La desesperación se llama ahora asilo político en la Embajada de Uruguay.,“Demuéstrenlo pues, imbéciles”. Cuando escuché esas palabras de la boca de Alan García pensé que era un video-meme inventado por la gran cantidad de enemigos que ha sembrado y va cosechando el dos veces presidente de la república. No lo difundí porque me pareció falso: un hombre y político tan astuto —que no es sinónimo de inteligente— jamás podría hacer ese tipo de declaraciones en una rueda de prensa. Pero posteriormente vi el video completo transmitido por Canal N, junto con la negación a responderle a una periodista que solo hacía su trabajo y me di cuenta de que hasta un político zafio cuando está herido de muerte llega a la desesperación. La desesperación se llama ahora asilo político en la Embajada de Uruguay. “Me allano y me quedo aquí”. Pero en la noche entró a territorio uruguayo y ahora ha puesto la pelota en la cancha del Presidente Tabaré que, a su vez, se encuentra con varios problemas internos por situaciones de corrupción; no contra él pero sí contra miembros de su gobierno que, al parecer, tienen cuentas en Andorra. Además, Uruguay no ha firmado el tratado de investigación fiscal internacional por el Caso Odebrecht y ese sería el motivo por el cual García escogió a los orientales y no a los colombianos como en 1992. ¿Qué va a hacer el Ministerio de Relaciones Exteriores? Le cabe la alta responsabilidad de explicar de manera transparente el proceso de investigación fiscal y las pruebas que han recogido de las declaraciones de Barata sobre las conferencias internacionales a 100 mil dólares la hora: cifra que, en términos académicos, es absolutamente inadmisible. Ni la Universidad de Harvard paga esa cifra a un Premio Nobel. Si Alan García era odiado por diversos sectores ciudadanos peruanos con una desaprobación sostenida por años del 80%; hoy el acto cobarde de exiliarse para no afrontar la justicia —que hasta Keiko, Ollanta y Nadine han enfrentado— lo convierte en un ejemplo perfecto de lo réprobo. Por supuesto que no es novedad. En un mensaje de Augusto Valqui Malpica, viejo militante aprista, que está circulando ahora por las redes, lo acusa de haber traicionado primero a su padre, menospreciándolo; luego a los viejos jerarcas del partido como Luis Alberto Sánchez; posteriormente a su único hermano Carlos; de violar a la hija de Luis Heysen y acosar sexualmente a familiares de Jorge Lozada Stambury; y finalmente de destruir el partido de Haya de la Torre. Sus solícitos, como Mauricio Mulder, han intentado comparar esta fuga con el exilio de Haya: en una entrevista en Canal N el congresista le increpa a Josefina Townsend el hecho de que su padre Andrés, otrora aprista de la vieja guardia, también haya sido exilado, pero ella le contesta: “No por delitos de corrupción”. ¿Cuál fue la respuesta de Mulder? ¡Colgarle el teléfono! Ese es el alanismo que, con su culto al líder de ego macrocefálico, ha convertido al otrora PAP con su sólido norte, en un fantasma esmirriado y ridículo. No sabemos qué rumbo tomen los hechos, pero esperemos por la salud política de nuestro país, que Alan García Pérez se encuentre, ahora sí, políticamente muerto.