Croquis de salida

“El Congreso tiene que entender que con 20% de aprobación su situación es tan grave como la del presidente”.

Cuando en el futuro se haga la autopsia de este breve gobierno, el mensaje del viernes 4 de febrero será recordado como un punto de inflexión hacia el abismo. Un primer ministro repudiable y repudiado en 72 horas merecía más de los tres minutos de victimización del presidente que lo designó. Ni una disculpa, ni una explicación. ¿El presidente es o se hace? ¿Es corrupto? ¿Tiene ceguera moral? ¿Es un perfecto idiota que deambula por el poder rodeado de “vivertos” que roban con o por él?

Hoy, Castillo tiene una sola salida para sobrevivir. Solo le queda escindir su mandato. Permanece como jefe del Estado para asuntos protocolares. Sin asesores “vivertos” y con una escolta mínima, nombra un jefe de gobierno plenipotenciario. Un presidente del Consejo de Ministros autorizado a formar un gabinete de consenso, autónomo de Castillo y que él solo refrenda. No más reuniones con proveedores del Estado, no más Sarratea. Puede contestar el teléfono desde Puña si le provoca. ¿Constitucional? Sí. ¿Viable políticamente? No. Castillo no es un político inteligente.

Si esa salida no funciona (y creo que no va a funcionar, pero debe ser mencionada en primer lugar), la salida de Castillo del poder es inminente. Puede ser un desastre o puede hacerse limpiamente. Para que suceda con eficacia y legalidad, propongo cuatro pasos.

Primero, un país unido. Fraudistas y caviares insultándose, abstenerse. No solo no ayudan, entorpecen y son, en mucho, culpables de lo que estamos viviendo. Pero su juicio será en las mesas de votación futuras. Ya sabemos que los golpistas han estado al acecho desde el primer día. Pero también sabemos que hay salidas constitucionales que no pasan por la sedición que ellos promueven y que rechaza la mayoría del país.

Segundo, presión popular en las calles. Unidad para demandar la renuncia del presidente y la vicepresidenta, con un gobierno de transición parlamentaria y nuevas elecciones generales. Se van todos. ¿El Congreso es un obstáculo? Sin duda. Sobre la mesa de negociación estará la restauración de la reelección inmediata y la indemnización por daños. Salidas, hay.

Tercero, la reforma constitucional. Si Castillo es incapaz de nombrar un jefe de gobierno autónomo, mucho menos lo es de renunciar. Sinceramente, no creo que lo haga. Si no lo hace, debe ser juzgado por delitos y por infracción a la Constitución durante su mandato. Por ambos supuestos. El Perú no tiene juicio político presidencial (impeachment) y debe incorporarlo para tener una salida constitucional limpia. Si el Congreso tiene 87 votos para una ilegal vacancia por incapacidad moral, tiene 87 votos para la reforma. La primera legislatura sería la que termina el 28 de febrero y la segunda sería la que arranca en marzo. Pueden incluir la reelección parlamentaria; si ese es el precio, habrá que pagarlo.

Cuarto, el presidente debe ser destituido con un marco constitucional sólido (que quedará para la posteridad), con un debido proceso que le garantice un juicio justo y plazos para su defensa. En 30 a 60 días puede realizarse. Materia de fondo para condenar, hay suficiente. Asumirá el gobierno de transición uno de los 130 congresistas y convocará de inmediato a elecciones generales. El Congreso tiene que entender que con 20% de aprobación su situación es tan grave como la del presidente. La diferencia está en que toda solución constitucional pasa obligatoriamente por el Congreso. Sin estos 87 votos, no hay nada más que más de lo mismo.

Las elecciones regionales y municipales de octubre pueden coincidir con las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), un filtro que es de urgencia indispensable tener. Si no quieren más Valers en el Congreso, necesitamos tiempo para investigarlos. Las primarias nos dan esa ventaja y podemos producir un Congreso mucho mejor. ¿Qué viene después? Elecciones generales el 2023 y un presidente electo que jura, como manda la Constitución, el 28 de julio. ¿Será mejor que este? Eso, en el Perú, nunca está garantizado.

Este es solo un croquis de pasos sucesivos, el mapa completo lo dibujarán todos los peruanos que están hartos de la anarquía que vivimos desde el 2016 en esta crisis múltiple y perpetua a la que al parecer estamos condenados. Aquí hay un camino limpio, que es mucho mejor que quedarse inmóvil o invocar al golpismo y a la dictadura.

Pedro

Pedro