Los periodistas también nos equivocamos, algunos incluso actúan dolosamente. La diferencia con cualquier otro profesional es que nuestra opinión o trabajo puede tener un enorme impacto sobre la vida de las personas, de allí la responsabilidad de hacer bien las cosas.,A muchos de mis colegas no les gusta el “periodismo de periodistas”. A mi sí, prefiero los espacios de debate –aún si este es acalorado- que ese pernicioso espíritu de cuerpo donde la crítica está prohibida. Los periodistas también nos equivocamos, algunos incluso actúan dolosamente. La diferencia con cualquier otro profesional es que nuestra opinión o trabajo puede tener un enorme impacto sobre la vida de las personas, de allí la responsabilidad de hacer bien las cosas. Es lo primero que nos enseñan y, al parecer, lo primero que olvidamos. No somos intocables. De hecho, las redes sociales nos ponen ahora bajo el escrutinio constante de la opinión pública y de nosotros mismos. Es innegable que no gozamos de la simpatía de muchos ciudadanos y nuestra credibilidad está casi por los suelos. ¿De quién es la culpa? Pues, solo nuestra. Basta recordar la cobertura de la visita del Papa Francisco y la pobre calidad del contenido periodístico que se nos ofreció o lo ocurrido con el hoy popular Chifa Asia. Muchos medios y algunos periodistas dieron por sentado (pese a que ahora lo niegan) que allí se cocinaba carne de perro en lugar de res, y hasta difundieron los “memes” que el tema provocó reforzando prejuicios y racismo. Una mirada a los noticieros no hace más que constatar que las cámaras de seguridad han reemplazado la investigación y el cruce de información. Sin duda, son un referente a considerar pero no pueden convertirse en la única fuente para extensas notas periodísticas cargadas de morbo en las que se repiten, una y otra vez, las mismas imágenes de accidentes y crímenes. Lo más reciente, es convertir en noticia videos virales que abundan en las redes como el de los jóvenes venezolanos que dicen no gustar de la chicha morada. Pero eso no basta, hay que destacar la nacionalidad en titulares sin importar que eso exacerbe discursos chauvinistas, patrioteros y xenófobos, en medio de un clima que empieza hacer hostil con los inmigrantes de ese país. Y luego enarbolamos banderas favor de la tolerancia y el respeto. Tamaña hipocresía y vergüenza.