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El hombre que fue a la isla más peligrosa y prohibida del mundo y vivió para contarlo

Un hombre reveló cómo sobrevivió en su viaje a la isla Sentinel, el misterioso lugar que permanece desconectado de toda civilización y en el que vive una tribu ancestral que mata a todo aquel que la visite.

"Mientras regalaba los cocos, un joven miembro de la tribu tomó un cuchillo y me amenazó", expresó Pandit. Foto: Composición LR/TN PANDIT/Infobae.
"Mientras regalaba los cocos, un joven miembro de la tribu tomó un cuchillo y me amenazó", expresó Pandit. Foto: Composición LR/TN PANDIT/Infobae.

La isla Sentinel del Norte se ha convertido en un lugar desconocido para el mundo; no obstante, también es, quizá, uno de los lugares de los que más se ha hablado en todos los medios del planeta. Esto ocurre debido a que en 2018 se registró uno de los últimos casos de acercamiento a esta zona, donde un joven misionero murió a causa de unos flechazos disparados por parte de los nativos. Tras ello, los expertos han prohibido la visita a dicho sitio.

El remoto lugar se encuentra ubicado en el archipiélago de las islas Andamán, Asia. Con casi 72 kilómetros cuadrados, este territorio le pertenece a la India. Conocida también por ser una zona muy violenta, ya que allí vive la tribu más aislada del mundo y vulnerable porque sus habitantes no están expuestos a las enfermedades existentes.

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A pesar de lo mencionado, Triloknath Pandit, un antropólogo de la India y experto del tema fue el último en llegar y salir con vida de esta peligrosa isla. En una de sus últimas entrevistas, el hombre recordó la experiencia que vivió entre 1967 y 1991 junto a un grupo personas integrado por funcionarios del Gobierno de la India, investigadores e incluso personal de la Marina.

El primer y último contacto

“Durante nuestras interacciones, nos amenazaron, pero nunca llegaron a un punto en el que mataran o hirieran. Cada vez que se agitaban, retrocedíamos”, contó Pandit a la BBC.

Asimismo, Pandit dijo que en un inicio los nativos se escondían en el bosque y luego, en otras ocasiones, disparaban flechas. También narró que llevaron algunos artículos en su viaje con el objetivo de atraer el contacto.

“Habíamos traído como obsequio ollas y sartenes, grandes cantidades de cocos, herramientas de hierro como martillos y cuchillos largos. Pero los guerreros sentineleses nos enfrentaron con rostros enojados y sombríos y completamente armados con sus largos arcos y flechas, todos listos para defender su tierra”, reseñó.

Incluso, el experto dijo que les habían ofrecido un cerdo vivo atado, pero no fue apreciado por los lugareños, quienes rápidamente mataron al animal con una lanza y lo enterraron en la arena.

En 1991, tras diversas expediciones al lugar, llegaría la oportunidad de tener el único contacto directo con los aborígenes, que siempre se situaban en la orilla e iban armados con arcos y flechas.

No obstante, para evitar algún percance, Pandit y su grupo cautelosamente dejaron caer cocos al agua en forma de regalo como una señal de armonía: “Nos quedamos desconcertados por lo que nos permitieron. Fue su decisión reunirse con nosotros y la reunión tuvo lugar en sus propios términos. Saltamos del bote y nos quedamos con el agua hasta el cuello, distribuyendo cocos y otros regalos. Pero no se nos permitió entrar más allá”.

Entrega de cocos a indígenas

Triloknath Pandit, un antropólogo indio hizo contacto con la peligrosa tribu de Sentinel del Norte. Foto: Clarín.

“Entendieron que no éramos peligrosos y que nuestra intención no era quedarnos en la isla, por lo que se abrieron un poco. Nos entendimos pese a que nuestros idiomas eran diferentes y ellos nos dejaron (en) claro que no nos querían allí”, agregó el investigador.

Asimismo, el antropólogo recordó cómo vivían. “Era una veintena de chozas muy bien construidas, abiertas y hechas sin ventanas con ramas de árboles. Vimos alimentos como pescados asados y frutas. No recolectaban nada y tenían arcos y flechas por todas partes”, recordó.

En su parte, Pandit dijo que no estaba preocupado por ser atacado, pero que siempre fue cauteloso cuando se encontraba cerca a los sentineleses. Además, agregó que su equipo trató de comunicarse con el lenguaje de señas, pero no tuvo éxito. “Estaban hablando entre ellos, pero no podíamos entender su idioma. Sonaba similar a los idiomas hablados por los otros grupos tribales de la zona”, precisó.

A pesar de lo violento que se describen a los sentineleses, Pandit se negó a calificarlos de “hostiles”. “Es una manera equivocada de mirarlos. Nosotros somos los agresores. Somos los que tratamos de entrar a su territorio. Debemos respetar sus deseos y dejarlos en paz”, afirmó.

Mientras el antropologo regalaba los cocos, un joven miembro de la tribu lo amenazó: “Un joven sentinel hizo una mueca, tomó su cuchillo y me indicó que me cortaría la cabeza. Inmediatamente, llamé al bote e hice una rápida retirada. Me dejó en claro que no era bienvenido”.

Desde ese día, el Gobierno indio abandonó las expediciones de entrega de regalos, y los forasteros tienen prohibido incluso acercarse a la isla.

El trágico final de John Allen Chau en la isla Sentinel

Por otro lado, un misionero estadounidense, identificado como John Allen Chau, fue asesinado el 17 de noviembre de 2018 por los pobladores de la mencionada isla. Esto ocurrió debido a que el joven quería evangelizarlos, a pesar de que se le advirtió no ingresar.

Finalmente, Pandit al enterarse del fatídico suceso, se manifestó diciendo lo siguiente: “En mis interacciones, hubo amenazas, pero nunca agresión. Cada vez que se agitaban, retrocedíamos. Me siento muy triste por la muerte de este joven que vino desde América, pero cometió un error. Tuvo la oportunidad de salvarse, pero persistió y pagó con su vida”.