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Política

Jaime Saavedra: “No hay momento en el que haya dejado de haber ataques a la reforma universitaria”

Exministro de Educación reveló que existieron "muchas presiones" sobre la reforma "desde el momento en el que se estaba escribiendo". Además, consideró preocupante que sectores ultraconservadores ganen espacio en la educación, lo que genera un "retroceso grave". 

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Jaime Saavedra, director global en Educación del Banco Mundial y exministro de Educación. (Foto: M. Merino)

El director global en Educación del Banco Mundial y exministro de Educación, Jaime Saavedra, acaba de publicar su libro “Estamos tarde: una memoria para recobrar la educación en el Perú”, que se basa en su experiencia en el Estado. Es una bitácora sobre los retos y dificultades de implementar políticas públicas en el país. 

—El título de su libro “Estamos tarde” sugiere que el tiempo nos está ganando en la pelea por mejorar la calidad de la educación. ¿Es un llamado de atención?

—Sí, es un llamado de atención para la sociedad peruana. Se aplica a muchos otros países, porque las reformas educativas se ven como políticas públicas que hay que hacer lo más rápido posible, pero si se ven desde la perspectiva de un joven o un niño, es urgentísimo. Lo que no se hace hoy es un día perdido en la vida de ese chico. El título viene de una anécdota que menciono…

—La leí. Cuando un estudiante le dice que los cambios están muy bien para los de primero o segundo de media, pero a él que está en quinto ya no le sirven de nada. 

—Exacto. Eran los colegios de jornada escolar completa, visité muchos de ellos, este era uno en Piura. Siempre preguntaba a los chicos si estaban contentos con quedarse más tiempo en las escuelas, pero este alumno, como dices, levantó la mano y dijo eso, que todo bien para los de primero o segundo de media pero que para él ya era muy tarde. Yo no tuve respuesta para eso. Efectivamente, sus años de secundaria habían pasado, no había nada qué hacer. Lo que quiere dar el libro es una sensación de urgencia.

—Una pregunta que se lee en la contratapa del libro es la siguiente: ¿De qué magnitud es el reto de recomponer la educación en el Perú? Se la traslado. 

—Es un reto muy grande que tenemos que internalizar como sociedad. A pesar de las mejoras, el número de chicos que acaban la primaria sin los aprendizajes fundamentales es todavía demasiado grande. No es un tema de “mira, estamos bien, pero podemos estar mejor”. No. La situación es complicada en el Perú y en América Latina en general. Todos deberían terminar la primaria sabiendo leer bien. 

—Y eso no ocurre en el Perú. 

—No. Tenemos la data. Incluso en prepandemia eso no ocurría. Las cifras llegaban a poco más del 50%. Con la pandemia, peor. Y ahora no hay cifras para el Perú. Si me preguntas cómo ha empeorado la situación del aprendizaje, te diría que no lo sé. No tenemos evaluaciones de aprendizajes pospandemia. En otros países que han tenido experiencias similares a las del Perú, con casi dos años de escuelas cerradas, las pérdidas de aprendizajes son muy grandes, a pesar de los esfuerzos de enseñanza remota.

—En el libro se destaca que —a contracorriente— usted tiene fe en el Estado peruano, en la gente que lo compone. ¿Su mirada no será demasiado sesgada y, por eso, optimista?

—Mira, puede ser sesgada por la experiencia que tuve, que fue positiva, porque pudimos atraer a mucha gente joven con una vocación muy grande de servicio público, que venía a trabajar al Estado con la motivación de cambiarle la vida a la gente. Claro, siempre lo que hace noticia es si hay un acto de corrupción aquí o allá. Eso sale en los diarios y, efectivamente, eso pasa en todos los sectores públicos. 

—¿El Estado peruano está a la altura de lo que necesita la educación peruana para su reformulación?

—No. No está a la altura donde debería y depende mucho de lo que se hace en cada momento en el tiempo. Sí, es posible que mi experiencia sea sesgada. Hay otros momentos en el tiempo en el que el Estado se llena de gente que solo va a buscar un empleo y punto. Eso lamentablemente pasa. 

Jaime Saavedra fue ministro de Educación bajo en mandato presidencial de Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski. Foto: Virgilio Grajeda / La República

—Le dedica un capítulo al tema del currículo escolar y los ataques que se empezaron a recibir por querer implementar lo que sectores ultraconservadores llaman ideología de género. Quizás en una de las pocas líneas en las que usted se permite una evaluación política sobre su actuación, escribe: “En retrospectiva, quizás nos faltó más cálculo político”. ¿Pensó que la ola no sería tan grande?

—Sí me sorprendió, para serte franco. No sé qué distinto hubiese podido haber hecho. Recuerdo que el periodista Fernando Vivas me preguntó por la ideología de género y yo no estaba seguro de qué estaba hablando. En el currículo tenemos un enfoque de género, sí, porque se dice que niños y niñas tienen los mismos deberes y derechos, que todos tienen que respetar independientemente de tu género u orientación sexual. Eso no es invento mío, eso estaba en el currículo hace diez años.

—¿Ahora ya sabe qué es ideología de género?

—No sé qué es, pero sí sé que es un término que una gente usa para, presumo, caricaturizar el enfoque de género y tratar de convencer a otra gente de que es algo malo. 

