Cultural

Claudia Piñeiro: “Los hombres tienen que darse cuenta de que el patriarcado también les hace daño”

La escritora argentina presentó en la FIL Lima El tiempo de las moscas, una novela negra en cuya historia dos expresidiarias se enfrentan a un mundo cambiado.

Claudia Piñeiro realizó presentación en la FIL Lima 2023. Foto: Antonio Melgarejo/La República
Claudia Piñeiro realizó presentación en la FIL Lima 2023. Foto: Antonio Melgarejo/La República

Con la historia de dos expresidiarias, Inés Pereyra y La Manca -Inés es personaje de una novela anterior, Tuya-, Claudia Piñeiro, escritora argentina invitada a la FIL Lima, le pone el cascabel al patriarcado, machismo y otros temas y los lleva al debate. Su novela negra El tiempo de las moscas (Alfaguara) cuenta la historia de cómo estas mujeres, después de 15 años de cárcel, se enfrentan a una sociedad en que se han cambiado muchos valores.

― ¿Cómo se anima a retomar el personaje Inés Pereyra?
Nunca había retomado un personaje de una novela anterior mía y no se me hubiera ocurrido por motu propio. Resulta que el escritor Guillermo Martínez, que es amigo mío, había tenido un curso en Estados Unidos sobre la novela latinoamericana en base a cuatro novelas. Una de ellas fue mía: Tuya. Cuando volvió, me dijo: “Tienes que seguir con ese personaje”. En Tuya, la novela termina cuando Inés entra a la cárcel porque mató a la amante de su marido. Es una novela carcelaria y no estaba predispuesta a escribir porque es un ambiente que no conozco. Guillermo me dijo: “Patricia Highsmith continuó con Tom Ripley, un personaje que asesina, manipula, y ganó lectores”.

― Eso fue un desafío…
Pero no estaba dispuesta. Pero mucho después, cuando llegó la pandemia, uno se ponía a pensar –digo, una se ponía a pensar–, qué puedo hacer, en qué me meto, claro, cuando podíamos pensar porque al principio no me daban ganas ni de escribir ni nada. Me acordé de Guillermo y me dije qué pasa si sacó a Inés de la cárcel. Averigüé si ya había pasado el tiempo suficiente de su condena y si podía sacarla de la cárcel.

― Se da cuenta, una escritora tienes más poder que un juez…
Sí, tal cual. Y quizás somos más confiable (risas). Cuando me di cuenta de que si la sacaba de la cárcel, ella ingresaba a un mundo totalmente distinto al que había dejado. No solo habían pasado 15 años, sino para los temas que le constituían, pues ella era una mujer muy conservadora, patriarcal, muy aferrada al modelo de lo típico de mujer, que tenía que ser buena madre, buena esposa, tener familia, aunque todo eso era una mentira porque ella no era nada de ello, solo fingía. Entonces, ella saldría a un mundo donde todos esos temas se habían pateado del tablero. Allí me empezó a interesar.

― ¿Le sirvió de pretexto para encabalgar temas como el feminismo, el patriarcado, machismo?
Yo no diría que es una excusa. Lo que sí quise contar es la historia de Inés. Inés sale al mundo contemporáneo, al mismo mundo que habitas hoy, que habitan hoy tantas otras mujeres que se encuentran con estos temas. Tenía a Inés y a la Manca y salían a este mundo y se encontraban con los mismos temas que me encuentro yo y tantas otras mujeres con respecto a la violencia de género, la maternidad, la sexualidad y tantos otros que se hallan en la novela.

― ¿Entonces, cómo incorporarlos sin rigidez, sin costuras?
Busqué el mecanismo, que es el del coro griego, que es un grupo de personas que se suben al escenario y miran lo que le sucede a Inés y a la Manca y empiezan a opinar sobre ellas. Y las opiniones van a lo personal y de lo personal a lo político. Es ese el sentido de la historia hacia los temas y no de los temas hacia la historia.

― O sea, ¿los problemas que sucede en la sociedad se insertan a la novela a través de este coro?
Dramáticamente, es un coro griego, pero políticamente es una asamblea de mujeres. Una asamblea de mujeres que tiene una forma de mecanismo muy distinto a la política tradicional, donde hay una pirámide y hay un jefe que decide los temas cuando no se ponen de acuerdo. En esta asamblea de mujeres hay una cuestión mucho más democrática en la cual todas opinan, todas votan y se decide por consenso.

