Temblor de magnitud 4,8 se reportó esta tarde en Lima

Pachamama

“En el octavo mes del año suelen abrirse los surcos en la tierra preparándola para la siembra y una nueva cosecha...”

Fallarle a la tierra sería desconocer un pacto y ofender a los dioses tutelares que cumplen la mágica función de proteger a sus hijas e hijos. En el mundo del “hoy por ti, mañana por mí”, las deidades esperan, a cambio de lluvias, fertilidad y salud, un suculento menú llamado ofrenda, pagapu, pago, mesa, “ancusho”. Estos preparados rituales marcan épocas especiales durante todo el año, pero son urgentes y necesarios el primero de agosto, Día de la Pachamama.

A la madre, a quien prodiga y es dadora de bienestar, se le reconoce y festeja cariñándola con dulces y llamando a los apus a través de las hojas de coca. La sabiduría andina está en la conexión de vida y en el ciclo agrícola que se respeta con solemnidad y alegría.

En el octavo mes del año suelen abrirse los surcos en la tierra preparándola para la siembra y una nueva cosecha. Así que ella, dispuesta, espera el agradecimiento y la reverencia, y responderá con reciprocidad, pues así se conciben las relaciones en el campo, con absoluta horizontalidad.

Siempre habrá un sentido para cada elemento en la mesa, para cada acto de unidad, de amistad, de saludo y abrazo: “Que sea en buena hora”, nos dirán en el altiplano, por ejemplo, cuando hayamos concluido el ritual.

Y cuando estemos en Chahuaytire (Pisaq, Cusco), durante el Día de Compadres, tendremos esta imagen que recojo en mi libro Costumbres, el verdadero espíritu de los peruanos.

“Cada convidado al pago debe hacerse de tres hojas de coca, soplar sobre ellas y evocar a los cerros, lentamente. El soplido suena como un silbido y transporta el aliento o samay del hombre o la mujer a la planta sagrada y a la ofrenda. La esencia de vida tendrá que alcanzar al apu. Al finalizar, seguro, se habrán alineado con los dioses. Irán directo a la raíz del cultivo para dejar el regalo ancestral. Lo harán en pareja, intuyo por la dualidad andina y porque estamos pidiendo buenos sembríos. Eso significa fertilidad y transformación. Esperanza”.

Sonaly Tuesta

La costumbre

Comunicadora Social. Creadora del programa de televisión Costumbres. Personalidad Meritoria de la Cultura desde el 2015.