La congresista de Fuerza Popular, Úrsula Letona, cuestionó la designación de César Astudillo como Comandante General del Ejército, pero este ascenso cumple con la normatividad vigente. ,La designación del general de división EP César Astudillo Salcedo como Comandante General del Ejército, en reemplazo del general de división Luis Ramos, cumple con la normatividad vigente y no se trata de un cambio inusual o sospechoso, como ha deslizado la congresista Úrsula Letona con evidente desinformación y mala intención. La renovación de la Comandancia General del Ejército se produjo porque el general de división Luis Ramos Hume cumplió su ciclo de dos años, como indica la normatividad vigente. PUEDES VER: Poder Ejecutivo nombra a César Astudillo como nuevo comandante general del Ejército Al pasar automáticamente al retiro Luis Ramos, el número dos del Ejército, el jefe de Estado Mayor, general de división Víctor Nájar Carrera, también pasó a la misma situación porque como Ramos pertenece a la promoción Héroes de San Juan y Miraflores, que egresó en 1982. El tercero en la línea de mando del Ejército era el inspector general, César Astudillo Salcedo, de la promoción Héroes de La Breña, que se graduó en 1983. Si el presidente Pedro Pablo Kuczynski hubiera designado a otro oficial que no fuera el general de división César Astudillo –no obstante que el jefe de Estado como comandante supremo de las Fuerzas Armadas tiene la prerrogativa de promover en el cargo a quien le parezca conveniente-, sí habría sido inusual. Pero no es el caso. Evidentemente estimulada por la mala fe, la fujimorista Úrsula Letona apeló a prácticas desterradas en las Fuerzas Armadas para generar confusión y sombras en un proceso de relevos que se cumple según el calendario previsto por ley. Quizás Letona siente nostalgia por el régimen de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos en el que se adjudicaban los ascensos, los pases al retiro y las designaciones de cargo mediante un sistema corrupto en el que se le exigía al oficial lealtad para participar en actividades criminales. Nunca en su historia las Fuerzas Armadas tuvieron –y todavía hay algunos- tantos comandantes generales de los institutos armados condenados y encarcelados por gravísimos delitos de corrupción, homicidio y secuestro, perpetrados bajo las órdenes directas de Fujimori y Montesinos.