primar es llegar a acuerdos mínimos para lograr cierta estabilidad, pero lo que vemos en los últimos días es que los sectores políticos se ponen por encima de la prioridad que debe ser la tranquilidad del país.
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— La izquierda, por ejemplo, no acepta ninguna salida que no incluya una asamblea constituyente; entonces, no acepta el adelanto de elecciones, a menos que se incluya una asamblea constituyente, lo que es una posición maximalista. Un sector de la derecha dice que las elecciones deben ser el próximo año y con algunas reformas.
Y es una posición también inflexible. Parte de las protestas se mantienen porque no hay un horizonte claro de cuándo serán las elecciones. Si definen que las elecciones sean en octubre, calmaría la protesta porque ya estaríamos en un escenario preelectoral y el interés de la población se orienta hacia los posibles candidatos, qué proponen, y ya no tanto a la protesta. Igual, creo que hay sectores que se están aprovechando de esto para generar caos.
— En la actual situación en que la presidenta no quiere renunciar y el Parlamento no aprueba el adelanto de elecciones, pese a casi un mes de protestas ininterrumpidas, ¿podría darse un golpe militar como los muchos que hemos tenido en nuestra historia?
— No. Eso lo considero poco viable. La Fuerza Armada es consciente de que un hecho de ese tipo no se puede sostener en el tiempo. Los golpes militares que había antes en el país ya no son avalados por nadie. Algo así pasó con Castillo en diciembre, cuando quiso dar el golpe. Nadie lo reconoció, ningún país iba a reconocer un gobierno de facto, igual pasaría con un golpe militar.
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Quizás la estrategia de la presidenta será forzar al Congreso, y no sé si su renuncia es un elemento que esté considerando, porque ella ha planteado dos proyectos que tienen que ser aprobados por el Congreso, y, si no lo hacen, no se da. La manera de presionar al Congreso es decirles que, si no se ponen de acuerdo para adelantar las elecciones, lo único que le queda es renunciar, y con eso al presidente del Congreso solo le queda convocar a elecciones.
— Entonces, parece que la única salida a la crisis que vivimos serán las nuevas elecciones. ¿Corremos el riesgo de que se repita lo que pasó en el proceso de 1936, en que se anuló el resultado, de volver a salir algún candidato extremo de izquierda, como Castillo?
— En esa época, el Gobierno tenía cierto control sobre el sistema electoral, y era mucho más fácil influir en los temas electorales, el Apra era un partido proscrito, y en fin. Igual vamos a tener un ambiente muy tenso, muy polarizado, y es la consecuencia de lo que hemos vivido en los últimos meses. Ahora hay un sector del Congreso que pide nuevas autoridades en el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE, aunque su mandato aún no vence. Quizás habrá un sector del país que podría cuestionar el proceso si siguen los mismos.
— ¿Cómo podríamos tener unas elecciones relativamente tranquilas?
— Tal vez podría contribuir a que las elecciones no sean polarizadas que haya caras nuevas. No sé en qué medida sea posible la participación de personas que no sean parte del tema político de los últimos años. Por ejemplo, que Keiko Fujimori no postule ayudaría, porque ella polariza mucho. Igual, si no postula Verónika Mendoza también ayudaría, porque también genera polarización.
— Usted ha investigado el papel de los medios para su libro Prensa, conspiraciones y elecciones. ¿La cobertura de los grandes medios de los últimos procesos contribuyó a la polarización que ahora vivimos?
— Es indudable que en el 2021 hubo un grupo de medios que se alineó con una candidatura, sobre todo en la segunda vuelta. Creo que los medios deben hacer un mea culpa, e informar y dar tribuna a todos los candidatos. Si reciben denuncias sobre hechos de corrupción de algunos candidatos, lo tienen que mostrar, pero de todos, no solo de unos. Los medios tienen hoy mayor capacidad de influencia sobre la opinión pública.
En los años 40, 50, que trata el libro que menciona, también la prensa tenía cierta influencia, pero en algunos casos era una prensa más ideologizada, que claramente se identificaba con ciertos intereses políticos. En los años 40, sobre todo era el tema del Apra y había medios que eran muy antiapristas como La Prensa y El Comercio. Eso es lo que habría que superar, es decir, que los medios no sean tan "anti", sino que informen con pluralidad.