― Uno de los temas que se debate es el feminicidio, se preguntan si una mujer mata a otra mujer es feminicidio. ¿Usted qué dice?
Casi todos los temas que se tocan allí están en debate. Es difícil responder sí o no. Yo creo que una mujer también puede tener odio hacia una mujer porque esta es mujer. Y en este caso está bastante cerca de ser un odio hacia esa mujer por ser mujer. También depende de cómo está redactado el código penal, es cuestión de lenguaje. Una ley que tiene una coma demás o una coma menos cambia totalmente el sentido. Mira qué importancia tienen las palabras para meter a alguien preso.

― Hablando de polémicas, leí que discute el masculino universal.
Me siento incómoda. Yo creo que el lenguaje nos dejó a muchas personas incómodas. A nosotras, las mujeres, nos enseñaron a usar el universal masculino en el que nos excluían. Entonces, en un auditorio hay doscientas mujeres y un varón y dicen “los aquí presentes” y las mujeres se sienten excluidas. Si fuera al revés, “las aquí presentes”, el hombre no se siente excluido porque no está armado de esa manera. Las mujeres y los grupos LGTB, en ese sentido, se sienten incómodas con ese lenguaje. Entonces, busquemos formas de corregir. El lenguaje se construye en la calle, no en las academias.

― En la sociedad se solía promover la iniciación sexual de los hombres, incluso en prostíbulos. El coro debate si esto es posible con las hijas. ¿Esa diferencia de trato depende de la educación, la moral?
Creo que depende de muchas cosas, y creo que también, por suerte, ya hay muchas generaciones a las que ya no les gusta decir a sus hijos que vayan a prostíbulos, porque también la iniciación de la vida sexual en el amor es diferente a la iniciación en los prostíbulos. Eso también va cambiando. Incluso hay chicos de 19, 20 años que hasta se quejan de haber sido incentivados para iniciarse de esa manera, porque parece que se creía que el varón tiene que ir, tiene que ser potente, tiene que poder. Hay que pensar que el varón quiere iniciarse en amor con una chica. Me parece que todas esas cosas se van como a emparejar entre varones y mujeres en un punto.

― Y ahora, el hablar de la sexualidad sin amor con las mujeres…
Parecería que es más fácil hablar de la sexualidad sin amor con los varones que hablar de la sexualidad sin amor con las mujeres. Por lo menos es injusto, ¿no? (risas). La vida sexual es para todos, para mujeres y para varones. Y si no tuviéramos tanto prejuicio, mujeres y varones de la misma edad, en un contexto mucho mejor, se podrían iniciar juntos en vez de estar buscando, los varones en un prostíbulo y las chicas viendo qué hacen porque no se atreven a decirle. Se hallarán nuevas reglas y espero sean más satisfactorias para todos, para mujeres y varones.

― ¿Cree que se está socavando al patriarcado?
Sabes, yo creo que socavar al patriarcado es muy difícil. Además, como dijo Virginia Woolf, nunca faltará una crisis económica, religiosa o política por la cual justifiquen quitarnos el derecho que nos dieron. Yo diría, los derechos que avanzamos las mujeres porque estos derechos nunca se han ganado del todo. Por ejemplo, con la vuelta de la ultraderecha se habla de volver a la ley que prohibía el aborto. En Estados Unidos pasa lo mismo.

― Dos expresidiarias. ¿No le queda otra que reinventarse?
Yo creo que las mujeres tuvimos que reinventarnos más que los hombres porque teníamos modelos muy estrictos de cómo teníamos que ser. Las mujeres teníamos que ser madres, y buenas madres, etc. En un momento, te encontrabas en que no eras madre o no te salía bien y quedabas divorciada, sola, con tus hijos, y sostener un hogar monoparental, tener que trabajar en lo que sea. Todo eso lo tenemos como un ejercicio de reinvención. Igual, los varones también han tenido que sacarse de encima muchas cosas, tienen que darse cuenta de que el patriarcado también les hace daño.

¿La novela negra conlleva una mejor manera de retratar nuestra sociedad?
Yo creo que la novela negra está muy cercana a lo que pasa en nuestra sociedad. Siempre ha sido muy social. A los escritores, que siempre estamos con las antenas muy paradas para retratar nuestra sociedad, se nos filtra. No es que yo me siente a escribir una novela pensando que va a ir por el género negro, yo me siento a escribir una novela en la cual la sociedad en la que vivo también es una protagonista más de la novela. Entonces, para contar la sociedad también hay que contar los crímenes que en ella se cometen.