La gira del Papa por Sudamérica nos hace repensar muchos temas que van más allá del terreno religioso. La última vez que un papa llegó a Chile fue hace casi tres décadas. Ahora Chile despenalizó el aborto en tres causales: riesgo de vida de la madre, inviabilidad fetal y violación. Es uno de los pocos países en los que se ha empezado a regular el autocultivo del cannabis y el nivel de secularización va en crecida. No sé qué podamos decir de nuestro país treinta años atrás. Juan Pablo II nos visitó por última vez en marzo de 1988, durante el desastroso primer gobierno de Alan García. Todo estaba en crisis. El plano económico, político, la moral de los peruanos en los suelos. Quizás se podría decir lo mismo ahora, aunque evaluado en diferentes magnitudes. Además, seguimos sin tener signos de un verdadero Estado laico. Todo esto nos lleva a hacer un balance, en especial si miramos las cosas en perspectiva. Una de las cosas más estancadas y perennes ha sido y es la impunidad. El tiempo se ha detenido hace 25 años para los familiares de las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos. Familiares de personas asesinadas cuyos cuerpos no han sido buscados hasta la fecha, cuyos asesinos andan sin pena ni culpa o cuya historia aún no tiene un cierre definitivo. 25 años después de las atrocidades cometidas, este gobierno ha convertido la palabra ‘reconciliación’ en un cliché del peor discurso político y no es justo. No es justo que durante la visita del Papa los fariseos se llenen la boca –nuevamente- de un mensaje de “paz y reconciliación”. Reconciliación no es polarizar la opinión pública con un indulto ilegal, reconciliación no es negarle el expediente del indulto a la Defensoría del Pueblo y negárselo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Reconciliación no es oportunismo para salvarse el pellejo. Las organizaciones de víctimas del fujimorato no actúan por odio. Quienes se han dedicado a llamarlos terroristas e incluso pagan trolls en las redes sociales para lanzarles insultos, ellos son los que odian. Las víctimas nunca han tenido como agenda oponerse al indulto humanitario, su agenda ha sido propositiva y de diálogo para evitar la impunidad. Ceremonias al aire libre en “El ojo que llora” y el repintado de los nombres de las víctimas en este memorial, actividades financiadas por las víctimas ante la indolencia de un país que no clama memoria y se encamina al olvido. Peor aún, la gracia presidencial que PPK le otorgó a Alberto Fujimori no solo podría sepultar el caso Pativilca, sino que también cerraría las puertas para que investigaciones como la de las esterilizaciones forzadas puedan añadirse al cuaderno de extradición de Fujimori en Chile. En este contexto, esperaremos atentos a la audiencia de la Corte que buscará supervisar el cumplimiento de la sentencia por los casos Barrios Altos y La Cantuta. A ver si todos se dejan de hipocresías y empezamos a darle un verdadero significado a la palabra ‘reconciliación’.