La vacancia en sí misma no resuelve nada, y más bien profundizaría la crisis política. El sucesor de PPK, si acaso lo hubiera, se encontraría con los mismos problemas y con la misma falta de instrumentos de poder para resolverlos.,Es claro que si esta segunda vacancia fracasa, habrá una tercera, y así sucesivamente. Siempre habrá clientes para un mecanismo así, y se puede prolongar hasta que alguna circunstancia fortuita les permita a los vacadores gritar bingo. También en el ámbito municipal la vacancia se convirtió en una suerte de plaga institucional. Pedro Pablo Kuczynski puede no ser el más mosca de los presidentes. Pero sus culpas, no demostradas, no son del tipo que amerita el castigo que le viene preparando el Congreso. Además el Presidente de la República está constitucionalmente protegido de asonadas como las que vemos en estos días, y que emulan los golpes militares de otros tiempos. Como lo ha dicho Mercedes Aráoz, la vacancia funciona como una espada de Damocles sobre el Ejecutivo. Si la normativa no cambia, así va a funcionar con todos los presidentes que no alcancen mayoría absoluta en el Congreso de aquí en adelante. Así, el problema de hoy es también el problema de mañana, no importa cuál sea el resultado. Para confirmar que este Congreso quiere el poder absoluto, ahora está buscando neutralizar las diversas cláusulas constitucionales sobre su disolución en caso de impase con el Ejecutivo. Habíamos visto presidentes que organizaron su derecho a reelegirse, pero esta indisolubilidad del Congreso es una verdadera, y lamentable, novedad. En este contexto PPK ha emitido un mensaje cargado al lado del sentimiento ciudadano, intento de convencer parlamentarios sobre la inconveniencia de vacarlo. La cuestión de esto no es si es ridícula o no (ya hemos escrito que tratar de sobrevivir no es un bonito espectáculo), sino si va a funcionar como argumento. ¿Pero qué argumentos pueden frenar la vacancia? Los argumentos, al menos los públicos, están a la vista: la vacancia en sí misma no resuelve nada, y más bien profundizaría la crisis política. El sucesor de PPK, si acaso lo hubiera, se encontraría con los mismos problemas y con la misma falta de instrumentos de poder para resolverlos. En el fondo, tampoco el Congreso revocador ganaría nada. Que el tema de la vacancia sea agitado antes de un avance efectivo del caso Odebrecht es un problema adicional. Pues los vacadores de hoy podrían ser los enjuiciados de mañana. Algunos ya van por ese camino.