Los primeros síntomas de la demencia en progreso son sutiles: el olvido de dónde quedaron las llaves, los lentes, el dinero. Puede continuar más adelante con la confusión sobre algo que antes se hacía con facilidad: los pasos a seguir para cocinar un plato de comida o para arreglar algún aparato. Y más tarde la recurrencia de todo eso, cada vez más seguido, a lo largo de meses.
Los cuidadores son importantes en la atención del paciente y también necesitan apoyo emocional.
“Otra característica son los cambios en el estado de ánimo. Al inicio de los problemas de demencia, hay cambios de conducta, irritabilidad, tristeza. La familia piensa: “Se le nota cambiado, está raro, no era así, su personalidad no es la misma”. Esos son los indicadores más incipientes. Mas adelante hay cosas mas evidentes”, explica el medico psiquiatra Christopher Salirrosas, del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) del Ministerio de Salud.
En el Perú, unas 300 mil personas sufren de algún tipo de demencia, que es el deterioro de sus funciones intelectuales. De esa cifra, cerca del 70% son pacientes con Alzheimer. Le siguen las demencias vasculares ocasionadas por infartos cerebrales. Los síntomas aparecen con mayor frecuencia después de los 60 años y se agravan a medida que la edad avanza.
“Para catalogar un cuadro de demencia, algunas características, como el deterioro intelectual y la alteración del comportamiento, deben presentarse mínimo seis meses. Los casos en mujeres son más frecuentes porque son un porcentaje mayor de adultos mayores. Es un género de riesgo”, explica la médico psiquiatra Mariella Guerra, especialista en adulto mayor del Centro de Memoria y Depresión.
Un estudio reciente de The Lancet, respetada publicación en salud, señala que para el 2050 las cifras de pacientes con demencia se triplicarán en el planeta. Los países latinoamericanos tendrán la más alta tasa de prevalencia y el Perú figura en tercer lugar. Los casos aquí podrían aumentar en 3.9% al 2050, según esa investigación. Casi se cuadruplicarían.
“Lo de Lancet es una proyección en base a cifras de la realidad, pero puede variar en función de lo que se haga en prevención”, explica el doctor Salirrosas.
¿Cómo atiende el sistema peruano a los pacientes con esta enfermedad? “La política del Estado está dirigiéndose en salud mental a la atención primaria”, comenta. Hay tres niveles: uno, la atención en centros de salud mental comunitarios; dos, atención en hospitales generales; y tres, en institutos especializados como el INSM, donde trabaja.
En Lima hay 35 centros de salud mental primarios y 203 a nivel nacional. “En ellos se busca intervenir de manera directa con la comunidad. Son los más cercanos a la población. La atención es multidisciplinaria: psiquiatra, psicólogo, enfermera, terapeuta, asistenta social, participan de la atención”, dice Salirrosas.
Pero la cobertura todavía no es suficiente y hay falta de profesionales. Para la doctora Guerra, los hospitales públicos diagnostican la enfermedad, pero el tratamiento es limitado. “Hay un costo en medicamentos que las familias de los pacientes deben asumir y puede ser muy alto”, comenta. El Minsa solo brinda los medicamentos que son parte de sus listas.
Los casos de cuidadores profesionales son minoritarios. Usualmente, un familiar cuida al paciente. Fotografía: Archivo La República
“El cuidador en algún momento se transforma en el enfermo silente”, dice el doctor Salirrosas sobre las personas que se encargan de cuidar a un paciente con demencia. Usualmente el cuidador es un familiar, de sexo femenino (la hija, la esposa) y considerando que la enfermedad es degenerativa cada vez debe dedicar más tiempo a su familiar. Y acaba necesitando ayuda.
“Se desgastan. La demanda de cuidados genera estrés y sobrecarga. Reaccionan con irritabilidad y síntomas parecidos a la depresión y la ansiedad, que decantan en una patología que ya está clasificada. Nosotros vemos al paciente una vez al mes en consulta, ellos los atienden todos los días. Y se cargan”, agrega Salirrosas.
El Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) está abordando este tema con el Programa de Atención a Cuidadores de Pacientes con Trastorno Neurocognitivo Mayor.
“El cuidador requiere un abordaje propio. Dentro del departamento del adulto mayor, el equipo se da tiempo para hablar con el cuidador. No en la misma consulta, con la persona que cuida, sino abordarlo aparte y también como paciente. Necesitan atención en salud mental porque de no hacerlo, eso se puede reflejar en el cuidado del adulto mayor: este puede sufrir los embates de la catarsis del cuidador. Puede acabar en un círculo vicioso que hay que romper”, explica Salirrosas.
El 2018 se dio la ley 30795 para la prevención de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, que establecía que además de asegurar la atención al paciente, el cuidador tenía derecho a recibir información especializada sobre los cuidados del paciente; recibir facilidades laborales que le permitan atender situaciones vinculadas con la atención del paciente; participar en programas y actividades de instituciones del sector público para fortalecer su salud y equilibrio emocional; solicitar a su empleador hasta una jornada laboral de permiso remunerado al año para atender las necesidades del paciente.
La doctora Guerra dice que esto lamentablemente no se pone en práctica. “La idea era establecer un marco legal para proteger a la persona enferma y para apoyar al cuidador, pero no se está cumpliendo”, afirma.
Hay esfuerzos de parte del sector público para atender a los cuidadores. Esta última semana, el Ministerio de la Mujer anunció la creación de un Sistema Nacional de Cuidados que plantea la mejora de los servicios existentes.
En tanto, ¿cómo prevenir el aumento de casos de demencia en los próximos años? “Lo principal es una política de prevención y control de los factores de riesgo: la hipertensión, la obesidad, la diabetes, el consumo de alcohol, el tabaquismo. Y prestar atención a los antecedentes genéticos. La falta de actividad física y el nivel educativo también influyen. Por eso hacen falta políticas públicas”, explica la doctora Guerra.
El doctor Salirrosas reitera que hay que empoderar los Centros de Salud Mental Comunitario para llegar a la población más vulnerable. “Hace diez años se empezó con este programa, ha habido avances y logrando cambios en los estilos de vida podemos disminuir las probabilidades de demencia a futuro”, comenta.