CHARLA ÍNTIMA. El ex ídolo del Barza recuerda lo incómodo que le resultó llegar para ocupar el lugar del ‘Cholo’. Revela que, de alguna manera, eso hizo que Hugo se entregara a la bebida. Pese al paso de los años, no olvida su pleito con el ‘Loco’ Quiroga., Julio Alegría Johan Neeskens se pone serio cuando le preguntan por el Perú - Argentina del 78, por Ramón Quiroga y el 6-0. Se entristece al escuchar el nombre de Hugo Sotil y es firme al responder sobre la FIFA corrupta. El ex astro del portentoso Barcelona de los setenta y de la ‘Naranja Mecánica holandesa’, la del fútbol total, lo recuerda todo y lo cuenta sin callarse nada. ¿Qué lo trajo al Perú? Hacemos un trabajo gracias a una iniciativa del BID y Philips, damos charlas, inculcamos valores y hacemos talleres con los niños, sobre todo en aspectos tácticos y técnicos, como lo que hicimos durante una semana en el Cusco. Perú no va a un Mundial hace más de 30 años y Holanda fue a los últimos cuatro. Holanda es un país pequeño y con pocos habitantes en comparación de Perú. El entrenador Rinus Michels hizo un programa para toda Holanda desde 1994 y desde allí se trabaja con los niños en la técnica, táctica, inteligencia y comunicación dentro de la cancha. Lo más importante es la pelota, no correr 20 vueltas. ¿Yo me pregunto qué quiere la Federación Peruana? Para ir a un Mundial se debe trabajar y mentalizar a los jóvenes sobre lo que es necesario para ser un jugador profesional. Siempre les llega un momento a los buenos jugadores con experiencia como Pizarro o Farfán de dejar el fútbol. No deben jugar más, y si tienen interés en su selección pueden ser ayudantes o asistentes del entrenador. Yo lo hice con Guus Hiddink en Francia 98. Pero Holanda no ha vuelto a una final de Copa del Mundo. ¿Por qué? Porque antes pasábamos más tiempo juntos, en los años setenta no se podían hacer transferencias de manera tan fácil como ahora. Los clubes se llevan a los jóvenes desde pequeños. Eso dificulta todo. Tampoco han aparecido figuras como Neeskens o Johan Cruyff. Ni en Perú. Hubo grandes jugadores, como Hugo Sotil, un referente del Barcelona. Hasta que usted llegó y ocupó su puesto. Y me sentí mal porque él fue un jugador excelente. En 1973 jugó con Johan Cruyff, fue un hombre clave para el título del Barcelona después de años. Luego del Mundial del 74 me fichan a mí, y yo pregunté al club ¿cómo voy a jugar si ya había tres extranjeros?... Me dijeron que a Hugo lo iban a nacionalizar y eso me puso contento porque lo veía alegre en los entrenamientos. Al final no pasó nada. No se pudieron hacer esos papeles y me sentí mal. Jugaba y Sotil no y él estaba mal porque apenas jugaba amistosos. No estuve contento porque ocupé su puesto. Esa situación lo desanimó mucho y lo llevó a beber. Fue una lástima. ¿Conoció la historia del Ferrari, ese que siempre era visto de noche en la entrada de bares y discotecas? (Baja la mirada, parece sentir vergüenza ajena) Hablé con él, le pedí que se muestre en otro equipo, donde podía tener continuidad. Estaba seguro que podía jugar en cualquier otro cuadro, pero no quería. No escuchó y fue de mal a peor. En Argentina 78’ Perú le hizo un buen partido y empató 0-0 con Holanda. Perú era un excelente equipo, pero no tengo buenos recuerdos de ese partido porque terminé con dos costillas fracturadas. Nos jugaron muy bien, eran muy técnicos como Cubillas y fuertes como Chumpitaz. Tenían una excelente defensa. A los 15’ del segundo tiempo, en un centro en el área fui a buscar el balón y choqué con dos jugadores (Jaime Duarte y Rodulfo Manzo), salí mal del campo después de un codazo. No jugué ni con Austria ni con Alemania, en la semifinal ante Italia me pusieron ocho inyecciones, jugué infiltrado. Ramón Quiroga lo auxilió, lo sacó cargado del campo... Sí, pero lamentablemente con Argentina Perú jugó muy raro. Para mí es muy claro que este partido fue ‘cobrado’ (por Perú). Había un tema político, ni siquiera jugaron a la misma hora que Brasil y salieron al campo sabiendo que necesitaban hacer cuatro goles. ¿Fue ‘cobrado’ por Perú? Fue cobrado por Perú. Les hicieron seis, me parecía imposible, increíble. ¿Dónde se metió esa dura defensa que había jugado ante Holanda? Y su arquero, por dios. ¿En la final entre Argentina y Holanda también ocurrieron cosas extrañas? Por supuesto. René van de Kerkhof estaba con una protección en el brazo por una lesión, estaba con algodones y vendas. Daniel Pasarella se le acerca al árbitro y le dijo que René no podía jugar así. El árbitro le hizo caso, nos dijo que no podía jugar la final. ¿Sabes lo que hicimos?... ¿Qué hicieron? Nos metimos al vestuario y decidimos no jugar. El árbitro no lo podía creer, nos veía quitándonos las camisetas y no le quedó otra que dejar jugar a René. Luego, en el partido, desde que empatamos el árbitro cobraba todo a favor de Argentina. Inclusive en una jugada Pasarella me mete un codazo y me voló un diente que se me incrustó en el labio. Ni amarilla le sacaron. “Le quise pegar a Quiroga, le dije que se vendió con Argentina” Antes del Mundial de España 82’, al que Holanda no clasifica y Perú sí, hubo un amistoso en Estados Unidos entre el equipo peruano y el Cosmos, su equipo en ese entonces. La selección perdió por goleada 5-1 y se armó una gran gresca que tuvo a Neeskens de protagonista. Johan recuerda bien el episodio. “Ellos estaban enfadados, empezaron a jugar fuerte y se produjo la bronca. Allí estaban los peruanos a los que enfrenté en el Mundial de Argentina, inclusive uno de los que me lesionó en el 78’. Soy sincero, entré a ese partido muy cargado, con el recuerdo de mi lesión, pero la bronca no la inicié yo, solo fui a defender a mi compañero que fue golpeado. El peruano Duarte agredió a un compañero y yo le respondí. Hasta el arquero Quiroga me agredió, pero no me quedé callado con él. Le dije que era un mentiroso en la cancha porque le metieron seis goles ante Argentina. Le dije: ‘Tú mucho dinero le cobraste a Argentina, ¡cállate, mentiroso! (falso). Eso le dije y me fui de la cancha expulsado, la verdad le quería pegar...” rememora. ¿Le molestaba que le digan ‘Johan II’? Claro que no, fue un honor ese apodo ‘Johan segundo’ porque el primero siempre fue Cruyff, jugador incomparable. Estaba en China cuando me dieron la noticia de su muerte y no lo podía creer. Hace un mes me había dicho que le ganaría el partido al cáncer porque los médicos le mostraron unos resultados y andaba muy optimista. Lamentablemente no pudo ser.