Ricardo Bedoya: “El cine está construyendo memoria, eso es lo importante”
Crítico. “En realidad, hacer una actividad artística en el Perú es muy difícil... Hacer películas aquí es complicado por varias razones”, dijo el crítico de cine.
Uno de los mejores programas en la televisión nacional, “El placer de los ojos”, dejará de emitirse. Su conductor, el crítico de cine, Ricardo Bedoya, nos explica el porqué de esta decisión. Y nos cuenta también a que se dedicará en los siguientes días. El abogado, docente en la Universidad de Lima, director del blog “Páginas del diario de Satán”, realizador junto a José Carlos Cabrejo del podcast “Páginas Indiscretas” y autor de valiosos libros reflexiona sobre el fenómenos “Willaq Pirqa”, el cine peruano y mucho más.
Se sabe de tu dedicación total al cine ¿cómo así llegas a él, hay influencia familiar?
Tengo una vinculación con el cine desde que tengo uso de razón. No recuerdo ninguna época en mi vida en que no haya tenido alguna relación con el cine. Mi padre fue fundamental en eso porque también le gustaba mucho y me llevó muy pequeño. Debo haber ido desde los 5 o 6 años.
A esa edad, ¿ qué películas te marcaron?
Comienzo a ir al cine a inicios de los 70, porque nací en el 64. En ese momento había un auge de las películas que recreaban la antigüedad clásica. Ya en los 50 había aparecido el cinemascope y, claro, la producción se orientaba a llenar esa pantalla ancha con películas muy espectaculares y de la antigüedad. Recuerdo esas películas, “Los Diez Mandamientos”, “Ben Hur”, mucha película italiana con películas de forzudos, mitológicos, Hércules, Ulises, Sansón, Maciste. Ese es el cine que veía en esa época y lo veía con gran fervor además, como ahora hacen los chicos con los superhéroes. Bueno, en esa época eran esos personajes mitológicos forzudos.
Protagonizada por el niño Víctor Acurio, quien interpreta a Sistu.
Sin embargo, estudiaste derecho, no cine.
Sí, soy abogado. Y creo que hice bien, porque me dio una disciplina, que es lo que uno necesita para el trabajo intelectual, digamos. Porque, claro, nunca quise ser cineasta. A mí nunca jamás me interesó hacer una película. Siempre mi relación con el cine ha sido una relación de espectador.
Y hasta hoy, que dejas tu programa en la TV, ¿no te interesa hacer cine?
No. Nunca me interesó dedicarme a nada que tenga vinculación con la realización cinematográfica, mi relación es básicamente la del espectador, el placer que me da ver una película, el pensar la película, el vincularme con la película y con el mundo del cine, esa siempre ha sido mi pasión. Hacer películas, no. No sé, nunca lo he intentado. Creo que no tengo ni el talento, ni la vocación, ni la paciencia para la realización cinematográfica.
Hay que tener vocación por la creación artística, pero también es un poco heroico hacer películas en el país.
Sí. En realidad, hacer cualquier actividad artística en el Perú es muy difícil. Quizás ahora, por la tecnología, se ha simplificado hacer cine, porque lo digital ha permitido que un cineasta pueda hacer una película autogestionada, editar una película en su laptop, trabajar con una cámara muy ligera, digital. En otras épocas tenías que trabajar con material fotográfico, fotoquímico, y era sumamente caro. Pero hacer una película en Perú es muy complicado por varias razones, entre ellas si quieres que tu película sea vista por el público necesitas darle difusión y tener un espacio de exhibición, algo que es muy complicado y costoso. Es muy complicado llegar a las salas de cine, básicamente copadas por la hegemonía hollywoodense, ¿no? Y si una película llega a la sala de cine, si es estrenada, para que la gente se entere supone una inversión muy grande. En el Perú, hablar de cine peruano es referirse a muchas formas de producción. Hay películas que van a ser exhibidas en la sala de cine, van a tener mayor o menor éxito, y son películas muy distintas, porque no es lo mismo “¡Asu mare!” que “Willaq Pirqa”. Y hay otro tipo de películas que tardan mucho en hacerse, porque tienen que recurrir a fondos internacionales, fondos del Estado, o se hacen con recursos del propio realizador.
¿El éxito de “Willaq Pirqa” es el éxito del cine regional o es algo insólito en Perú?
Desde el año 96 se vienen haciendo películas en diferentes lugares, es un fenómeno cultural muy importante en el Perú, porque hasta esa época las películas básicamente estaban gestionadas, concebidas, realizadas, en Lima. Y ya en este siglo, la producción se ha diversificado y se está haciendo cine en todo el Perú, en diferentes lenguas, mostrando una pluralidad cultural muy grande. Ahora, ha habido películas que han tenido relieve y se han hecho en regiones, como “Wiñaypacha”, muy importante en su momento. Está “Manco Cápac”, de Henry Vallejo, una película exigente, interesante, importantísima. “Willaq Pirqa”, por supuesto. Y hay muchas que no han tenido notoriedad, pero tienen el mismo interés. “Rosa”, de Dalmer Quintana, de Junín. “Supay, el hijo del condenado”, de Miler Eusebio, de Ayacucho. “Juanito el huerfanito” de Flaviano Quispe, de Puno. Hay muchas más películas en las regiones que no han tenido difusión y otros que sí han llegado a la sala de cine y se han podido ver. “Willaq Pirqa” entró a pocas funciones y poco a poco, gracias a recomendaciones, ha ido creciendo, y está semana está en muchas más salas.
