Arequipa sin agua

Por Federico Rosado. La semana anterior el gobierno decretó la emergencia de 70 distritos de la región Arequipa.

1989, febrero. Durante casi un mes la ciudad de Arequipa se quedó sin agua potable. Ni una gota. La planta de tratamiento de este líquido se inundó por una masa enorme de barro que la inutilizó. La causa: intensas lluvias que incrementaron y desbordaron ríos y torrenteras. Otra causa: la de toda la vida, la mediocridad de las autoridades que nunca hacen obras preventivas. Las consecuencias: vivir treinta días sin agua, y lo peor: pérdidas materiales, heridos, muertos.

Y, ¿Por qué un mes? Se cuenta que un amigo del entonces presidente de la república, Alan García, luego de una quincena seca, le habló del problema; al parecer el primer mandatario se sensibilizó y resolvió la cuestión. De lo contrario hubieran sido muchos meses más.

La semana anterior el gobierno decretó la emergencia de 70 distritos de la región Arequipa, por todo lo contrario a la causa natural de 1989, pero con el mismo efecto (falta de agua). 29 de ellos pertenecen a la provincia capital.

“Un millón y medio de arequipeños no tendrán agua potable el próximo año”, ese es el titular periodístico.

Que no va a pasar nada, que siempre llueve, vendrán ministros, se formarán comisiones, grandes anuncios, etc.

Faltan apenas dos meses y lo único que nos queda es un milagro. Otros pronósticos. ¿Qué pasará con frutas y verduras? Escasez y suba de precios. Más leña: el dólar, que subirá en su cotización y con él, el petróleo, el gas.

Noto al respecto que hemos desarrollado una capacidad de resistencia acostumbrada: una capacidad de cargarnos al hombro todo lo que sea con deudas, préstamos, tarjetas de crédito, jornada laboral diaria de 12 horas, sin dominicales ni feriados, etc. Es el aguante que se suma como otra forma de mediocridad a la de las autoridades.