En momentos de crisis, como el crack de 1929, muchos creyeron estar librando la batalla final por el triunfo definitivo de la revolución proletaria.,En La ideología alemana (1845) los jóvenes Carlos Marx y Federico Engels inscribieron una formulación categórica: “Sólo reconocemos una ciencia, la ciencia de la historia”. La proposición es interesante por sus implicaciones políticas. Los apologistas del capitalismo creen que el capitalismo es un estadio eterno, que nació con la humanidad y desaparecerá con ella. Marx, por el contrario, sostiene que éste tiene una existencia histórica, es decir tiene un principio y un final. Marx situó los orígenes del capitalismo a inicios del siglo XVI, cuando éste adoptó la forma de un capitalismo mercantil que desplegó la “acumulación originaria”, que permitió el pleno despliegue del capitalismo a través de la conquista, colonización y saqueo del mundo y la constitución del mercado planetario con una división del trabajo que aseguraba la hegemonía de Europa en desmedro de los continentes colonizados: América, Asia, África. Así se creó las condiciones para el despliegue de una segunda fase, el capitalismo industrial, en el cual vivió Marx y desde el cual realizó su crítica general del capital. Marx creía que la fase industrial del capitalismo era su fase final. Los conflictos y contradicciones generadas por el orden burgués darían lugar a revoluciones proletarias que, en un tiempo más o menos rápido, liquidarían el orden social capitalista, abriendo el camino a la sociedad sin clases, donde desaparecería la explotación del hombre por el hombre. Como es evidente, su pronóstico no se realizó. Al comienzo del siglo XX los marxistas tuvieron que reconocer que el capitalismo había entrado en una nueva fase, el capitalismo monopólico, al que Lenin denominó imperialismo. En su momento el imperialismo fue también señalado como como la “fase final del capitalismo”. En momentos de crisis, como el crack de 1929, muchos creyeron estar librando la batalla final por el triunfo definitivo de la revolución proletaria. El golpe al marxismo y a la causa del socialismo fue muy fuerte. Pero luego de dos décadas, y especialmente luego de la crisis global del 2008, el interés sobre el marxismo como herramienta de crítica del orden capitalista ha retornado con fuerza. Sin embargo, la propuesta socialista ha terminado diluyéndose en la imprecisión. Entre las fuerzas progresistas se difundió una consigna optimista: “Otro mundo es posible”, pero pasado el tiempo, este “otro mundo” posible, sigue siendo una consigna vaga, que se oye cada vez menos. Dotar de contenido a una propuesta anticapitalista positiva debiera partir de la comprensión de en qué momento histórico nos encontramos. Al respecto, creo que se puede aventurar algunas proposiciones: 1) El orden social general sigue siendo capitalista. Lo es porque su motor fundamental sigue siendo la acumulación del capital, sus agentes se movilizan por el logro de utilidades, se continúa y profundiza en una escala nunca antes alcanzada la desigualdad, prosigue la depredación de los recursos humanos, materiales y la destrucción de planeta, etc. 2) Pero la fase industrial del capitalismo sido superada y hemos entrado en una fase, a la que debiera llamarse capitalismo informacional. La transición a esta nueva fase ha dejado desfasadas las plataformas políticas levantadas por el marxismo durante la fase industrial. Es imposible seguir sosteniendo la centralidad de la clase proletaria en el proceso revolucionario, la dictadura del proletariado, un orden social superior surgido de las condiciones materiales de existencia del proletariado, el asalto al poder, guiado por un partido de clase, . 3) Entre otros cambios, la transición a la fase informacional del capitalismo va acompañada de la declinación cualitativa y cuantitativa del proletariado industrial clásico, cuya posición está además crecientemente amenazada por la expansión de la automatización y la robotización en la producción, que se estima se masificará en la próxima década. La clase obrera, que en 1957 representaba en los Estados Unidos la mitad de la población económicamente activa, representa hoy apenas el 17%. 4) Mientras tanto, los trabajadores del sector servicios, cuyo centro motor son las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, constituyen hoy en EEUU las cuatro quintas partes de la población económica activa. Éstos tienen diferencias fundamentales con el proletariado: su trabajo no es mecánico y repetitivo sino creativo y flexible, por lo general son propietarios de sus medios de producción. La masificación del uso de la computadora, el medio de producción fundamental del capitalismo informacional, cambió radicalmente el panorama del mundo del trabajo.