Encabeza la plancha congresal de Alianza Popular en Arequipa. Quiere ganar un escaño en el Congreso por tercera vez. Su fidelidad al PPC, el hiperactivismo y sus polémicas posiciones identifican al parlamentario mistiano. ,Juan Carlos Eguren Neuenschwander adquirió fama mundial el año pasado por su cerrada y caricaturesca defensa contra el aborto y contra la unión civil. Los portales de los diarios electrónicos ironizaron con sus tesis: “una mujer violada no se embaraza porque no lubrica”. Acorralado por la avalancha de críticas y el bullying inmisericorde de las redes sociales, pidió disculpas, pero esta mañana soleada de febrero admite errores de forma en su discurso, aunque en el fondo piensa lo mismo. PUEDES VER: Presidente del PPC le responde a Julio Guzmán por presunta irregularidad Insiste: “Si hay un embarazo fruto de una violación, la víctima podría darlo en adopción pero nunca abortar. La Constitución garantiza la vida del recién concebido”, dice el parlamentario mistiano, formado en un hogar católico y en colegio evangélico. Este argumento, también esgrimido por la Iglesia Católica, lo retrucan concepciones liberales: el derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo, sobre todo si hay una situación traumática o de enfermedad para el feto. Fueron días y noches de junio de 2015 afiebradas para el congresista. Atrincherado en su cuenta de Twitter y en 140 caracteres, intentaba defender una posición calificada de cavernaria; empero, él sostiene, compartida por la mayoría de peruanos. “Tengo el respaldo de la calle”. Para probar esa afirmación, una tarde recorremos toda la avenida Ejército de Arequipa. Honestamente, los miles de transeúntes no recuerdan estas polémicas. Mientras él reparte su propaganda, algunos lo reconocen y lo detienen por otras cosas: para cuestionar la alianza Apra-PPC, le piden obras, le gritan por su apoyo a Tía María, medidas contra los invasores y hasta solución de problemas personales. Él escucha pacientemente. Son tiempos de campaña, donde la siembra y cosecha de votos obliga a correr en el llano. Una vendedora de periódicos sabiamente le lanza una provocadora afirmación: los políticos, en elecciones, salen a las calles y luego se les mira sólo en el diario. El Flaco tiene correa ancha. Sonríe este entrenado aspirante a un tercer periodo en el Congreso y con sueños de ser alguna vez presidente del Perú. HISTORIA DE UN PAPELITO Eguren conoce a su esposa, Narda Mendoza, desde inicial. Terminaron secundaria juntos en el colegio Internacional. Ella nos confiesa su fetichismo: guarda hasta la primera tarjeta romántica de El Flaco. En la colección de añoranzas familiares atesora la esquela que el colegio entrega a sus egresados el día de la clausura. A lo Nostradamus, jugaban con pronósticos. A Eguren le pusieron: futuro presidente del Perú. Sus maestros ya advirtieron la vena política de este jovenzuelo inmenso de estatura, ansioso, hiperactivo y algo indisciplinado. No era malo en estudios, sin embargo, se reconoce como trompeador por las ventajas de su tamaño. “Varias veces llamaron a mis padres para advertirles de mi conducta”, confiesa sin rubor el pepecista, que a sus cincuenta años aún no mide impulsos y carajea desde el Twitter a quienes no se pronuncian contra el aborto o el matrimonio homosexual. ¿Es impulsivo? Él se califica como ansioso. Nunca está tranquilo. A veces la nevada arequipeña se le sube a la cabeza en los debates públicos. En plena efervescencia del conflicto minero de Tía María, calificó como criminal y terrorista a Marco Arana, culpándolo de las muertes en Islay. Se prende como fosforito cuando hay rechazo a la inversión. Le hago recordar que con ese mismo ímpetu apoyó la construcción del impresentable domo verde en la Av. Parra, llamado pomposamente Palacio de Bellas Artes Mario Vargas Llosa. “Soy un hacedor, a mí me dicen, 'vamos con monorriel o tren eléctrico' y yo digo, 'vamos adelante'”. Hoy el Poder Judicial ordenó demoler el domo verde. ATENTADO TERRORISTA Eguren estudió Derecho en la Universidad Católica de Santa María. Con algunos compañeros fundó FACE, un grupo que intentaba diferenciarse del FER de izquierda y el ARE aprista. Allí lo capta Gustavo Cuadros, un exdirigente pepecista apodado El Negro. Sorprendido por su liderazgo, lo invita al instituto José Faustino Sánchez Carrión para beber de la doctrina social cristiana. No siendo militante aún del Partido Popular Cristiano (PPC), Eguren acude a un encuentro de jóvenes en Cieneguilla-Lima. Cuadros le habla a Luis Bedoya Reyes de la promesa que representaba este joven. El Tucán le responde: “no te preocupes, este chico se va de acá con cargo”. Entonces lo designan secretario de Doctrina para Arequipa, defenestrando al peso pesado de Miguel Flórez Barreda. “Desde que lo conocí quería ser presidente”, afirma Cuadros, hoy también candidato al Congreso pero en otra vereda. La meteórica carrera política de nuestro personaje tiene una primera prueba de fuego en el Municipio Provincial de Arequipa. En el reinado de Luis Cáceres Velásquez, ingresa como regidor de oposición. Trabaja en el Vaso de Leche, apoyo a las Pymes y asume un fierro caliente: la comisión de Transportes. Desde este grupo de trabajo, batallando con la oposición de pasajeros y transportistas, se reorganizan las rutas urbanas. El corazón de la ciudad fue descongestionado, prohibiendo el ingreso de buses a la Plaza de Armas, San Camilo y vías aledañas. Todo marchaba bien hasta que un fallido atentado terrorista le quita a Eguren las ganas de seguir en política. Su esposa atribuye a un milagro de Dios el haber sobrevivido a este hecho. Ella ese día, sin predecir nada, se acercó a la ventana de la casa. En la calle un tipo se metía debajo del carro de Juan Carlos. Pensó que era un ladrón, pero no, era un terrorista colocando una carga de dinamita. Era la época de Sendero Luminoso y sus coches bombas. Avisó a su esposo y éste, sin medir el peligro, salió en estampida a atrapar al intruso. No pudo, lo impidió la reja que estaba con llave. “Fue de Dios”, dice ella. Si salía lo hubiesen matado los otros compinches. Narda encaró a El Flaco y le dijo: “La familia o la política”. Eguren optó por lo primero. Sin renunciar a su militancia partidaria, dedicó su tiempo a la actividad empresarial en una firma de gaseosas. Trece años después, Lourdes Flores Nano, tomando un café en Arequipa, lo anima a postular para el Congreso. Inicialmente la familia se extrañó con la decisión. En un momento iluminado, Narda sacó de su colección de añoranzas la predicción escrita en la esquela del colegio: Flaco Eguren Presidente. Esposa e hijos se convencieron que quizá egoístamente frustraban la verdadera vocación del jefe de familia. En esta campaña lanzó su precandidatura presidencial. Sin embargo, el partido midió sus verdaderas fuerzas y prefirió una alianza con el Apra. “Evidentemente hubo una frustración pero primero están los intereses del país, luego los del partido y finalmente los personales”. Aún nadie le quita el sueño de la presidencia así tenga que fumarse todos los cigarros y tomar todo el café del mundo.