Un aspecto clave es que la élite de FP nunca tuvo nada que ofrecerle a su postergada periferia.,La historia de la vacancia ha traído de vuelta a la política al congresista descontento. Ya lo habíamos visto en la disidencia que dejó al Partido Nacionalista en minoría. Ahora una partida en bloque dejó a Fuerza Popular sin su mayoría absoluta, y luego una paulatina migración sigue debilitando a este partido. Los congresistas se mantienen satisfechos y leales cuando se sienten parte activa de un espíritu de cuerpo, cuando ven que su estrella política avanza dentro y fuera del Congreso, cuando perciben razonables posibilidades de ser reelegidos. Los partidos que no pueden ofrecer esto a lo largo de un periodo de gobierno se empiezan a desflecar. Esta dinámica tiene mucho que ver con el sistema de reclutamiento para la lista partidaria, basado en dos factores: la limitada presencia de los partidos entre la población y el voto preferencial. Los membretes electorales hacen alianzas que se mantienen mientras haya una mutua conveniencia, que es una relación mucho más volátil que la afinidad partidaria. Así, la política parlamentaria se llena de invitados, una expresión que sugiere una segunda categoría de congresista. Un estudio de Transparencia muestra que 92 de los 130 no están afiliados al partido que los llevó al hemiciclo. En FP los inscritos o militantes son 15%, en Peruanos por el Kambio 17%, en el Frente Amplio, antes de la división, 20%. Buena parte de quienes languidecen en el Congreso, lejos de los reflectores, esperando su momento, son invitados. No pocos de ellos con ideas o carreras políticas propias. Transparencia hace notar que 38 parlamentarios de hoy son ex gobernadores regionales, o ex alcaldes, o ex regidores. Juntos serían una segunda bancada, idéntica en número a los afiliados. El nacionalismo simplemente se desentendió de una mayoría de sus congresistas. FP fue más allá y, con cierta visión de futuro, legisló para impedirles toda libertad de movimiento a los congresistas disidentes. Esto puede haber demorado el proceso, pero hoy vemos que no lo impidió, y más bien le sumó un argumento más al descontento. Un aspecto clave es que la élite de FP nunca tuvo nada que ofrecerle a su postergada periferia. De allí la sensación de que los disidentes que están pasando al kenjismo o a la no vacancia son perfectos desconocidos. Nadie de la mototaxi, por cierto.