Cuatro adolescentes salieron el pasado 8 de diciembre a jugar al fútbol. Nunca volvieron. Ya se confirmó que los cadáveres ubicados calcinados cerca del río y la base de la Fuerza Aérea en la localidad de Taura, a poca distancia de Guayaquil, pertenecen a Ismael, Josué, Saul y Steven.
Los 16 militares pertenecientes a la Fuerza Aérea que los detuvieron ilegalmente en un extraño episodio ya están detenidos preventivamente. Mientras tanto, se van revelando los pasos que llevaron a que se desate la terrible e inútil muerte de los cuatro menores de entre 11 y 15 años, dos de ellos hermanos.
Aunque los militares en su defensa han señalado que intervinieron porque se estaba produciendo un robo, no se ha podido establecer que fuera así. Lo cierto es que hay evidencia de una cruenta golpiza en la parte de atrás de la camioneta, que dejó a los niños malheridos y sin ropas.
Ellos tocaron la puerta de un testigo que señala haberles prestado ropa y un celular para que uno de ellos llame a su padre. No les dio refugio, pero les dijo que se escondieran mientras los recogían.
No tuvieron esa posibilidad. Desconocidos en moto ya los habían ubicado y llevado consigo, y desde ese momento fueron considerados desaparecidos. Hasta que la Fiscalía este 31 de diciembre confirmó la terrible verdad: los cuatro menores habían sido quemados y arrojados a la orilla del río, en un acto demencial que merece la sanción más severa.
Ecuador conmocionado por el crimen no ha dejado de expresarse públicamente, exigiendo explicaciones oficiales. Primero se negó la autoría de los militares y ahora hay un reconocimiento parcial de la responsabilidad.
El alcalde de Guayaquil ha señalado que como país “se ha tocado fondo”, mientras los defensores de los derechos humanos atribuyen lo ocurrido a la militarización de la seguridad ciudadana ordenada por el presidente Daniel Noboa, que ha generado permanentes actos contra las libertades y agresiones de todo tipo contra las personas. En plena campaña electoral para la reelección, Noboa tendrá que explicar mucho para obtener nuevamente la confianza de los ecuatorianos. Parece ardua la tarea.