La democracia como sistema político se ha expandido en las dos últimas décadas del siglo XX, alcanzando una buena reputación y teniendo consenso como el mejor sistema de gobierno para los ciudadanos. El concepto de democracia, sin embargo, difiere de lo que era en tiempos de Platón y Aristóteles.
Es fundamental comprender la complejidad del concepto de democracia. Dahl (1971) enfatizó el enfoque de “democracia ideal”, entendiendo que en la actualidad las democracias deben garantizar el acceso a los derechos, la equidad y la justicia social. No hay duda que tener elecciones competitivas es esencial para la democracia. Pero las elecciones son solo la característica más visible en la que los ciudadanos pueden participar activamente.
Por supuesto, también existe la libertad de organizar movimientos sociales y partidos políticos, pero existe un consenso de que las elecciones son clave para un entorno democrático.
Sin embargo, reconocer formalmente un indicador sin comprender qué hay detrás de escena de un país puede ser peligroso tanto para los académicos como para los ciudadanos.
Hoy es cada vez más posible que los líderes autoritarios adopten elecciones porque este es un símbolo de democracia pero Brancati (2019) analiza cómo, en la actualidad, los líderes autoritarios están adoptando instituciones democráticas, como las elecciones, para posicionar la imagen de que su gobierno es una democracia.
Por eso, por ejemplo, el índice DD “democracia-dictadura”, a pesar de tener un enfoque minimalista, reconoce cuatro condiciones para definir si un país es una democracia. Esas condiciones son: se elige al jefe ejecutivo, se elige a la legislatura, hay más de un partido compitiendo en las elecciones y se ha producido una alternancia de poder bajo reglas electorales idénticas.
Esta última condición es importante remarcarla porque hay algunos casos, como el de Venezuela con Nicolás Maduro, donde se realizan elecciones, pero no hay alternancia de poder.
Polity IV, por ejemplo, es otro índice que identifica o agrega más dimensiones e indicadores para entender que la democracia es mucho más que votaciones y elecciones. Aun así, es difícil medir y reconocer adecuadamente los matices y comportamientos autoritarios que puede tener un gobierno que se autodenomina democrático.
Dahl pretende concebir la democracia con una perspectiva más multidimensional, reconociendo dos variables importantes: contestación e inclusión. En palabras de Clark et al. (2013), la contestación captura hasta qué punto los ciudadanos son libres de organizarse en bloques competitivos para presionar por las políticas y los resultados que desean. Mientras que la inclusión tiene que ver con asegurar que todos participen en el proceso democrático.
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Esta segunda dimensión es sumamente importante porque podemos tener un país que hace elecciones, pero esas elecciones no son para todos. Eso significa que puede haber ciudadanos que no tengan derecho a votar.
Bajo esta lógica, ¿Estados Unidos en tiempos en que los ciudadanos afroamericanos no podían votar era una democracia? ¿O qué decir de los países latinoamericanos en tiempos en que los indígenas tampoco tenían este derecho? O en el caso del voto femenino, ¿eran democracias aquellos países donde la mitad de la población no podía tener acceso al voto solo porque había elecciones formales para los hombres?
Necesitamos entender la importancia de la inclusión para categorizar si las elecciones son un indicador suficiente para medir la democracia. Además, es importante diferenciar los derechos formales de los derechos efectivos. Por supuesto, este último enfoque es el más difícil de medir en un índice, pero no significa que los académicos no puedan ser conscientes de la exclusión social (pasiva o activa) en un gobierno llamado “democracia”.
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Tener elecciones en un país es una condición necesaria pero no suficiente para entender si un gobierno es democrático o no. Es crucial (y útil) que los académicos utilicen medidas minimalistas para comprender cómo un país puede cambiar de un período a otro. Aún así, el papel de los investigadores está en profundizar en el trasfondo de una nación y difundir este conocimiento para generar más información y conciencia en los ciudadanos para tomar mejores decisiones.
En tiempos en que las instituciones están siendo debilitadas y abusadas por líderes autoritarios, es importante tener una sociedad consciente de lo que es una democracia y de lo que no es.
Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.