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Ciencia

Coronavirus sin vacuna: un camino difícil, pero posible para controlar la pandemia

En 1984, EE. UU. prometió tener una vacuna contra el sida en dos años. Han pasado más de 35 y aún no se consigue. Por ello, considerar contener la COVID-19 sin una, resulta imprescindible. Expertos explican cómo sería este escenario.

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Han advertido que uno de los retos de la vacuna contra la COVID-19 será la producción masiva. Foto: EFE

Por Itzia Huillcahuari y Adolfo Cuicas

A diferencia de otros virus, el coronavirus SARS-CoV-2 parece poseer particularidades que asoman su perpetuidad. Ante esto —y con la intención de evitar mayores estragos— la comunidad científica plantea la inmunidad colectiva como una solución para controlar la actual pandemia de la COVID-19.

El camino ideal hacia este objetivo es el desarrollo de una vacuna. A la fecha, hay más de cien propuestas, pero solo algunas han demostrado ser prometedoras. Este recorrido, sin embargo, tiene una alternativa que prescinde de ella.

Ernesto Gozzer, médico salubrista y profesor asociado de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, explica a La República que la inmunidad colectiva —ya sea por vacunación o por contagio— puede alcanzarse una vez que el 60 % a 70 % de la población mundial se ha infectado. Esta cifra haría que el coronavirus dejara de circular. Por tanto, la COVID-19 podría ser contenida.

Si bien se prefiere el primer escenario (inoculación masiva), la segunda vía también es factible. Pero se tiene que evitar un contagio acelerado, advierte Gozzer.

“De lo contrario, se necesitarían muchas camas en los hospitales y en las UCI para atender a esa población. Por eso es imperativo adoptar medidas”, indica.

A la fecha hay más de cien vacunas que se encuentran en proceso de desarrollo contra la COVID-19. Foto: difusión

Estas medidas incluyen aumentar el testeo o las pruebas de diagnóstico de la enfermedad, aislar los casos confirmados, hacer un seguimiento a sus contactos y ponerlos en cuarentena, así como mantener el distanciamiento físico y el uso protector de mascarillas y otros implementos.

“Son medidas clásicas de salud pública que se pueden aplicar para esta pandemia [en caso de no tener una vacuna]. Lamentablemente tardaremos muchos más meses, quizás un año y medio o hasta dos con estas medidas porque van a cambiar nuestra forma de comportarnos, de vivir, de relacionarnos, y esos cambios son los que cuestan más lograr”, aclara Gozzer.

A paso lento

Ahora bien, ¿por qué es importante considerar controlar la pandemia sin una vacuna? Las respuestas son múltiples, pero una de las más importantes radica en el largo proceso que toma llevar la teoría a la práctica.

Estrategia de vacunaciónVentajasDesventajas
Vacunas de virus inactivadasFácil de preparar; la seguridad; anticuerpos neutralizantes de alto título.Potencial inapropiado para individuos altamente inmunosuprimidos.
Vacunas atenuadas contra virusDesarrollo rápido; inducir altas respuestas inmunes.Posible reversión fenotípica o genotípica; todavía puede causar alguna enfermedad,
Subunidades de vacunasAlta seguridad; producción consistente; puede inducir respuestas inmunes celulares y humorales; anticuerpos neutralizantes de alto título.Alto costo; menor inmunogenicidad; requieren dosis repetidas y adyuvantes,
Vacunas de vectores viralesLa seguridad; induce altas respuestas inmunes celulares y humorales.Posiblemente presente inmunidad preexistente.
Vacunas de ADNMás fácil de diseñar; alta seguridad; anticuerpos neutralizantes de alto título.Baja respuesta inmune en humanos; dosis repetidas pueden causar toxicidad.
Vacunas de ARNmMás fácil de diseñar; alto grado de adaptabilidad; inducir fuertes respuestas inmunes.Altamente inestable en condiciones fisiológicas.

La historia ha demostrado que, en promedio, aprobar una vacuna puede tardar hasta más de 10 años, según el Instituto Internacional de Vacunas. Por ejemplo, la del ébola necesitó alrededor de 16 años. Mientras que la del sida, anunciada por el Gobierno estadounidense de Ronald Reagan —en 1984— hasta ahora no ha visto la luz.

Esto coincide con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que informa solo 26 enfermedades con una vacuna. La dilatación se ha debido principalmente a los intentos fallidos y a las exigencias que asume cada fase de desarrollo.

“De hecho, las vacunas que están siendo desarrolladas ahora contra la COVID-19 son vacunas que ya se tenían para otros virus, pero que están siendo adaptadas para este SARS-CoV-2”, refiere Dennis López Baca, doctor especializado en enfermedades infecciosas y tropicales en Cochabamba y miembro de la Sociedad Boliviana de Infectología.

Proceso de desarrollo de una vacuna. Infografía: AFP

Aprender del pasado

No obstante, no hay razón para no ver optimismo. La humanidad ha superado anteriormente varias enfermedades sin la necesidad de una vacuna. Una de las más graves pandemias, la gripe de 1918, pudo ser controlada gracias a la inmunidad de rebaño, a través de contagios.

“[En esa época] aprendimos la importancia de las intervenciones tempranas y el distanciamiento social, y debemos prestar atención a esas lecciones”, resalta a la República la periodista científica y escritora estadounidense, Tara Haelle, quien escribe al respecto en su libro ‘Vaccination Investigation: The History and Science of Vaccines’.

Y aunque el SARS de 2003 fue una epidemia, agrega, ese virus es muy similar al actual coronavirus. Por tanto, valdría la pena continuar investigando cómo fue contenida sin una vacuna.

Incluso con la misma COVID-19 ya se pueden ver ejemplos. López Baca compara los casos de éxito que han obtenido países como Nueva Zelanda, donde —según la primera ministra Jacinda Ardern— el virus ha sido derrotado.

“Esto podría pasar cuando el porcentaje de infectados de la población es significativo, caso que ha sucedido aquí en Bolivia, en el departamento de Beni. Se estima que más del 95% de la población ya está infectada. Entonces de aquí en adelante se espera que se aplane la curva y la gente adquiera la inmunidad colectiva”, apunta.