Al comienzo todos creíamos que era como una gripe solo que mortal. Pero los datos que se van recogiendo en todo el mundo nos van mostrando la verdadera cara feroz del Covid-19. No es nada como una gripe. Ataca los pulmones hasta asfixiarte de muerte de un momento a otro. Pero no solo los pulmones; también ataca al corazón, los riñones, el sistema nervioso y la sangre. Genera coágulos mortales pulmonares y cerebrales. Puede devastar los riñones hasta la diálisis. Destruye el sentido del olfato y del gusto y puede llegar hasta tu cerebro. Inflama los vasos sanguíneos en todo el cuerpo y crea coágulos que pueden matar repentinamente. Es un virus despiadado.
Y si antes creíamos que afectaba solo a adultos mayores o personas con obesidad o enfermedades pre-existentes, ahora se sabe que también infecta a adultos jóvenes y a niños. Hay registros de niños con Covid-19 muriendo de una rara inflamación que deriva en complicaciones cardíacas.
Entérate de todo esto antes de salir de casa y añádele la falta de respiradores y camas UCI que habrá cuando se descuarentenen. Si ya durante el encierro la gente viene muriendo porque no hay cómo atender a todos. Súmale el abandono por décadas de nuestro sistema de salud debido a la indigente representación política que hemos tenido hasta ahora; siempre sucumbiendo a la angurria de llenarse los bolsillos antes de construir país y siempre cediendo a las presiones de los poderes económicos.
Si cada uno de nosotros no se cuida ahora compulsivamente, la apertura va a ser una masacre en la que la clase trabajadora llevará la peor parte. El gobierno los ha abandonado y los ha vendido a su ‘mejor postor’: los grupos de poder económico que no han dejado de presionarlo hasta lograr su desgraciado acometido, que las masas que producen sus fortunas salgan a trabajar para reengordar sus cuentas en paraísos fiscales a costa de la mayor e inmoral explotación vista hasta hoy, la de sus vidas.
No es casualidad que el bono familiar lleve más de 20 días sin ser repartido. Necesitan a los trabajadores hambrientos y desesperados para que estén dispuestos a jugársela entre el hambre de su familia y exponerse al coronavirus. Los necesitan debilitados para que no puedan reclamar por las ‘flexibilizaciones’ que el gobierno ha ido cediendo en favor de la gran empresa cambiando los estándares de salud para los trabajadores durante el Covid-19.
Para todos estos plutócratas, los trabajadores son piezas reemplazables, siempre habrá alguien más con necesidades de subsistencia si se mueren por Covid; para ellos no son personas sino medios. Incapaces de contribuir con algo de sus fortunas, compartiendo con aquellos que son la mano sudorosa y explotada en base a la que las han forjado.
Permitiendo esto, el gobierno se hace cómplice de sus muertes dándole la espalda a los verdaderos trabajadores esenciales de un país y su economía.
El gobierno comienza a oscurecer la luz inicial que dio en esta pandemia; se enturbia la transparencia, aparecen decisiones cuestionables y peligrosas desde el MEF y el MINSA.
Mientras, el congreso otra vez muestra su miseria moral con la #leydecolectiveros. Y unos policías y autoridades malignas roban la plata para el Covid. ¿Cuánto más podemos soportar como país? ¿Hasta cuando serán los poderosos de siempre los que obtengan lo mejor para sí a costa de lo peor para los demás? Somos más. Hagamos algo con eso. Es hora de decir basta. Si no es hoy que un virus nuevo nos está matando súbitamente, será el virus del poder económico y político desalmado y corrupto el que nos mate.
Claudia Cisneros. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.