"Desde el año 1996 se vienen haciendo películas en diferentes regiones del país. Es un fenómeno cultural muy importante en el Perú”, dice Ricardo Bedoya. Foto: Archivo
Debe haber sido satisfactorio haber acompañado, con el programa “El placer de los ojos”, esta transformación del cine peruano y del cine en general.
Hace 22 años, las películas seguían haciéndose sobre todo en material fotográfico, fotoquímico. Ahora la mayoría de las películas se hacen en digital... Y ha cambiado el público. Creo que en el 2000 había un público más curioso y lo digo en el sentido de que estaba más dispuesto a seguir propuestas cinematográficas distintas. Además, ahora la oferta cinematográfica es menos exigente... En el curso del programa hemos visto como el CD se impuso, luego el Blu Ray y ahora todas las plataformas, pero siempre una de las preocupaciones fue exhibir producciones peruanas. No podíamos transmitir largos por el horario, pero sí cortos. En los 22 años pasamos muchísimos, centenares. Eso fue una preocupación del programa, tener presencia de cineastas peruanos y trabajos peruanos que difundir.
Son más de 20 años de “El placer de los ojos”, debe haber sido muy difícil acabarlo.
Sí y no. Sí, porque uno se apega, ya el programa forma parte de tu vida. No, porque creo que el cambio es necesario, no creo que nada deba eternizarse. Y tiene que haber nuevo rostros, nuevas ideas, nuevos conceptos. Y creo que hay que dar la posta a gente que venga. Por un lado, hay un sentimiento de pérdida, por otro hay expectativa en lo que yo mismo pueda hacer en adelante.
No es la primera vez que dejas el programa. Cuando pasó lo de Merino hiciste un alto ¿No es una coincidencia que ocurra en estos momentos de conflictos políticos y sociales?
No. Cuando ocurrió lo de Merino yo renuncié, como una especie de reacción, de indignación, a lo que había pasado, sobre todo ante la represión brutal que hubo. Mira, siempre he tenido una política trabajando en un canal del Estado: estar ahí mientras hubiera institucionalidad. Yo sentí, y no soy un politólogo, una reacción emocional en la época de Merino, lo que hizo que renunciara, pero no hubo interrupción del programa, porque se grababa con anticipación. En este caso, la razón fue otra. No voy a entrar en detalles. Pero también ya pesaba esos 22 años que habían pasado. Yo mismo creo que tenía que cambiar.
A propósito del contexto político, en las redes hay quienes dicen: “Qué bonito hacer arte de los pueblos andinos, pero cuando esos pueblos pasan problemas pocos levantan su voz”, ¿te parece una crítica válida?
Primero, pienso que el cine peruano va a adquirir fuerza, va a tener una identidad cuando estén representados todas las culturas del país. Luego, creo que descalificar la película de un cineasta limeño, costeño, trujillano, chiclayano, porque trata un tema andino, no me parece justo. Lo que siempre hay que ver en una película es su coherencia, su fuerza, sus logros expresivos. Un crítico de cine, y yo lo soy, lo que juzga es la película, no la intención de realizador. Ahora bien, cuando hay esas circunstancia históricas, siempre se van a reflejar en el cine. Fíjate, todas las experiencias de violencia, dictaduras, sucesos políticos, una vez que pasan, el cine, las artes en general como la literatura, el teatro, comienzan a procesarlos, a hacer narrativas sobre ellas, que a veces están en contradicción y en conflicto... En Perú después del conflicto armado interno, en un primer momento hubo una especie de silencio en el cine. Primero aparece “La boca del lobo”, en el momento mismo de la violencia. Luego aparecieron “La vida es una sola”, a comienzos de los 90, y películas que hablan de la memoria y en eso el cine regional ha sido muy importante. “La Casa Rosada” de Palito Ortega y otras películas, van hablando de la post memoria, es decir de esa generación joven que no vivió la violencia, pero la recibió, por relatos, por narrativas, por la leche de la madre como “La Teta Asustada” o relatos como los chicos de “Paraíso”, una de las películas más importantes del cine peruano en los últimos años… Entonces creo que estos asuntos vinculados con la violencia y situaciones políticas van a dar frutos, van a dar reflexión, mira lo que pasó con “La revolución y la tierra”. El cine, como las artes en general, están construyendo memoria, eso es lo importante
Cuando se habla de facilismo, mucha gente menciona Tondero, ¿cómo ves ese debate?
Pienso que debe haber un cine popular en el Perú, pero un cine que respete al público. No hacer películas que sean una suma de chabacanerías y vulgaridades. Creo que si se hace un cine, popular, de género, divertido, y que respete la inteligencia de los espectadores, en buena hora. No creo que existan películas cultas y películas populares. El cine es para todos. Creo que hay buenas y malas películas. Y Tondero ha hecho algunas malas películas y algunas buenas películas. No olvidemos que Tondero produjo a Joanna Lombardi, por ejemplo. Una película como “Solos” o como “Casadentro” es producción de Tondero. “Elefante desaparecido”, de Javier Fuentes, es producción de Tondero. Creo que no se debe generalizar.