Más de 40 familias en la zona Ecos de Chillón, en el distrito de Comas, enfrentan una crisis de acceso al agua potable desde hace 15 años. Ante la falta de conexión a la red pública, los vecinos han optado por construir un pozo artesanal de 4 metros de profundidad, del cual extraen agua con una bomba y la almacenan en reservorios improvisados.
La situación se ha vuelto crítica debido a las altas temperaturas y la proliferación de insectos, lo que ha incrementado el riesgo de enfermedades. Además, el costo del agua en la zona es elevado, obligando a las familias a destinar gran parte de su presupuesto a la compra de bidones de agua.
Los vecinos de Ecos de Chillón han implementado soluciones improvisadas para abastecerse de agua. Mediante una bomba, extraen el agua subterránea del pozo y la almacenan en piscinas y reservorios para su uso diario. Sin embargo, el agua presenta sedimentos y contaminación, lo que la hace poco segura para el consumo humano.
Según testimonios de los residentes, muchas familias se ven obligadas a consumir esta agua debido a la falta de alternativas. Además, el intenso calor y la falta de saneamiento básico han generado un aumento de enfermedades, como el dengue, producto de la proliferación de mosquitos en los reservorios.
Las familias sin acceso a la red pública de agua deben comprar bidones de 8 litros a un precio de 4 a 5 soles, un costo considerablemente mayor en comparación con las tarifas de agua potable en otras zonas de Lima. Esto afecta su economía, ya que el recurso hídrico se vuelve una carga adicional en sus gastos diarios.
Para minimizar el impacto económico, algunas familias optan por mezclar el agua del pozo con el agua comprada, mientras que otras la utilizan exclusivamente para aseo personal y lavado de ropa.
A pesar de pagar arbitrios y autovalúo, los vecinos de Ecos de Chillón no han logrado acceder a la red pública de agua y alcantarillado. Según información municipal, la zona se encuentra en la zonificación 14, lo que ha dificultado la instalación de tuberías.
Además, la Autoridad Nacional del Agua (ANA) ha clasificado el suelo de la zona como relleno sanitario, lo que complica aún más la ejecución de proyectos de infraestructura hídrica. Esto ha dejado a los residentes en un estado de abandono y sin soluciones concretas.
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En un intento por resolver el problema, un grupo de vecinos contrató a un ingeniero privado para la instalación de agua y desagüe. Sin embargo, a pesar de haber realizado pagos y firmado contratos, el proyecto no se concretó, dejando a las familias sin respuestas y con dinero perdido.
Algunos residentes manifestaron su frustración por la falta de apoyo de las autoridades y la ausencia de soluciones definitivas. “Ya hemos pagado por la instalación del servicio y seguimos sin agua. No es justo que nuestros hijos tengan que consumir agua contaminada”, expresó una vecina que lleva 12 años viviendo en la zona.
Las altas temperaturas han agravado la situación, haciendo más difícil la vida diaria de los vecinos. La falta de agua para el consumo y el aseo personal ha generado problemas de salud y condiciones de vida insalubres.
Ante la crisis, los pobladores continúan exigiendo a las autoridades la implementación de soluciones urgentes para garantizar el acceso al agua potable y mejorar su calidad de vida. Mientras tanto, dependen de un pozo artesanal y de costosos bidones para cubrir sus necesidades básicas.
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