El aprofujimorismo hoy más que nunca necesita generar caos para mover mejor las piezas que aseguren su blindaje frente a Odebrecht y su posible prisión. ,PPK está prácticamente desahuciado de la presidencia. Su último tuit, imaginando un diálogo con San Pedro, es delirante y sintomático de su camino al cadalso. Y aun cuando en política peruana nunca nada está dicho hasta que sea consumado, ahora todos los reflectores –políticos, mediáticos, pero sobre todo los ciudadanos– deben apuntar a Martín Vizcarra. No para contestarle a Sheput o PPK sobre si se irá con ellos cuando el aprofujimorismo suelte la guillotina, sino para hablarles a los peruanos. Vizcarra tiene la obligación de pronunciarse respecto de un sobreentendido pacto entre Keiko y él de cara a su inminente rol de encarnar la nación y representar a los peruanos. Vizcarra tiene la obligación moral y política de responder si hay –en efecto– un pacto con Keiko por una supuesta gobernabilidad, y lo que diga u omita decir será un dato importante para hacerlo responsable de sus palabras o su silencio. Si Vizcarra cree por un segundo que pactar con Keiko podrá asegurarle gobernabilidad, solo estaremos cambiando un monigote irresponsable por otro. Si Vizcarra cree por un momento que Keiko lo avala ahora en resarcimiento por la humillación a la que lo sometió meses atrás, o si cree que Keiko realmente quiere lo mejor para el país, entonces estaremos nuevamente exponiendo al Perú a una recaída de consecuencias letales para la democracia. Quien sea incapaz de ver que ya hemos perdido dos años de valiosísimo tiempo-país en crisis tras crisis generada por el nefasto apellido Fujimori –Alberto, Keiko y Kenji– será un necio inepto y negligente en el cargo, y nos llevará a un estado de inanición política e institucional que será aprovechado por Keiko y el aprismo. El aprofujimorismo hoy más que nunca necesita generar caos para mover mejor las piezas que aseguren su blindaje frente a Odebrecht y su posible prisión. Quien sea incapaz de darse cuenta de que Keiko está invitando a la cena a Vizcarra solo para envenenarlo tras el postre será un ingenuo supino y el temerario responsable de la debacle en la que entraremos cuando Keiko termine de ejecutar su angurriento, enfermizo y despreciable plan. Ella está desde el día uno por la presidencia, y no haber aquilatado esto en su real dimensión es lo que tiene ahora a PPK suplicando desde Twitter: “¡Déjenme trabajar! Es lo único que pido”. Quien entrando al cargo –Vizcarra– crea que se puede o que él sí puede manejar a Keiko con la componenda, estará poniéndose él mismo la soga al cuello, y con su cuello el de todos los peruanos. Entonces, Keiko quiere a Vizcarra porque tiene un plan. El golpe de Estado que acaba de dar desde el Congreso con el aprismo-cómplice-rufián es una pieza de su ajedrez: haber aprobado que el presidente ya no pueda censurar gabinetes y disolver el Congreso dentro de los cauces de la ley, asegura quitarle a Vizcarra esa potestad, y por ende, esa carta de negociación política. Keiko muestra una vez más que le vale madre el equilibrio de poderes, y que se zurra en la Constitución y las leyes como siempre se zurró su padre cuando estas lo limitaban en sus ambiciones. Otra vez el Perú ante una encrucijada de males menores: Keiko y su banda –que sin duda demolerá el país si llega al poder a las malas como pretende– o el beneficio de la duda a Vizcarra cruzando los dedos para que no termine igual que PPK y nos termine de hundir como país en los infiernos fujimoristas. Por eso es crucial sacar de boca de Vizcarra esa promesa, obligarlo a dar cara al Perú. Entonces exijamos a Vizcarra que diga: ¿Estás o no con Keiko? Porque nosotros elegimos a PPK para evitarnos el fujimorismo, pero PPK eligió ser su cómplice e ignorar la voz de quienes gritábamos No-a-Keiko, no por odio –como les gusta mentir a esos– sino porque conocemos y vemos en Keiko, desde mucho antes, lo que ellos recién ven ahora cuando están a punto de morir en sus manos: un proyecto personalísimo sin ninguna consideración por lo que es y necesita la nación, sin el menor rubor por saltarse las leyes y pisotear el Estado de derecho, la Constitución, el TC, el CNM, Fiscalía o cuanto le haga falta; un partido de gente convergente en la angurria por el dinero y el poder, lleno de delincuentes prontuariados o procesados que sirven a Keiko para servirse a sí, y de quienes Keiko se sirve para servirse a sí. En suma, una organización coludida para delinquir, blindarse y capturar el mayor poder posible para sí. Keiko siempre fue y será un lobo, solo que en tiempos desesperados ya no viste de oveja. Muchos fuimos los que salimos a la calle a advertirle a este gobierno, los que escribimos, comentamos, avisamos que el enemigo solo buscaba y busca un objetivo: el poder total. Ahora que PPK tiene lo que se buscó, nos toca a los peruanos exigir a su sucesor que nos asegure no seguir retrocediendo, exigir a Vizcarra que haga explícita su no componenda con Keiko, Alberto o Kenji, los Fujimori que solo saben destruir al Perú.