Domingo

Un producto del océano para ayudar a los cultivos

Solución en nuestras costas. Investigadores de la Universidad Científica del Sur han desarrollado un biofertilizante a base de macroalgas que crecen en el litoral peruano. El producto puede mejorar la producción agrícola y reducir el uso de pesticidas.

Los investigadores han ganado dos premios, en Canadá y en Indonesia, con el desarrollo del biofertilizante. Foto: Universidad Científica del Sur
Los investigadores han ganado dos premios, en Canadá y en Indonesia, con el desarrollo del biofertilizante. Foto: Universidad Científica del Sur

Desde niños, aprendemos que una parte del aire que respiramos está disponible gracias a los árboles. Sin embargo, a menudo se ignora que otras plantas también intervienen en este proceso, incluso en mayor medida: las algas. Más de la mitad del oxígeno en la atmósfera terrestre proviene de su presencia en los océanos. Las que vemos cuando vamos a la playa y se enredan entre los pies son las macroalgas. Además de ser esenciales para la vida en el mar, poseen propiedades que son aprovechadas por científicos peruanos para mejorar cultivos.

En la costa del Perú hay alrededor de 270 especies de macroalgas, pero en el mercado son solo seis las más conocidas, según explica el biólogo Paul Baltazar, investigador de la Universidad Científica del Sur, a La República. En los últimos años, las algas del mundo han ganado popularidad en una amplia variedad de productos. Las usan como suplementos nutricionales, estabilizantes de gelatinas o helados, o en cosmética.

La diversidad y abundancia de este recurso en Perú ha llevado a varios pescadores del litoral a dedicarse a su extracción y venta. “La mayoría son productores primarios. Son pocas las empresas que realizan procesamiento secundario”, dice Paul Baltazar. En la industria mundial se reportan ingresos que superan los 1.500 millones de dólares al año, por macroalgas. Mientras tanto, la mayoría de algas peruanas son puestas a secar bajo el sol, empaquetadas y vendidas para luego regresar al país convertidas en productos que valen el triple.

En trabajo conjunto con Juan Carlos Francia, Paul Baltazar se ha dedicado al estudio de las macroalgas durante años. “Teníamos que ver si nuestras algas peruanas podían tener un valor en la industria”, dice. En 2024, sus esfuerzos los llevaron a destacar en el Concurso Internacional e Innovación de Canadá (iCan). Su invento “Biofertilizantes de algas marinas y métodos de producción del mismo” fue premiado.

Paul explica que la idea de crear nutrientes agrícolas a base de algas surgió a partir del conflicto entre Rusia y Ucrania y la consecuente caída de sus exportaciones de fertilizantes en todo el orbe. “Nosotros somos grandes importadores de estos productos químicos. Hubo una disminución fuerte y afectó a la agricultura”, recuerda el experto. En ese entonces, ya estudiaban a las algas y buscaron descubrir si las especies en Perú podían tener componentes que ayuden a crecer vegetales en la tierra. Encontraron que sí.

 La propuesta del biofertilizante genera beneficios para cientos de pescadores artesanales. Foto: Universidad Científica del Sur

La propuesta del biofertilizante genera beneficios para cientos de pescadores artesanales. Foto: Universidad Científica del Sur

Sembrar plantas en el mar

Las macroalgas abundan en las costas peruanas, desde Tumbes hasta Tacna, en sus variedades rojas, pardas o verdes. Pero, como todo recurso natural, no pueden ser extraídas indefinidamente sin consecuencias. “El 97% de nuestra producción algal es extracción y esto ha ocasionado que bancos naturales se vean afectados. Allí entra la universidad”, indica Baltazar.

Desde 2017, los investigadores de la Científica del Sur trabajan con las empresas Apromar, en Marcona (Lima); y Cotrapalmar, en Pisco (Ica). Ambas organizaciones se dedican tanto a la extracción como al cultivo de algas. “Si queremos que la actividad sea sustentable, tenemos que sembrar algas y luego cosecharlas”, señala el experto.

Para sembrar algas, los científicos colocan semillas en plantas pequeñas en un laboratorio. Una vez que germinan, son sembradas en el mar. Luego, las cosechan. “A partir de ello es que hacemos pruebas, como cuando hallamos los componentes para los biofertilizantes, por ejemplo”, dice.

Por otro lado, también es necesario un manejo adecuado de las plantaciones. Las comunidades algueras con las que trabajan tienen en cuenta un tope. Pero, esto no siempre ocurre a lo largo del litoral, a diferencia de otros países. “China, Corea, Tailandia, Indonesia, son países muy fuertes en tema de cultivo de algas. A nivel de Latinoamérica, está Chile. Perú es todo lo contrario. La mayoría de algas que deberían provenir de cultivo, vienen de extracción”, resalta el investigador. De las 50.000 toneladas de algas producidas el año pasado, en Perú, el 97% fueron extraídas.

Las mayores producciones algales están centradas desde la costa central hacia la costa sur del país. Las principales regiones desde donde se exportan son Ica y Arequipa. El tipo de algas con mayor volumen de comercialización son las pardas.

Los bosques de algas están en la zona del litoral y su ubicación depende de cada especie. Si bien hay algas presentes en playas usadas por personas, los pescadores artesanales las extraen de zonas inaccesibles para los bañistas.

Biofertilizantes más baratos

Para sembrar maíz, por lo general se requiere alrededor de 200 a 300 litros de fertilizantes químicos por hectárea. A diferencia de ello, si se utilizan biofertilizantes elaborados con macroalgas, solo se necesitan 20 litros para una hectárea y cada frasco estaría costando entre 12 y 15 soles, según Baltazar.

“La otra ventaja es que estos biofertilizantes, además de ser ricos en nitrógeno, potasio, fósforo y minerales, tienen componentes que benefician al crecimiento y rendimiento del fruto vegetal”, explica el experto. El poderoso líquido ayuda a fortalecer el suelo y no es contaminante, a diferencia de otros productos químicos.

Actualmente, el biofertilizante elaborado con macroalgas ha sido probado en cultivos de maíz, con resultados exitosos. Pero se espera que en el futuro sean empleados en otros productos agrícolas como el trigo, el arroz, la papa, lechugas y frutas como los arándanos y las fresas. Por el momento, el producto es utilizado y vendido a pequeña escala por Cotrapalmar.

Se estima que el uso de biofertilizantes elaborados con algas marinas podría mejorar entre un 10% y 30% el rendimiento de la producción agrícola. En adición a ello, su aplicación también incrementa la resistencia de las plantas a las plagas y enfermedades, lo que reduciría la necesidad de pesticidas químicos.

 A diferencia de fertilizantes químicos, el biofertilizante promueve la resiliencia del suelo y fortalece los cultivos ante plagas. Foto: Universidad Científica del Sur

A diferencia de fertilizantes químicos, el biofertilizante promueve la resiliencia del suelo y fortalece los cultivos ante plagas. Foto: Universidad Científica del Sur

Por otro lado, Baltazar afirma que, aparte de los beneficios en la tierra y los empleos que generaría el cultivo de algas, los biofertilizantes también generan efectos positivos en el mar. “Si nosotros promovemos el cultivo de algas, estamos ayudando a reforestar bosques donde diversos organismos marinos se refugian también”, dice.

Entre las algas del mar viven peces y cangrejos que, además, luego terminan en los platos de restaurantes y familias. La siembra de algas ayuda a cuidar la biodiversidad marina. “El beneficio es mutuo. No solo es producir el producto, veamos el punto de vista ecológico también”, expresa.