Para Keiko Fujimori todo esto no solo significa menos votos en su mayoría, sino además una cierta pérdida de peso frente al núcleo de parlamentarios leales que ella se ha construido.,Han aparecido dos argumentos de congresistas descontentos en Fuerza Popular para no votar por la vacancia. Uno es el de Miguel Elías Ávalos, quien considera que ese voto sería “seguir el juego de la izquierda”. Otro es el atribuido a un grupo de congresistas que temen ser sindicados mañana como “golpistas y generadores de la inestabilidad política del país”. La idea Elías sobre la izquierda nace de que la actual moción para vacar efectivamente ha sido presentada allí, y en esta ocasión FP se ha limitado a apoyarla. El gobierno ha aprovechado este hecho para ir diseñando una conspiración de izquierda, incluso de extrema izquierda y del comunismo, como el primer motor de la vacancia. Para la izquierda parlamentaria la vacancia sería una victoria importante, pero momentánea. Pues para nadie es un secreto que la vacancia iría a engrosar las arcas política de FP, y no realmente las del Frente Amplio o de Nuevo Perú. Más bien todo el asunto vacantista hace pensar en atolondradas curules de alquiler. Aunque no es lo que piensa Elías. El segundo argumento es de otro tipo. No parece preocuparle la izquierda, y apunta más bien a la conducta de FP a lo largo del tiempo. En este sentido revela un descontento que no es reciente, sino que se ha ido acumulando. El avance del kenyismo, con Alberto Fujimori detrás, le ha dado rostro y salida a ese descontento. Junto a estos dos argumentos ha aparecido también un nuevo fenómeno: discusiones más o menos horizontales entre la directiva de FP y algunos grupos de parlamentarios externos a ese cogollo. A juzgar por los primeros resultados, esas conversiones no le están funcionando bien a quienes venían monopolizando el micro y la foto. De esto estaría surgiendo dos tipos de disidente: el que simplemente quiere irse para buscar prados electorales más fértiles, y el que desea permanecer, pero bajo nuevas condiciones, que incluyen la libertad de votar como les parezca. No es la reorganización que reclama Kenyi Fujimori, pero se le va pareciendo un poco. Para Keiko Fujimori todo esto no solo significa menos votos en su mayoría, sino además una cierta pérdida de peso frente al núcleo de parlamentarios leales que ella se ha construido.