Desde el inicio del gobierno de Boluarte, no hubo encuesta de opinión que no recoja una gran desaprobación en contra suya y del Congreso; el entendido es que forman una alianza nada santa bajo la lógica de ‘no perder soga y cabra’ tras la caída de Castillo y las multitudinarias movilizaciones de 2022-2023.
Como se sabe además, no hubo lugar del país al que hayan acudido Boluarte o sus ministros, en el que no sintieran contundente rechazo: desde ser declaradas visitas no gratas, hasta ser confrontados en sus rígidos mítines, sin olvidar los carnavales y desfiles que los han tenido ‘de punto’. La pregunta que cae de madura es cómo así un gobierno en el grado cero de aprobación y tan repudiado en todo el país, no enfrenta una clara oposición política. Es obvio que tal oposición no vendrá de quienes, pese a las manos ensangrentadas y enjoyadas de la Presidenta, mantienen con ella un nefasto pacto de connivencia.
Aún es tiempo de constituir, desde la política, una oposición que se aúne al rechazo social y lo potencie. Las señales son claras, los llamados urgentes. El viernes 19 último bajo una convocatoria amplia de la CGTP, miles marcharon en Cusco, Arequipa, Apurímac, Ayacucho, Cajamarca y Lima; en la capital las organizaciones sindicales, barriales, de defensa del agua y partidos políticos, lograron sumar al menos 10 mil personas. Como en diciembre de 2022-enero de 2023, la salida democrática a la crisis la propone la calle. Es la antesala de las protestas del 27, 28 y 29 de julio próximos, que serán encabezadas por las y los familiares de las víctimas de las masacres de Boluarte y Otárola. A esta justa indignación es necesario sumar organización y articulación política y liderazgos. Más allá de los afanes electorales, lo que la gente busca es que se plante cara a las ofensas, crímenes e ineptitudes de esta dictadura.
Socióloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Nací en Lima, en La Victoria, en 1988. Excongresista de la República. Fui Presidenta de la Comisión de la Mujer y Familia. Exregidora de la Municipalidad de Lima. Soy militante de izquierda y feminista.