Buenas o malas, hay presidentes que hacen cosas interesantes. Javier Milei se da de destemplados abrazos en Roma con un papa al que insultó hace no tanto. Jair Bolsonaro pone cara de falso compungido ante su mala fama de golpista. Nicolás Maduro mueve tropas hacia la frontera con Guyana. Daniel Noboa convoca un referendo sobre seguridad.
¿Por qué Dina Boluarte da la impresión de no estar haciendo nada interesante? Quizás porque la política de la duración exige no hacer olas de ningún tipo, que parece ser la idea que tiene Boluarte de la estabilidad. Pues incluso viajes por el interior le pueden crear algún problema. Lo mejor termina siendo sospechar de todos.
Parte del problema de Boluarte está en que ella no está haciendo o entregando lo que diversos sectores le piden. No está asumiendo las muertes del 2023. No está tomando medidas económicas de impacto. No puede mostrar un solo avance en seguridad ciudadana. No ofrece garantías de que el 2025 será un año preelectoral.
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Cosas como las del párrafo anterior la mantienen fuera de los medios, o por lo menos arrinconada en ellos. Además da una impresión de que al Gobierno (Palacio, PCM, ministerios) le gusta evitar los reflectores, como que no tiene mucho que ganar bajo ellos. Como si hubiera una profunda grieta entre política y administración.
En estas circunstancias el monopolio de las cosas interesantes está en el Congreso, cosas ridículas o cosas deshonestas. La baja aprobación del Ejecutivo es por lo que no hace, la del Legislativo es por lo que dice. Lo cual hace a Boluarte todavía menos interesante. ¿Será esa condición reversible de alguna manera? No parece.
Las inauguraciones (Chancay, APEC) o los aniversarios (Junín, Ayacucho) pueden hacer interesantes a sus participantes, siempre y cuando tengan algo propio y moderadamente atractivo que decir. No es el caso de Boluarte, ni de Alberto Otárola, si a eso le vamos. En otras palabras, el Ejecutivo necesita acción, sobre todo desde Palacio y desde algunos ministerios.
Quizás determinados países, como El Salvador, Colombia, México, y algunos europeos, preferirían tener un presidente más tranquilo y menos interesante. Pero entre nada puede pasar y cualquier cosa puede pasar hay una fuerte brecha. ¿Podría Boluarte instalarse en algún punto del medio? Sería positivo. El tiempo pasa.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).