“Lo que más llama la atención del Perú, ahora como en el 2000, no es solo ni tanto la envergadura de los delitos y la jerarquía de los delincuentes cuanto la capacidad del país para reaccionar y ejercer justicia”.,A propósito de los varios y variados desgajamientos de las bancadas parlamentarias, hay que decir lo siguiente:En el Perú, como en el resto de América Latina, no tiene mucho sentido ubicar a los políticos por los partidos a los que pertenecen o de los que provienen. Hay una línea, más honda que las fronteras entre membretes, que es la que separa al mundo del pasado del mundo de quienes combaten por un futuro más limpio. No siempre los renunciantes son iguales, aunque provengan de las mismas filas. Si bien el alud de renuncias confirma el deterioro de las organizaciones, no todos se inspiran en las mismas motivaciones, los mismos objetivos ni las mismas trayectorias. No significan lo mismo. Por eso, sin generalizar indebidamente, hay que saludar aquellas tomas de distancia que proclaman la vitalidad de la renovación política. Tales decisiones forman parte de algo que hay que reconocer con orgullo legítimo, en medio del alud de corrupción que nos abruma: la capacidad de los peruanos para romper con el oprobio, dentro de las instituciones democráticas y con estricto apego a las reglas de la justicia. Como me dice un amigo extranjero, lo que más llama la atención del Perú, ahora como en el año 2000, no es solo ni tanto la envergadura de los delitos y la jerarquía de los delincuentes cuanto la capacidad del país para reaccionar y ejercer justicia. O sea que no todo es color de hormiga. Ni aquí ni fuera. Tampoco a escala global, el racismo, la xenofobia y el irrespeto a los derechos humanos, siendo impresionantes, han llegado para quedarse. Por lo menos, no necesariamente. Trump ha recibido una primera respuesta, todavía insuficiente, en las elecciones parlamentarias últimas. El número de los británicos que se arrepienten del Brexit parece crecer. Europa no está inexorablemente condenada a la disgregación y hay indicios de que emerge una nueva generación genuinamente europeista. No solo crecen los chauvinismos. Nuevas fuerzas políticas, como los Verdes, ganan terreno en Alemania. Todavía está por verse qué va a pasar con su retórica cuando Bolsonaro tome el gobierno. Y cómo se reubica y lo encara el resto de le región. En el Perú parece claro que asoma un nuevo consenso y una nueva y amorfa, inorgánica, mayoría. En esta mayoría virtual converge espontáneamente gente que viene de organizaciones muy diversas. O de ninguna, que son los más. Si logran empujar el carro de la transparencia, luego del referéndum el Congreso ya no tendrá fuerza ni legitimidad para seguir bloqueando los temas de fondo, elocuentemente abandonados durante este dos años y medio. Por lo tanto, lo que más interesa, a partir del próximo diciembre, es la agenda de construcción del futuro que pueda emprenderse bajo la conducción del Presidente Vizcarra y con el apoyo, activo y crítico, de esta nueva mayoría inorgánica. Esta agenda incluye, por supuesto, las reformas políticas que la congresista Patricia Donayre coordinó a comienzos del actual gobierno y que fueron saboteadas, produciendo la renuncia de Donayre a Fuerza Popular. Pero no es solo la reforma política. Hay que construir los consensos indispensables en materias tan urgentes como la tributación, la educación o el régimen laboral. De todo ello depende que este momento de transición no degenere en una nueva frustración. P.D. Anteayer, jueves 15 de noviembre, se cumplieron cien años del natalicio de Héctor Cornejo Chávez. Luis Bedoya Reyes, vivo y muy lúcido, fue homenajeado, en la víspera, por los cien años que cumplirá en el 2019. Coetáneos, ambos animaron juntos y luego se confrontaron en la época del Partido Demócrata Cristiano, surgido contra la dictadura de Odría. Eran tiempos de partidos verdaderos.