—Le generó problemas a su gestión. 

—Particularmente al final de la gestión, sí. Por supuesto. 

—¿Le preocupa que los sectores ultraconservadores ganen espacio en la educación, en el Perú y otros países?  

—Bueno, sí es preocupante. Por ejemplo, en la escuela tiene que haber educación sexual y reproductiva. Es absolutamente necesario, sobre todo en un país en el que tienes un problema muy complejo de embarazo adolescente. En nuestro currículo tiene que enseñarse la igualdad de género, en el sentido de que niños y niñas tienen los mismos deberes y derechos y oportunidades, y no puede haber estereotipos en el sentido de que la niña tiene que cocinar y el niño puede ser ingeniero. Eso se tiene que enseñar, de eso se tiene que hablar en una escuela. Que haya gente que diga que eso no se puede tratar en la escuela, es un retroceso grave

Jaime Saavedra ocupa el cargo de Director Global de Educación del Banco Mundial desde el año 2017. Foto: Andina

—Sobre la Sunedu, escribe: “Los ataques e intentos de minar la reforma universitaria han sido constantes y seguramente continuarán, porque los intereses en juego son muchos”. Eso está pasando justo ahora. ¿Corre peligro la reforma?

Hubo ataques a la reforma desde que se estaba escribiendo. Desde las reuniones constantes entre el equipo del ministerio con el del congresista Daniel Mora. Hubo muchísimas presiones. Y una vez que (la ley) se aprobó, fueron al Tribunal Constitucional, hubo demandas. No hay momento en el que haya dejado de haber ataques a la reforma universitaria. Nunca. Ataques comunicacionales, políticos, judiciales. 

—Pregunto, porque quienes atacan han ganado espacio.

—No tengo los detalles del último cambio legal. El punto central es que implica un cambio en la conformación del Consejo Directivo. Todo dependerá de si esas personas responden al interés de alguien o al interés de los jóvenes. Los que estén en el consejo directivo de la Sunedu van a aplicar una política, y deben hacerlo teniendo en cuenta, única y exclusivamente, el interés de los jóvenes como criterio de decisión, sin tener en cuenta ningún interés particular, ni de alguna universidad pública o privada, o de los docentes o de proveedores educativos. 

—Cuando empezó a funcionar la Sunedu, la valla era baja. ¿Los criterios deberían elevarse?

—Eran criterios de licenciamiento. Se podría decir que era una reforma tímida, en el sentido de que estábamos, simplemente, tratando de que hubiera una valla mínima. 

—Que haya locales adecuados. 

—Que haya locales, profesores calificados, servicios a los estudiantes. Eran varas mínimas, no estábamos buscando la excelencia. Si hubiera una crítica es que la Sunedu también tiene que buscar esa excelencia, no las vallas mínimas. Esa debería ser la discusión nacional. ¿Esa vara es la correcta? ¿No deberíamos ir subiéndola paulatinamente? ¿Cuál es el número de universidades acreditadas a nivel internacional? ¿Cuál es el nivel de publicaciones? Han subido, pero seguimos por debajo del promedio de América Latina. 

—Me dijo que no hay cifras sobre la educación peruana pospandemia… 

—De aprendizajes. 

—Correcto. ¿Es posible saber qué terreno pisamos? Se habla de una generación perdida. 

—Eso aplica principalmente para los países que tuvieron un cierre escolar muy largo. Lamentablemente, el Perú está en el club de los países que más largos cierres escolares tuvieron: casi dos años. Estamos entre los países que más pérdidas han tenido. Para los chicos de estos países, es como si hubieran desaparecido dos años de su vida escolar, completamente. Hubo intentos de aprendizaje remoto, sí, algunos de ellos medianamente exitosos. Probablemente la gente más pudiente sí se pudo conectar por Zoom con sus profesores y tenían computadora con conexión de internet de banda ancha y libros. Digamos que un 20% mantuvo un enganche con el sistema educativo pero el 80% no lo mantuvo, en el Perú y en todos los países de ingresos medios. 

Fue un error mantener las escuelas cerradas por tanto tiempo. 

— El problema fue ese. Pero no son solo dos años que no aprendiste, es todo lo que te olvidaste. Si te desconectas del colegio, te olvidas de lo que habías aprendido en los años anteriores. Si no hacemos algo urgente hoy día, efectivamente, podemos tener una generación perdida.

—El Perú, como sabe, atraviesa la crisis social y política más grave de los últimos tiempos. ¿Qué evaluación hace de todo este proceso?

—Son años de inestabilidad política que generan complicaciones para mantener los servicios públicos adecuados o el crecimiento. Desde fuera, también se ve que la situación es incierta y complicada, luego de que el Perú haya sido un país que destacaba. Lo bueno es que la estabilidad macro se mantiene. Yo espero que las cosas se estabilicen para que se pueda regresar a un dinamismo de la inversión privada y pública, y para retomar el proceso de pensar en mejores políticas públicas. Se gasta tanto espacio mental en las discusiones políticas que se gasta menos espacio mental en pensar en qué hacer con la educación pospandemia, en cómo mejorar nuestro sistema de salud o de pensiones. Tenemos muchos desafíos de desarrollo.