Lo que no fue en tu año, SÍ hace daño, por Adriana Urrutia y Gabriel Carrasco

“En el pasado, los intervalos de tiempo entre Fenómenos del Niño permitían que los tiempos políticos no exijan de las autoridades que rindan cuentas (…) Ahora (…) es necesario que las autoridades a todo nivel preparen, mitiguen, adapten y atiendan las necesidades acarreadas por el desastre (ya que pueden ocurrir en su misma gestión)”.

En las acciones posteriores al desastre del Niño Costero del 2017, no se contaban con datos específicos sobre cómo este fenómeno había afectado de forma diferenciada a las mujeres ni las diferencias en la exposición al riesgo según grupos etarios (Cuba y Alvarez, 2020). Esto tendría consecuencias en la atención a problemas de salud asociados a la condición de género.

El desabastecimiento de toallas higiénicas y la falta de acceso a agua y saneamiento, agravaron los problemas de salud menstrual generando mayor riesgo de enfermedades (infecciones vaginales, entre otras) y disminución de ejercicios de derechos como la educación (ibidem). Por otro lado, soluciones temporales como la instalación de baños portátiles y el alojamiento de los damnificados en albergues, incrementó el riesgo de violencia sexual. Además de las labores de limpieza del lodo y de abastecimiento del agua, también asumieron tareas comunitarias no remuneradas como la recolección de agua, siendo ellas las mayor expuestas a enfermedades transmitidas por vectores. Todo esto fue agravado por la ausencia de un enfoque que considere la situación específica de las mujeres. 

Según un estudio de la Asociación Civil Transparencia del año 2018, a un año del desastre, más del 75% de la población estaba desinformada sobre las actividades de mejora que el Estado había emprendido, más del 72% se encontraba insatisfecho con las obras de reconstrucción y en las 5 regiones afectadas (Ancash, Tumbes, La Libertad, Piura y Lambayeque), 70% de la población en promedio estaba insatisfecha con las obras realizadas para la mejora de la salud y 80% de la población desconfiaba de las autoridades a cargo del proceso de reconstrucción.

Uno de los mayores problemas identificados en ese entonces, fue la falta de información recibida.La falta de información y transparencia no eran un problema para las autoridades y gestores en los diferentes niveles de gobierno cuando el tiempo entre los diferentes Fenómenos de El Niño (FEN) podía ser mayor a 5 años, tiempo que dura una gestión municipal o de gobernación regional.

Sin embargo, como lo hemos comentado en una columna anterior, la evidencia científica señala que los ciclos del Fenómeno de El Niño se acortarán en el futuro. Sus tiempos, se han visto afectados al ser un fenómeno vulnerable a los gases de efecto invernadero (Cai et al. 2018) y los plazos en que se repetirá podrían ser más cortos. En el pasado, los intervalos de tiempo entre eventos extremos permitían que los tiempos políticos no exijan de las autoridades que rindan cuentas.

La atención requerida para planificar, ante daños de infraestructura y de salud entre otros, eran trasladados de una autoridad a su sucesor sin responsabilizarse. Ahora que será posible que más de un Fenómeno de El Niño pueda ocurrir en una misma gestión, es necesario que las autoridades a todo nivel preparen, mitiguen, adapten y atiendan las necesidades acarreadas por el desastre.