Contra el sueño de duración del gobierno y del Congreso.
Gobierno y Congreso son un par de enemigos íntimos que coinciden en su vocación de permanencia hasta el 2026, pero con una miopía que les impide ver los otros huaicos que pueden malograr sus deseos.
Interrogado el premier Alberto Otárola sobre si los planes del gobierno consideran un proceso de transición, prefirió eludir una respuesta clara, dando a entender que la presidencia de Dina Boluarte tiene la mira en el 2026.
Más clara fue la congresista Lady Camones, quien ayer señaló que “mi postura es no ver más el adelanto, se nos eligió hasta el 2026, no puede ser que por un grupo de violentistas en la calle nosotros tengamos que ceder”.
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Su bancada de APP —hoy la más cercana al gobierno— estuvo antes por el adelanto, pero ya no demuestra mucho entusiasmo. En la misma dirección se han pronunciado Renovación y AP, al igual que la mayoría de congresistas de casi todos los partidos, desde la derecha hasta la izquierda, por apremios personales que no coinciden con el 80% de la población, pero que es una realidad que no se puede dejar de lado.
Refuerzan esa ambición de permanencia del Gobierno y del Congreso los huaicos que se han llevado por delante a la protesta que ya solo quedaba en Puno, por el obvio cambio que han traído en la agenda nacional.
Hay, sin embargo, otros huaicos que vienen por la activación de otras quebradas. Uno es la corrupción que puede mellar al gobierno cuando lo roza, como ha ocurrido con la denuncia de que el investigado por actividades ilegales en el gobierno de Pedro Castillo, Henry Shimabukuro, cubrió los gastos de campaña de la hoy presidenta Dina Boluarte.
O con la evidencia escalofriante de que el jefe de la policía anda en chanchullos que llevaron a la fiscalía a allanar su residencia y oficina. El otro huaico es el previsible debilitamiento de la economía familiar en 2023, incluyendo el Niño costero en camino.
Al Gobierno lo ayudaría en este contexto, como ha planteado antes esta columna, un reencauche urgente del gabinete ministerial, pero el único antídoto para su resquebrajamiento es insistir con acciones reales en el adelanto electoral, negociando y presionando al Congreso por una fecha de salida del lodazal que es hoy la política peruana.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.