Los verdaderos protagonistas de la política nacional no quieren a los candidatos municipales metidos en la colada. Acaso los consideran un factor de distracción.,En un momento la vinculación con la política de las grandes ligas estaba insuflándole algo de punche a la campaña municipal. Pero el recurso ha dejado de funcionar. Ni la seguridad, ni el referendo, ni los venezolanos están produciendo cifras más altas que las del abstencionismo. Los candidatos han empezado a recular discretamente de este terreno. Los verdaderos protagonistas de la política nacional no quieren a los candidatos municipales metidos en la colada. Acaso los consideran un factor de distracción. O no quieren aparecer asociados a una figura que puede ser perdedora en pocas semanas. O tal vez consideran que se trata de discursos que pueden salirse de control, escaparse en cualquier dirección. La relación de la candidatura de Renzo Reggiardo con la seguridad es entendible, pues viene dedicado al tema desde hace años, y en cierto modo le debe un tramo de su carrera política. Pero la fobia antivenezolana de Ricardo Belmont o el celo referendista de Daniel Urresti son adornos que se han calado, y que han terminado no sentándoles tan bien. El caso del referendo es el más complicado. Si bien la propuesta es apoyada por una enorme mayoría, la polémica que hay en torno hace que el referendo no parezca la mejor bandera para acopiar votos. De hecho, a Urresti le ha servido para crecer, pero no para convencer a suficientes vecinos como para pegar un verdadero salto hacia arriba. Pues ni los políticos ni los medios, de ninguno de los bandos, le van a dar a Urresti la posibilidad de protagonizar realmente el referendo, por más que aparezca juntando firmas por las calles. Podría decirse que el referendo lo ha distraído, y lo ha clavado al tercer lugar. El predicamento de estos candidatos municipales quizás entreabre una ventana para comprender un aspecto particular de la disputa que ruge en la política nacional: quizás los temas en sí mismos no son lo que más importa, sino las personas y las agrupaciones que toman partido en ellos. Es decir, que la opinión nacional del candidato municipal no importa. A lo anterior se puede sumar que los partidos del Congreso no participan en la elección de Lima, o algunos cumplen en él un papel ínfimo. Las candidaturas municipales no han podido reemplazarlos en la atención del público.