La imagen del Apra como partido importante ha estado sobreviviendo hasta ahora por el recuerdo de viejas glorias y por la habilidad política de sus mejores cuadros, hoy casi todos en el Congreso. Con estos recursos ha contrapesado que su dirigente estrella haya obtenido poco menos de 6% en las pasadas elecciones, el quinto lugar. Pocos esperan que la mala racha electoral del aprismo se revierta en un futuro previsible. Sin embargo los elementos para ello están allí: una presencia nacional, un líder con reconocidos recursos para la política, ser una marca de casi absoluto reconocimiento en el mercado partidario, una capacidad de convocar cuadros arraigada en lealtades históricas. Pero la travesía del desierto que significa estar lejos del poder inevitablemente debilita a los partidos. Bandearse con cuatro escaños parlamentarios entre el 2011 y el 2016, y cinco escaños desde entonces, no ha sido fácil. Despedirse de sus antiguos bastiones regionales tampoco. A lo cual puede sumarse decenios de sostenida campaña contra Alan García. La salida que encontró el Apra fue buscar alianzas parlamentarias, prácticamente copar el diálogo político en los medios, y compensar las falencias de un Congreso en buena medida marcado por la timidez y un déficit de elocuencia. Se volvió un partido Potemkin, con una formidable fachada, pero no mucho detrás de eso. La movediza situación de estos tiempos ha puesto en cuestión el cómodo, y ya viejo, arreglo que tenía la célula parlamentaria aprista con el fujimorismo. El tema de la vacancia presidencial llevó a su clímax un ciclo de discrepancias entre los cinco congresistas del Apra, todos ellos figuras prominentes en el partido. No es fácil descifrar el cálculo que llevó a expulsar del partido a toda velocidad a los dos ministros. ¿Pensaron que esos nombramientos eran capaces de afectar la línea partidaria? ¿Fue un mensaje a los amigos fujimoristas? ¿Fue un ajuste de cuentas en el clinch Mauricio Mulder- Jorge del Castillo por el tema de la vacancia de PPK? Uno hubiera pensado que al Apra le convenía aparecer colaborando, aunque fuera oblicuamente, con la estabilización del Ejecutivo. Ya que esa no ha sido la idea, ¿cuál ha sido la otra? Por lo pronto han dado un pasito para sumarse a una de las consignas de la marcha de hoy.