El 21 de julio recibí la llamada de un colega que me planteó que si quería hablar con el electo fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, me acerque al Ministerio Público. Así lo hice. En la puerta posterior de la sede de la Fiscalía nos esperaba José Alarcón Butrón. Aunque es habitual que en todas las puertas de ingreso a la Fiscalía se me solicite el DNI y que informe en detalle a dónde me dirijo, en esta ocasión eso no sucedió. Pasé esa puerta de ingreso y la del 8.° piso sin identificarme. Me sentí invisible. El personal de seguridad miraba a Alarcón y no preguntaba ni miraba nada. Alarcón emanaba poder en la Fiscalía. Hablé con el fiscal Chávarry unos diez minutos, sentados en su oficina. Entonces le pedí una entrevista y quedó en darme una respuesta el 10 de julio. Nos despedimos y Alarcón se quedó ahí. Nunca recibí respuesta para la entrevista. Al día siguiente, por una nota de prensa, supe que Alarcón era el director general del Consejo Nacional de la Magistratura.