"En todas las elecciones presidenciales y congresales los empresarios más ricos del país donan dinero sin declarar en las campañas de los candidatos que les apetece. Y lo hacen sin mencionar sus identidades no por razones filantrópicas sino corruptas".,“Hay una campaña de destrucción contra el sector privado”, ha dicho en tono de queja el empresario Roque Benavides, pocos días después de que el fiscal de Lavado de Activos, José Domingo Pérez, dispuso citarlo para el 12 de marzo de 2019 por su vinculación con los aportes a la campaña presidencial de Keiko Fujimori en 2011. Ante el auditorio de la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE), Benavides también defendió la actuación de su colega el ex presidente de Confiep Ricardo Briceño, quien con 200 mil dólares entregados por Odebrecht financió una campaña encubierta de su institución a favor de Keiko Fujimori. Nadie sabía de los 200 mil dólares, si no fuera porque Barata lo mencionara en su confesión sincera. El argumento de Benavides es que en ese tiempo no se sabía que Odebrecht “era una empresa corrupta”. Nada más falso. Como si se tratara de una lotería, en todas las elecciones presidenciales y congresales los empresarios más ricos del país donan dinero sin declarar en las campañas de los candidatos que les apetece. Y lo hacen sin mencionar sus identidades no por razones filantrópicas sino corruptas. Si es elegido el candidato en el que invirtieron, luego le reclaman la contraprestación por el financiamiento. Nada es gratis. Exigen millonarias obras públicas con las que recuperan lo que aportaron. Señores, Odebrecht no llegó al Perú e inventó la corrupción en la obra pública. Con abundante y contundente evidencia así lo demuestra el profesor Francisco Durand en una de la mejores investigaciones sobre la constructora, Odebrecht: La empresa que capturaba gobiernos (PUCP, Oxfam, 2018). En el libro se evidencia que los empresarios peruanos que se asociaron con los brasileños sabían perfectamente de las prácticas corruptas de los brasileños. Todos querían hacer negocios con Odebrecht a sabiendas de sus prácticas ilegales, como lo confesó Jorge Barata al destapar el famoso “Club de la Construcción”, una mafia hasta ahora intacta que se repartía los proyectos que superaban los 500 millones de soles. Desde que llegó al Perú, “Odebrecht hizo sus obras sobre la base de un sistema colusivo ya existente, que incluía el pago de sobornos, dado que la historia de la corrupción peruana es muy antigua”, señala Durand. Este mecanismo perverso es lo que atrajo a las otras compañías del cártel corrupto brasileño como OAS, Andrade Gutierrez, Camargo Correa, Queiroz Galvao, Engevix y otra docena, cuyos representantes deben haber aplaudido con lágrimas en los ojos a Roque Benavides cuando atacó a las autoridades anticorrupción en la CADE: “Hay una campaña de destrucción contra el sector privado”, dijo. Si dicen ser los “constructores del país”, los empresarios deben despojarse de conductas que recuerdan a los integrantes de Los Destructores, como secuestrar gobiernos para monopolizar las obras públicas, como señala el profesor Durand. En lugar de mentir sobre una supuesta persecución de empresarios honestos, es hora de decir la verdad ante la justicia.